El pasado 2022 dejó un año extraordinario desde el punto de vista de la exploración espacial. El telescopio James Webb, monitorizado en parte desde España, comenzó a enviar fotografías de los confines del universo y la primera misión del programa Artemis se completó con éxito. Si todo sale según lo planeado, este 2023 tampoco estará huérfano de hazañas clave para el futuro más cercano.
El principal actor será, como viene siendo ya una tradición, Estados Unidos con varios frentes abiertos enfocados en el regreso a la Luna. Uno de los encargos más importantes de la NASA recae sobre la compañía SpaceX de Elon Musk a través de la nave espacial Starship. Esta última deberá servir como vehículo lander que transporte a los astronautas desde la cápsula Orión a la superficie lunar y el 2023 será un año clave en los ensayos.
China tampoco quiere quedarse atrás en una industria tan puntera como esta y más teniendo en cuenta que el 2022 ha sido un gran año para ellos. Prácticamente todo —salvo el detalle de las reentradas descontroladas de sus cohetes— les ha salido bien y ya tienen operativa su particular estación espacial.
Rusia es otro de los países con una trayectoria espacial muy fuerte, pero su guerra contra Ucrania ha pausado buena parte de los lanzamientos programados. Incluido uno que estaba previsto realizarse en junio de 2022 junto con la Agencia Espacial Europea (ESA) rumbo a Marte. Actualmente, Moscú se encuentra en una situación delicada con su cápsula acoplada en la ISS perdiendo líquido refrigerante por lo que tendrá que enviar una cápsula de rescate en marzo, pero también quieren regresar a la Luna.
El año de la Starship
Tras un 2022 plagado de ensayos, SpaceX afronta el 2023 como el año clave de Starship. Este conjunto de cohete y nave espacial es la punta de lanza de la compañía de Elon Musk y pieza fundamental para el programa Artemis. De hecho, la NASA confió en ella para servir de módulo de aterrizaje a los astronautas que pisarán de nuevo la Luna en 2025. Un último cartucho tras los retrasos del programa Gateway, la estación orbital lunar, que tiene previsto servir como base en un futuro.
La cronología todavía no ha sido confirmada por la compañía, pero todo apunta a que en los primeros meses de 2023 se realizará el primer lanzamiento orbital de Starship. Prueba que debe pasar con nota y que servirá para validar una tecnología que, por el momento, ha dado más quebraderos de cabeza que alegrías a Musk.
Starship tiene previsto convertirse en el cohete más potente jamás construido, el doble que el Saturn V que sirvió de propulsor de cabecera del programa Apolo desde 1967 hasta 1973. Cuenta con 120 metros de altura, 9 de diámetro y una pasa de 5.000 toneladas. Para ponerlo en perspectiva, el SLS que ejecutó la misión Artemis I tiene una masa de 2.600 toneladas.
La primera etapa la componen 33 motores Raptor dispuestos de forma circular en anillos capaces de generar de manera conjunta un impulso de 7.740 toneladas-fuerza. De nuevo, prácticamente el doble que SLS. Lo que le permitirá acarrear hasta 100 toneladas a una órbita baja de la Tierra y siendo totalmente reutilizable.
Entregas en la Luna
También con el objetivo puesto en el satélite natural de la Tierra, la NASA planea comenzar con el envío de material bajo el paraguas del programa Artemis. El primer lanzamiento tiene previsto realizarse en marzo de la mano de Intuitive Machines que enviará un "conjunto de cargas útiles robóticas de la NASA [...] como parte de una entrega de los Servicios Comerciales de Carga Útil Lunar" (CLPS, de sus siglas en inglés) a bordo de un Falcon 9 de SpaceX.
En algún momento del primer trimestre, todavía sin fecha, también se realizará la Peregrine Mission One desarrollada por la compañía Astrobotic; igualmente dentro del programa CLPS de entregas en la superficie lunar.
La particularidad de este último caso es que empleará el cohete United Launch Alliance (ULA) Vulcan Centaur, en el que será el vuelo inaugural del cohete de 82 metros de largo. Este nuevo propulsor tiene previsto relevar a los veteranos Atlas V y Delta IV y emplea un total de 7 motores BE-4 desarrollados por la compañía Blue Origin, propietaria de Jeff Bezos.
Estación espacial china
Tras completar la construcción en 2022, China quiere sacarle todo el partido posible a su estación espacial Tiangong. Actualmente tiene una tripulación compuesta por 3 astronautas que se reparten en los 55 metros de largo que tiene la estructura espacial.
Con un espacio total de aproximadamente un quinto del disponible en la Estación Espacial Internacional, el Gobierno de Pekín ya cuenta con numerosos programas experimentales tanto públicos como privados. Uno de los laboratorios de a bordo ya ha comenzado a estudiar la reproducción de monos en el espacio que podrá dar pistas de cómo es la humana por si en un futuro realmente se llega a colonizar otros emplazamientos extraterrestres.
Del mismo modo, la Tiangong cuenta con un brazo robótico externo para realizar actividades y experimentos en diferentes anclajes dispuestos en el chasis externo. Y es que, la función principal de este programa científico es la realización de investigaciones sobre la vida en el espacio. Con especial foco en el crecimiento y desarrollo de plantas, animales y microorganismos.
Los últimos datos publicados por organismos chinos apuntan a que ya tienen planeados más de 1.000 experimentos de todo tipo para los próximos 10 años. Y, aunque se trata de un programa de desarrollo exclusivo, han abierto la puerta a que otros países participen enviando sus proyectos con una relativa buena acogida. Nueve han sido elegidos provenientes de 17 países.
A finales de 2023, China tiene planeado el lanzamiento del telescopio Xuntian. Su misión será la de realizar mapas de las estrellas y de los agujeros negros supermasivos con una resolución similar al del telescopio Hubble solo que con una visión más ancha. El Xuntian se acoplará periódicamente con un puerto de la Tiangong para realizar labores de mantenimiento, según apunta The Conversation.
Misión lunar rusa
A pesar de las dificultades en muchos frentes, Rusia sigue con su objetivo de regresar a la Luna casi 50 años después. La última vez fue la misión Luna 24 en 1976 y ahora, en 2023, tiene planeado regresar a través de la misión Luna 25.
La agencia espacial del país Roscosmos planea aterrizar la sonda en el cráter Boguslavsky, situado en el polo sur lunar. El módulo robótico de aterrizaje lunar ruso ha sido construido y probado por la compañía aeroespacial NPO Lavochki y se colocará en la cúspide de un cohete Soyuz-2-1b.
Luna 25, que por el momento no tiene fecha de lanzamiento, estudiará la capa superficial superior y la atmósfera lunar para desarrollar mejores tecnologías de aterrizaje y muestreo del suelo. Servirá a Roscosmos como avanzadilla para las misiones Luna 26 —un orbitador lunar— y Luna 27 —un módulo de aterrizaje— a partir de los cuales construirá su base permanente junto a China.
Europa a Júpiter
Entre el 14 y el 30 de abril se abre una ventana de lanzamiento para la misión Jupiter Icy Moons Explorer (JUICE o Explorador de Lunas Heladas de Júpiter) desarrollada e impulsada por la Agencia Espacial Europea. Este lanzamiento científico pretende estudiar tanto al planeta Júpiter como a los satélites Ganimedes, Europa y Calisto.
Según las últimas investigaciones, se cree que estas lunas heladas tienen océanos de agua líquida bajo la superficie por lo que serían buenas candidatas para albergar algún tipo de vida. JUICE despegará a bordo de un cohete Ariane 5 desde la Guayana francesa y emprenderá así un viaje de 8 años hasta el planeta.
Se espera que entre al sistema gravitacional y orbital de Júpiter en 2031 mientras que llegará al satélite Europa un año después. En diciembre de 2024, si todo sigue según lo planeado, JUICE entrará en una órbita elíptica alrededor de Ganimedes convirtiéndose así en la primera nave especial en orbitar otro satélite que no es la Luna.
Una vez allí, la ESA ejecutará una maniobra de aproximación que le llevará a sobrevolar Ganimedes a solo 500 kilómetros de altura donde estudiará la composición y la magnetosfera, entre otros parámetros. En el siguiente paso, ya en 2035, el motor se encenderá por última vez para realizar la maniobra de entrada hacia Ganimedes, donde se estrellará.
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