La guerra de las galaxias está un paso más cerca de hacerse realidad. Y no hablamos de un nuevo capítulo de la saga creada por George Lucas, sino del nuevo campo de batalla de potencias como EEUU, China o Rusia España de momento no entra en ese selecto club—, que no está en nuestro planeta, sino a 36.000 km de distancia. Es la órbita geoestacionaria de la Tierra, el lugar donde un nuevo programa secreto de la Fuerza Espacial de EEUU y la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO) está a punto de tomar forma.

El primer lanzamiento de esta misión, conocida como Silent Barker (que podría traducirse al español como pregonero o divulgador silencioso) o NROL-107, estaba previsto para el pasado 29 de agosto, pero el huracán Idalia provocó su retraso. El nuevo intento, si nada se tuerce, será el próximo martes 5 de septiembre y será la primera piedra de un sistema que ha abandonado el habitual secretismo del NRO para servir como una suerte de aviso a navegantes. "Queremos que nuestros competidores sepan que tenemos ojos en la órbita geoestacionaria", explicó el teniente general Michael Guetlein, que dirige el Mando de Sistemas Espaciales, en una rueda de prensa.

Se desconocen los detalles de la carga útil a bordo del cohete, por razones obvias, pero en líneas generales se trata de un número indeterminado de satélites que conformarán una constelación muy distinta a la de los Starlink de Elon Musk. Su misión principal será vigilar esa zona clave del espacio para saber en todo momento qué satélites están operando y cuáles pueden suponer una amenaza. Un complemento o herramienta imprescindible para el nuevo escuadrón de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISRS), destinado a supervisar, inutilizar y destruir satélites enemigos.

Emblema de la misión Silent Barker NRO Omicrono

La inaudita decisión del NRO de desvelar el objetivo de la misión Silent Barker tiene una razón de ser: servir como elemento disuasorio, una advertencia directa para países como China, que en los últimos años han puesto en jaque la supremacía espacial de EEUU. "Queremos que la gente sepa, hasta cierto punto, cuáles son nuestras capacidades. Es algo que tiene un gran valor más allá de la seguridad nacional", aseguró Chris Scolese, director de la Oficina Nacional de Reconocimiento.

Red de satélites

La órbita geoestacionaria o geosíncrona, también conocida como GEO, es una región del espacio situada a unos 35.786 km de altura del ecuador terrestre, que permite a las naves espaciales permanecer sobre puntos fijos de la Tierra. Así, los satélites orbitan en la dirección de la rotación de la Tierra, lo que permite que apunten sus antenas a una dirección fija para mantener un enlace permanente con la superficie del planeta.

Constelación de satélites ESA

Desde allí operan todo tipo de satélites, sobre todo los meteorológicos, los destinados a comunicaciones y los que permiten mejorar la precisión de sistemas de geolocalización similares al GPS, pero también los encargados de detectar un ataque con misiles intercontinentales.

"No sólo vamos a mantener la custodia y la capacidad de detectar lo que ocurre en GEO, sino que tendremos las indicaciones y advertencias para saber que está sucediendo algo fuera de lo normal, y eso contribuye en gran medida a la disuasión", admitió Guetlein. Así, Silent Barker actuará como un "perro guardián", vigilando cualquier reposicionamiento de un satélite para ver mejor las naves estadounidenses o para llevar a cabo contraataques espaciales.

Lanzamiento de la misión Silent Barker

"Hemos oído hablar de satélites de comunicaciones que se desplazan de un lugar a otro para dar mejor cobertura a otras zonas. Por supuesto, queremos verlo para saber qué sucede en esa zona. Pero también queremos saber si está ocurriendo algo inesperado, o que no debería estar sucediendo, y que podría representar una amenaza para un activo de gran valor, ya sea nuestro o de uno de nuestros aliados", añadió Scolese. "No estarán enfocando a la Tierra, sino al espacio".

Atlas V

Silent Barker será la última misión de la NRO lanzada desde Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) que usará un cohete Atlas V, que pronto será sustituido por el más moderno Vulcan Centaur de la United Launch Alliance (ULA), compañía derivada de la fusión de las divisiones de cohetes de Boeing y Lockheed Martin en 2006. Los Atlas V que todavía están operativos serán los encargados, si nada cambia, de lanzar el proyecto Kuiper de Amazon, rival de los Starlink de SpaceX, y la cápsula de tripulación Starliner de Boeing.

El cohete Atlas V preparado para el lanzamiento de Silent Barker ULA Omicrono

El Atlas V se desacoplará de sus cinco cohetes propulsores sólidos sólo 2 minutos después del despegue, tras lo cual continuará encendido durante 4 minutos y medio el RD-180, el motor principal de fabriación rusa que hasta ahora ha dado grandes resultados. Después, la etapa superior será la encargada de llevar los satélites hasta su destino, en un viaje de varias horas. 

La misión colocará múltiples cargas útiles en órbita geosíncrona, cerca de su ubicación final, aunque no se ha desvelado el número ni las características de los satélites. Ninguna agencia de las relacionadas con el lanzamiento ha divulgado los fabricantes y contratistas con los que se están asociando para desarrollar el sistema.

El cohete Atlas V en la plataforma de lanzamiento de Cabo Cañaveral ULA Omicrono

Tampoco se conocen detalles presupuestarios del programa, pero hay una clara pista en los presupuestos de 2021. Fue entonces cuando la Fuerza Espacial de EEUU emitió una modificación de un contrato con L3 Harris, señalando que el valor total de su relación con Silent Barker superaba los 258 millones de euros. Y, según revela Space.com, una estimación presupuestaria anterior llevada a cabo por la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de EEUU estimó el coste total del programa en 910 millones de euros, con una plena capacidad operativa prevista para 2026. Para conseguirlo, serán necesarios al menos dos lanzamientos más.

Lo que sí se sabe con certeza es que los datos recabados por el programa Silent Barker serán procesados por el Centro Nacional de Defensa Espacial situado en Colorado Springs (Colorado), mientras que los satélites serán operados por la propia NRO. 

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