Soplan vientos de guerra en el mar Negro. En un incidente todavía por esclarecer, varios reportes señalan que un caza ruso Su-27 y un dron MQ-9 Reaper de la Fuerza Aérea de EEUU habrían chocado sobre aguas internacionales del mar Negro. Un impacto que habría acabado con el UAV derribado en lo que supondría el primer enfrentamiento directo entre ambas potencias desde el inicio de la guerra de Ucrania.
Según informa la AFP y la periodista Carla Babb, James B. Hecker, comandante de las Fuerzas Aéreas de EEUU en Europa y África, ha afirmado que la maniobra contra el dron por parte de dos aviones rusos fue "inseguro y poco profesional" y "estuvo a punto de provocar el accidente de ambas aeronaves". Aunque solo uno habría sido el responsable del golpe final.
"Nuestro avión MQ-9 estaba realizando operaciones rutinarias en espacio aéreo internacional cuando fue interceptado y golpeado por un avión ruso, lo que resultó en un accidente y la pérdida total del dron", según ha señalado Hecker. El incidente se produjo en la mañana de hoy martes, a eso de las 7:03 hora de España peninsular.
Mientras, el Ministerio de Defensa ruso a través de su canal de Telegram ha asegurado que se está llevando a cabo una investigación, pero también ha aprovechado para denunciar que el Reaper "ha estado vigilando y apuntando, como los enjambres de drones enviados para atacar Crimea en los últimos meses, invadiendo descaradamente al espacio aéreo ruso". Además, pone en duda que fuera realmente derribado.
Sukhoi-27
El Sukhoi Su-27, denominado Flanker, es uno de los cazas más longevos en las filas rusas y también uno de los más exitosos. Su desarrollo comenzó a principios de los años 70 como respuesta al F-15 estadounidense. Por aquel entonces, Moscú necesitaba una aeronave con excelente maniobrabilidad para ejecutar misiones de defensa contra la internación de bombarderos norteamericanos a territorio soviético y también como escolta.
Entró en servicio en 1985 y sirvió como base para el desarrollo de un gran número de cazas. La misma plataforma del Su-27 se utiliza en el Su-30, Su-33 y hasta en el más moderno Su-35 que se introdujo en la Fuerza Aérea Rusa en 2014. Además de en Rusia, está presente en Ucrania, Angola, Vietnam o Uzbekistán, entre otros. Versiones modificadas también están presentes en China a través de los modelos J-11 y J-16.
Si bien existen muchas variantes en activo bajo el mando de Putin, no se ha desvelado cuál ha sido la responsable del derribo del dron estadounidense. En cuanto a especificaciones, el Su-27 cuenta con una longitud de 21,9 metros con una envergadurade 14,7 que se reparten los 30.450 kilogramos de peso máximo al despegue.
Dispone de un par de motores Saturn con postquemador que le confieren una velocidad máxima de 2.500 km/h (2,35 veces la velocidad del sonido) a gran altitud. El techo de servicio se sitúa en 19.000 metros, aunque depende en gran medida de la versión y la antigüedad de la aeronave en cuestión.
Uno de sus puntos fuertes es el armamento. La ametralladora central es una Gryazev-Shipunov de 30 milímetros de calibre y capacidad de 150 cartuchos. Se acompaña de un total de 10 anclajes externos con 4.430 kilogramos de capacidad de sujeción.
Puede llevar cohetes, varios modelos de misiles aire-aire y bombas de ataque a superficie. También dispone, según versión, de sistemas de guerra electrónica, radares y algunas contramedidas electrónicas.
Dron estadounidense
El MQ-9 Reaper comenzó a desarrollarse en los años 90 y un primer prototipo realizó el vuelo inaugural en 2001. La Fuerza Aérea de Estados Unidos, el primer cliente del dron desarrollado por General Atomics, lo introdujo en servicio activo a mediados de 2007. Desde entonces, se ha convertido en la espina dorsal de las aeronaves de espionaje no tripuladas.
Este es un dron UAV que actualmente está siendo utilizado por una amplia gama de fuerzas aéreas de distintos países del mundo; la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la Real Fuerza Aérea Británica e incluso el Ejército del Aire de España son solo algunos ejemplos.
Se considera como el primer dron UAV (vehículo no tripulado) específicamente pensado para realizar labores de vigilancia prolongada que además requieran de una gran altitud, pese a que este es un dron de ataque.
Su techo de vuelo son 15.000 metros, tiene un alcance de 28 horas y un radio de acción de 1.850 kilómetros, así como un alcance en combate de 14 horas con una carga. Tiene una longitud de 11 metros y una envergadura de 20. Su uso requiere de un piloto y un operador de equipos, por lo que no es autónomo.
Dispone de un motor de 900 caballos de potencia que le permite una velocidad máxima de 482 kilómetros por hora con una de crucero de 313 km/h. En los 7 anclajes disponibles puede llevar hasta 4 misiles Hellfire y bombas, además de toda una serie de sensores especialmente diseñados para las labores de espionaje.
Desde el comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, Estados Unidos lleva operando este modelo de dron —junto a otros— en aguas internacionales del mar Negro con el fin de detectar los movimientos de las tropas del Kremlin.