El pasado mes de abril, SpaceX, compañía de Elon Musk, realizó el primer despegue de Starship, su inmenso cohete, que acabó explotando. Una situación que provocó que la compañía llevase a cabo más de 1.000 cambios para evitar su destrucción en el próximo lanzamiento y que dejó tanto la zona de despegue como la plataforma de lanzamiento totalmente destruida. Con el objetivo de evitar una situación similar, la empresa espacial privada ha probado ya un nuevo sistema de diluvio.
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La compañía de Elon Musk llevó a cabo el pasado 17 de julio la primera prueba de su nuevo sistema de diluvio, que está diseñado con el objetivo de ayudar a mitigar los daños causados por las llamas de los propulsores raptor de Starship. Un mecanismo que consiste en una serie de cañones que apuntan hacia arriba y disparan agua con nitrógeno a alta presión alrededor del anillo de la plataforma de lanzamiento.
Gracias a este nuevo sistema se genera una inmensa cortina de miles de litros de agua que ayudará a paliar los daños causados por las llamadas de los propulsores y que, durante la prueba que tuvo lugar en la Starbase de Boca Chica, Texas (Estados Unidos), se mantuvo durante 40 segundos.
Cañones de agua
Tras esta primera prueba, es más que probable que SpaceX realice una segunda con algún tipo de sistema de propulsión estático encendido para comprobar mejor la eficacia de los cañones de agua frente al fuego de los 33 motores raptor de Starship, que son los que impulsan el lanzamiento de la nave.
Se espera que este nuevo sistema de seguridad pueda expulsar hasta 350.000 galones de agua, que son algo más de 1,3 millones de litros de agua, durante el futuro lanzamiento del Booster 9. Incluso se estima que la mayor parte de esta agua sea "vaporizada por el calor de los motores del cohete", explica la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) en un comunicado.
Los cañones de agua tienen el objetivo de ayudar a proteger a zona de lanzamiento, por lo que su uso es de gran importancia. El último despegue de Starship provocó un cráter de siete metros de profundidad en la plataforma de lanzamiento de las instalaciones Starbase de SpaceX y restos volando por todas partes, lo que provocó duras críticas hacia la compañía por no haber utilizado un sistema de diluvio de agua.
De hecho, después de su lanzamiento un grupo de ecologista presentó una demanda contra la FAA, afirmando que no había evaluado adecuadamente el posible impacto negativo en los ecosistemas circundantes. Incluso después de ello, SpaceX presentó una moción solicitando ser codemandada en el pleito, ya que la empresa espacial privada argumentó que debía participar debido a que estaba en juego el futuro del programa Starship.
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