Artemis quiere despegar a la tercera: así es la misión a la Luna que pone a la NASA contra las cuerdas
La NASA sigue adelante con el tercer intento de lanzamiento del SLS, la primera fase del Proyecto Artemis para llevar astronautas al satélite en 2025.
15 noviembre, 2022 03:15¿A la tercera irá la vencida? Eso esperan los ingenieros y responsables de la NASA que están detrás del gigantesco cohete SLS, tras los dos intentos fallidos de iniciar la misión Artemis I que tuvieron lugar en agosto y septiembre. El lanzamiento ha sufrido numerosos aplazamientos y retrasos, ya sea por fugas en los depósitos de combustible del cohete, el huracán Ian o tormentas tropicales como Nicole, que han llevado a que la ventana de lanzamiento de dos horas se inicie el miércoles 16 a las 7:04 de la mañana, hora de España peninsular.
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El equipo de gestión de la misión Artemis se reunió el domingo por la noche para revisar el estado de los preparativos para el lanzamiento y dio el visto bueno para proceder según lo previsto. Ayer se reunió de nuevo y volvió a dar luz verde al lanzamiento a pesar de los daños encontrados en una fina tira llamada RTV que rodea a Orión provocados por la tormenta tropical Nicole. El RTV, que podría desprenderse durante el lanzamiento, ayuda a suavizar una pequeña hendidura en la cápsula para evitar la circulación y un calentamiento no deseados del aire durante el vuelo de la cápsula. Aún queda pendiente la prueba de carga de combustible, cuyas fugas fueron las causantes de varios de los aplazamientos.
A lo largo del día de hoy, los técnicos tienen la intención de retirar y reemplazar uno de los componentes de un conector eléctrico en la placa del mástil de servicio de la cola de hidrógeno. Los ingenieros siguen recibiendo algunos datos incoherentes proporcionados por el conector, a pesar de haber sustituido su cable a principios de la semana. De momento no se ha conseguido arreglar del todo el problema, pero desde la NASA se muestran confiados, ya que tienen otras fuentes redundantes para obtener esos datos, e incluso en caso de fallo del conector esto no sería un impedimento para el lanzamiento.
Un nuevo baile de fechas sería fatal, ya que, aunque todavía quedan posibles 'huecos' en el calendario para lanzar el cohete a lo largo de diciembre, este retraso implicaría nuevos quebraderos de cabeza para la NASA, porque el cohete debería ser revisado a fondo. "Cuando montas el primer segmento de un cohete comienzas una cuenta atrás que normalmente es de 12 meses", señalaba la semana pasada Cliff Lanham, Director de Operaciones de Sistemas de Exploración Terrestres de la agencia. "Ahora mismo se está analizando para 24 meses, y esa fecha se acerca. Una de las piezas expira el día 9 de diciembre, y otra el 14 de diciembre. Otros ratios de exposición medioambiental terminan el día 15".
Eso implica que, si finalmente se cancela el lanzamiento, a partir del 9 de diciembre los plazos vencerían y los técnicos tendrían que revisar de nuevo todos los equipos y sustituir las piezas 'caducadas' en caso de no estar operativas. Así, si el cohete no puede despegar mañana, los expertos sostienen que lo más probable es que la misión se retarse hasta 2023, lo que implicaría un nuevo golpe en la confianza y las ya maltrechas finanzas de la NASA.
El brutal cohete SLS
Artemis I supone el gran estreno del cohete SLS (Space Launch System), encargado de protagonizar los próximos viajes lunares. En él han participado más de 1.000 compañías estadounidenses con pesos pesados como Boeing —encargado de las etapas centrales— o Northrop Grumman —en el sistema primario de propulsores de combustible sólido—. También otras menos conocidas pero igual de fundamentales como Aerojet Rocketdyne, quien pone los motores RS-25 que ya se usaron en los míticos transbordadores espaciales.
Cuenta con una longitud de 98 metros, un diámetro de 8,4 metros y una masa total al despegue de 2,6 millones de kilogramos. En cuanto a la capacidad de carga, la NASA apunta a 27 toneladas a órbita lunar en esta primera versión de SLS, aunque pretende llegar hasta las 130 toneladas con el modelo SLS Block 2.
La NASA no ha optado por un modelo de cohete reutilizable, como el Falcon Heavy de SpaceX, aunque las etapas de propulsión sí caerán al mar y podrán ser rescatadas, a diferencia de las utilizadas por la agencia espacial china y que recientemente tuvieron en vilo a España durante horas tras el último lanzamiento de un cohete Long March 5B. La razón que aporta la propia agencia espacial es que se han enfocado totalmente en la capacidad de carga y la potencia, dejando a un lado el diseño necesario para que pueda despegar nuevamente.
Su etapa central tiene una altura de 64,6 metros y un peso que supera las 1.000 toneladas cuando esté cargado con los 2 millones de litros de combustible y comburente líquidos. Los RS-25, por su parte, tienen una potencia de empuje de 1.852 kN al nivel del mar y beben directamente del depósito fabricado por Boeing, que le puede proveer durante 480 segundos.
El sistema de propulsión primario se remata con 2 boosters situados en una posición diametralmente opuesta que se encargan de proporcionar el 75% del empuje en los 2 primeros minutos de vuelo. En esta ocasión, el contratista ha sido Northrop Grumman quien estará presente en los propulsores extras hasta que se ponga en marcha el SLS Block 2, la tercera versión, tras Block 1 y Block 1b, del cohete.
Según un documento de la propia NASA, el cohete SLS tiene la fuerza suficiente para ayudar a la nave Orion a alcanzar la velocidad de 39.400 kilómetros/hora (24.500 millas por hora) necesaria para llegar a la Luna. Esto implica que el SLS es entre un 10 y un 20% más potente que el Saturn V, según la versión, algo que lo sitúa como el cochete más potente jamás construido.
Esta misión, en la que participan varias empresas españolas en proyectos clave, supone el vuelo inaugural de un cohete que, si todo marcho según lo previsto, evolucionará para su uso en viajes interplanetarios a Marte en un futuro.
Por su parte, la nave Orión de las misiones Artemis, situada en el interior del cohete, tiene como principales desarrolladores a Lockheed Martin —módulo de habitabilidad— y a la división espacial de Airbus —módulo de servicio—. Puede acoger a una tripulación de entre 2 y 6 personas con un espacio habitable de 9 metros cúbicos, lo que supone un 50% más de espacio que las cápsulas Apolo.
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Exteriormente tiene una altura de 3,30 metros por 5 metros de diámetro. Dispone de alimentación solar, que le proporcionará energía para el grueso del tiempo de la misión. Ha sido diseñada para ser el hogar de los astronautas durante 21 días de vida activa dentro de la nave, más 6 meses de vida inactiva o de reposo.
Una prueba de fuego
Artemis I es la primera de una ambiciosa serie de misiones que tiene como objetivo final el regreso del hombre a la Luna, tras la última misión tripulada al satélite terrestre, que tuvo lugar en 1972. Esta primera misión no tendrá astronautas a bordo y tiene como fin la comprobación tecnológica de todos los sistemas. Ni el cohete ni la cápsula acumulan una sola hora de vuelo en misiones reales y la agencia espacial estadounidense quiere asegurarse de que todo marcha según lo previsto antes de utilizar tripulaciones humanas en futuros viajes.
De la resolución satisfactoria de este primer lanzamiento depende la segunda misión, Artemis II, prevista para mayo de 2024. Este segundo despegue será el primero tripulado para la nave espacial Orión, que deberá satisfacer las necesidades básicas de los cuatro astronautas durante sus 10 días de duración. Durante ese tiempo, se probarán algunos sistemas críticos de supervivencia en una órbita alta de la Tierra.
Seguidamente, entrarán en la denominada fase de inyección translunar, que les llevará hacia el satélite en un viaje de 4 días. La gravedad lunar les permitirá realizar una órbita y regresar a la Tierra sin emplear el propulsor, tan solo con la fuerza gravitacional en otros 4 días.
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Artemis III, planeada para 2025, será la que contemple finalmente el alunizaje y en ella que viajará la primera mujer en pisar la Luna, que permanecerá seis días en la superficie lunar junto a sus compañeros. Aún así, la NASA ya ha reconocido lo difícil que será ajustarse a ese calendario y lo más probable es que cada una de estas misiones acumule nuevos retrasos o aplazamientos.
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