El submarino K-329 Belgorod se ha convertido en uno de los protagonistas de la invasión de Ucrania y de la amenaza nuclear del Kremlin. La preocupación en estamentos internacionales ha ido en aumento en las últimas jornadas tras la anexión de varios territorios que ahora "forman parte de Rusia", según Putin. En esta línea, la OTAN ha mandado una alerta a sus países miembro —entre los que se encuentra España— por la movilización de este sumergible portador del misil nuclear Poseidón.
Este nuevo redoble de fuerzas se suma a la amenaza nuclear que Putin ha ido anunciando en los últimos días. El informe de inteligencia de la Alianza Atlántica detalla los últimos movimientos del Belgorod, que se puso en funcionamiento el pasado julio, mientras algunas fuentes extraoficiales le señalan como el responsable del sabotaje a los gasoductos Nord Stream.
El K-329 se encuentra en aguas del Océano Ártico, según el mismo informe, y la OTAN teme que se esté preparando para probar por primera vez alguno de los 6 torpedos Poseidón que es capaz de acarrear en su cámara de proa. Y es que, este proyectil es uno de los más avanzados de su clase y puede recorrer más de 10.000 kilómetros con su carga radiactiva.
"Es una categoría de arma completamente nueva que obligará a cambiar la planificación de las armadas occidentales, lo que llevará a definir nuevos requisitos y medios para contrarrestarlo", ha señalado HI Sutton, experto en submarinos, a La Repubblica.
Espía de las profundidades
El proyecto original del submarino Belgorod data de principios de los 90 como un buque perteneciente a la clase Óscar II, una saga de sumergibles nucleares especialmente diseñados para lanzar misiles de crucero. La construcción comenzó en 1992 y poco tiempo después un grupo de militares comenzó los cursos de adiestramiento para formar la tripulación. Pero todo se truncó.
La caída de la Unión Soviética supuso un duro golpe a la economía de la Federación Rusa, que decidió detener los trabajos técnicos del submarino y suspender el proyecto temporalmente. Este frenazo a las inversiones en defensa también desencadenó el abandono de los trabajos de astillero del submarino Kursk, el hermano del Belgorod.
Tuvieron que pasar los peores años de la crisis postsoviética para que en 2006 Rusia reanudara la finalización de los trabajos de construcción. No sin antes rediseñar una buena parte del submarino para crear una plataforma de "proyectos especiales", tal y como afirmaron dirigentes militares de la época, permaneciendo buena parte del equipamiento en el más absoluto de los secretos.
El K-329 Belgorod se botó en abril de 2019 y comenzó una serie de comprobaciones en mar abierto en junio del 2021, colocándole como el submarino más nuevo de todos los que opera la fuerza naval rusa. Integrándose en la 29ª División Submarina, la rama operativa de la Dirección Principal de Investigación de Aguas Profundas.
Se espera que el Belgorod se convierta también en nave nodriza de otros submarinos más pequeños. Uno de ellos es el Losharik de 70 metros de eslora que sufrió un accidente fatal en 2019 —14 fallecidos— y que promete arreglarse para integrarse en el nuevo equipo.
Este último tomará la tarea de lo que en Rusia llaman "guerra de fondo marino" junto con un segundo submarino no tripulado llamado Klavesin. Este tipo de operaciones consisten en el despliegue de sensores en zonas estratégicas y de paso embarcaciones no aliadas —en este caso la OTAN— con el fin de conocer los movimientos de las tropas. También en la intervención de las telecomunicaciones en los cables de fibra óptica oceánicos.
El Belgorod tiene una eslora de 184 metros por 15 metros de diámetro y un desplazamiento que —en inmersión— puede llegar a las 30.000 toneladas. Cuenta con un par de reactores nucleares que le proporcionan 190 MW a dos ejes y le permiten alcanzar unos 59 km/h en la superficie.
Con una autonomía por parte del propulsor ilimitada, se estima que la vida a bordo se puede alargar durante 120 días con una tripulación de 110 personas. Algunas estimaciones sitúan la capacidad de inmersión en unos 500 o 520 metros de profundidad.
Torpedo Poseidón
Las modificaciones respecto al resto de submarinos de la clase Oscar II permanecen todavía en secreto y solo algunas se han revelado debido a filtraciones —se desconoce si intencionadas por parte de Moscú—. La más importante se produjo en un vídeo publicado por estamentos militares en 2015, donde se puede ver una imagen del submarino Belgorod junto al arma Status-6, tal y como recoge H I Sutton.
La Status-6 fue posteriormente rebautizada como Poseidón y conforma uno de los sistemas armamentísticos más importantes y secretos de Rusia. Se ha calificado como un dron submarino que consigue una autonomía ilimitada gracias a un sistema de propulsión nuclear del que no se sabe absolutamente nada y que se convierte en torpedo en el momento necesario.
Según algunas estimaciones, el Poseidón tiene una longitud de unos 20 metros por 2 de diámetro y se sitúa como el torpedo con mayor longitud jamás creado. Aproximadamente el doble de largo que un misil balístico lanzado desde un submarino y 30 veces mayor que un torpedo pesado de tamaño regular. El Belgorod será capaz de acarrear 6 Poseidón.
Este tipo de torpedo forma parte del arsenal de disuasión nuclear ruso y se ha diseñado como un arma de segundo golpe o arma de contraataque. Pudiendo llegar a ciudades costeras estadounidenses como Los Ángeles o Nueva York cargado de ojivas nucleares. Un pilar fundamental de su tecnología es que es totalmente independiente de los sistemas de posicionamiento o de la cobertura satelital.
Algunos reportes no oficiales le sitúan en una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora —otros dícen que 185 km/h— con una inmersión de hasta 1.000 metros. Confiriéndole propiedades furtivas que prácticamente le harán pasar de largo de cualquier defensa marítima y así poder atacar ciudades o instalaciones costeras.
Fuentes oficiales rusas también lo han descrito como una plataforma multipropósito capaz de atacar a conjuntos de barcos, aunque su uso contra objetivos en movimiento no está probado. Lo que sí parece claro es que Rusia podría desplegar este tipo de drones fuera de submarinos o barcos, emplazándolos en el lecho marino a la espera de recibir órdenes para atacar.
El más nuevo
La entrega del submarino se llevó a cabo con una gran ceremonia institucional a la que acudieron la plana mayor militar y del gobierno. En ella, se firmó el certificado de aceptación y transferencia de lo que Rusia ha denominado "submarino de investigación" a la fuerza naval, según un comunicado de Sevmash, el astillero encargado de la fabricación.
Está "diseñado para resolver diversos problemas científicos y realizar operaciones de búsqueda y rescate, y también se puede utilizar como vehículo de rescate en aguas profundas y de submarinos autónomos no tripulados", recogen.
"El submarino Belgorod abre nuevas oportunidades para Rusia en la realización de diversos estudios, y permite diversas expediciones científicas y operaciones de rescate en las áreas más remotas del océano mundial", declaró Nikolai Evmenov, comandante general de la Armada rusa.