Los continuos retrasos a los que se ha visto abocado el programa del submarino S-80, uno de los que marcarán la revolución militar española, llevaron al Ministerio de Defensa de España a optar por renovar la flota actual. Ese es el caso del S-71 Galerna, que en los últimos años se ha sometido a un minucioso programa de mantenimiento en los astilleros de Navantia en Cartagena y se encuentra en pleno proceso de reincorporación a la Armada.
El Galerna se retiró provisionalmente del servicio en 2018 para entrar en la gran carena, un proceso de revisión que le ha mantenido lejos del servicio en los últimos 5 años y le servirá para permanecer en la Armada otro lustro más. Con esta reincorporación y la del S-74 Tramontana, que acaba de finalizar un mantenimiento de 4 meses, España recupera al completo su capacidad submarina.
Un equipo de personal de Navantia y de la Armada realizó el pasado julio la primera navegación del S-71 tras el parón. "Fue totalmente en superficie y se probaron todos aquellos servicios relacionados con la propulsión del buque, navegación y comunicaciones". El programa de validación continuó durante el mismo mes, ejecutando una inmersión estática primero y una navegación en inmersión después.
Por su parte, el Ministerio de Defensa acaba de anunciar que el S-71 Galerna regresa al mar para realizar adiestramiento de las tripulaciones tras la gran carena. El submarino, que debía acabar su vida útil en ese mismo año 2018, ahora se encuentra "totalmente renovado, actualizado y operativo", listo para su última etapa de servicio en la Armada.
Clase Agosta
Los submarinos de la Clase Agosta a la que pertenecen las unidades españolas corresponden a un diseño francés efectuado por la compañía estatal DCNS a finales de los años 60 y que comenzaron a construirse a principios de los 70. La Marina Nacional de Francia diseñó este nuevo submarino como relevo de la Clase Daphné, mejorándolo e incorporando la nueva tecnología de la época.
España, por su parte, tenía en su poder la misma Clase Daphné —conocida internamente como Clase Delfín o S-60— y había sido un gran aliado de Francia en todo lo relativo con la industria naval submarina. Ya los S-60 se fabricaron en Cartagena con licencia de DCNS y la Clase Agosta —bautizada después como S-70— siguió esos mismos pasos.
En 1975 se firma la orden de ejecución para la construcción de las 2 primeras unidades en los mismos astilleros cartageneros. Un par de años después se firmó una ampliación para otras 2 unidades y se cerró el periodo de compra con un total de 4 submarinos. El S-71 Galerna fue el primero en entrar en servicio en la Armada española a principios de 1983, por lo que este año cumple 40 años.
Los 4 buques 'hermanos' tienen un desplazamiento de 1.490 toneladas y 1.740 toneladas en inmersión que se reparten en una eslora de 67,9 metros y en una manga de 5,4 metros. En el apartado de la propulsión, cuenta con un par de motores diésel que generan 3.600 caballos de potencia.
Tiene una velocidad máxima en inmersión de 38 kilómetros por hora, con una profundidad de operación máxima de 300 metros. La autonomía en inmersión está condicionada por la motorización diésel que necesita de aire para funcionar, por lo que puede mantenerse un máximo de 648 kilómetros. Mientras que si usa el esnórquel —sisteman para obtener aire de la superficie mediante un tubo— alcanza los 15.700 kilómetros.
La autonomía también está limitada a 45 días por almacenamiento de víveres y la tripulación la componen 60 personas. Los submarinos de la Clase Augusta —tan solo el S-71 y el S-74 están en activo— cuentan con 4 tubos lanzatorpedos de 550 milímetros con espacio para hasta 20 torpedos y la capacidad de lanzar minas. También disponen de todos los sensores necesarios para la navegación y herramientas de guerra electrónica.
El relevo: S-80
El del submarino S-80 es uno de los proyectos navales más grandes a los que se ha enfrentado la industria española en los últimos tiempos. La partida presupuestaria destinada al astillero de Navantia en Cartagena es en 2023 de 204 millones de euros con los que se tendrá que terminar los trabajos en la primera unidad —el S-81 Isaac Peral— que se botó en abril de 2021 y continuar con las 3 restantes.
Navantia tenía previsto entregar el S-81 el 20 de abril de 2023, pero una serie de problemas técnicos aparecidos durante la última varada programada han retrasado los planes. Ahora, los últimos datos aportados por el Ministerio de Defensa y publicados por El Confidencial Digital no acotan fecha y abren la ventana de entrega "a lo largo del 2023". Actualmente, el Isaac Peral ha regresado al mar tras su parada en dique seco —de la que debía haber salido en septiembre— para realizar los últimos ajustes.
Tras algunos desencuentros con la compañía francesa DCNS en los años 90 al haber diseñado un submarino conjuntamente, España decidió tomar su camino apostando totalmente por la industria nacional. No fue hasta el 2004 cuando el Ministerio de Defensa ordenó la ejecución a IZAR —ahora Navantia— de 4 submarinos convencionales para relevar a las clases S-60 y S-70. En un primer momento se estimaba la fecha de entrega de la primera unidad en 2012, luego 2013 y, a partir de ahí, se fueron encadenando retratos hasta la actualidad.
Los submarinos de la clase S-80 tienen un desplazamiento de 3.000 toneladas en inmersión repartidas 80,81 metros de eslora, 11,68 de manga y 7,3 de calado. Emplean un sistema de propulsión con generadores diésel para la alimentación de unas baterías eléctricas, por lo que necesitará salir a la superficie cada cierto tiempo para tomar aire y recargar esos acumuladores.
Los S-80 contarán con todo tipo de armamento a bordo como torpedos o la capacidad de lanzar misiles de crucero y misiles antibuque. La fabricación de las minas corre a cargo de SAES, la misma empresa que entregará las sonoboyas al avión C-295. También integrará todo tipo de sensórica destinada a labores de inteligencia.