La ayuda internacional está siendo esencial para que Ucrania consiga impedir el avance de Rusia. Desde el principio de la invasión, países como España o Estados Unidos han estado enviando material militar el ejército de Zelenski adaptándose a las necesidades de cada momento. Entre los puntos tratados en la última reunión con Biden, el presidente ucraniano recibió el beneplácito de la Administración estadounidense para recibir próximamente el Sistema de Misiles Táctico del Ejército (ATACMS o Army Tactical Missile System).
Por el momento, se desconoce el número de unidades que se enviarán al país europeo y cuándo se hará efectivo el traspaso, según recoge NBC News, citando fuentes gubernamentales. Los ATACMS son uno de los reclamos con los que Ucrania que han sido más insistente en los últimos meses por considerarse clave para la recuperación del territorio perdido por la invasión, principalmente para aquellos ataques de largo alcance contra líneas de suministro, ferrocarriles y puestos de mando.
Las reacciones a la noticia por parte del Kremlin tampoco se han hecho esperar; en esta ocasión quitando hierro al asunto. Los estamentos militares rusos creen que los ATACMS no podrán cambiar la situación en el campo de batalla. "No existe ninguna panacea ni ningún tipo de arma que pueda cambiar el equilibrio de poder", señaló Dimitri Perkov, portavoz del Kremlin.
Tampoco está clara la variante que recalará en suelo ucraniano. Los ATACMS se caracterizan por disponer de un amplio abanico de modelos disponibles con propósitos muy diferentes. Desde aquellos que portan una única carga de gran peso a otras que emplean un esquema de pequeñas submuniciones de racimo para atacar áreas más amplias. Esta última, según indican desde The War Zone, podría suponer un importante revulsivo para las tropas ucraniana en el ataque a los sistemas de defensa aérea rusos y en los aviones aparcados sin protección en las plataformas de los aeródromos militares de Putin.
Misiles de racimo
Los misiles ATACMS se desarrollaron durante los últimos compases de la Guerra Fría y se incorporaron al servicio oficial en 1990. Se trata de un sistema de ataque superficie-superficie fabricado por la estadounidense Lockheed Martin, quien también se ha encargado de crear las diferentes versiones disponibles.
Uno de los puntos clave de estos misiles estadounidenses es su compatibilidad con los sistemas HIMARS que ya se encuentran operativos en suelo ucraniano. Esta particularidad hace a los ATACMS uno de los mejores candidatos para impulsar la contraofensiva y podrían aplicarse en un número muy importante de escenarios. Además, superan los 3.000 kilómetros por hora de velocidad máxima, complicando el trabajo de los diferentes escudos antiaéreos desplegados por Rusia.
La primera versión de la familia de misiles, conocida como M39, dispone de un sistema de guiado inercial independiente del GPS que le permite alcanzar hasta los 165 kilómetros de distancia desde el punto de lanzamiento. Equipa un total de 950 minibombas en forma de submuniciones que la convierten en una de los misiles de racimo más potentes de su clase. Existe una segunda versión con 300 submuniciones que emplea guiado GPS y hasta 300 kilómetros de autonomía.
El misil realiza un giro estabilizado en la etapa terminal del ataque al mismo tiempo que una pequeña carga explota y las submuniciones se reparten de forma uniforme en un patrón circular. La superficie cubierta por el misil de racimo se puede configurar a discreción variando la altura sobre la que se hace liberan las submuniciones.
Cada una de las submuniciones son del tamaño aproximado a una bola de béisbol y cada una de ellas tiene en un interior una carga esférica de fragmentación altamente explosiva. La espoleta de se arma cuando alcanza 2.400 revoluciones por minuto de rotación y se activa al chocar contra el objetivo. Las centenares de submuniciones generan una gran nube de metralla y explosiones especialmente efectiva contra elementos escasamente protegidos, como personal a pie o las aeronaves aparcadas. También contra los sistemas antiaéreos como el S-300, que disponen de sensores y elementos muy sensibles y fácilmente dañables.
Las embarcaciones amarradas juntas también podrían ser un objetivo de estas municiones. Si bien un solo misil no podría hundir un barco directamente, los centenares de submuniciones explosivas sí podría causar daños importantes principalmente a los sensores situados en la cubierta y el mástil.
Lockheed Martin ha fabricado un total de 4.000 misiles ATACMS desde que comenzó la producción. De ellas, aproximadamente 600 unidades ya las empleó Estados Unidos en algunos de los conflictos armados en los que ha participado en las últimas décadas. Por otra parte, el Ejército del país norteamericano lleva varios años actualizando sus misiles de racimo a versiones con una única ojiva a bordo. Se desconoce cuál es la cantidad de misiles de cada modelo que tiene actualmente a su disposición el Ejército.
Solo una ojiva
El proceso de actualización desde sistemas de racimo a convencionales con una única ojiva responde a la caducidad de las primeras unidades fabricadas, con una fecha de fin de vida útil próxima. Durante este proceso de reacondicionamiento, el Ejército estadounidense y Lockheed Martin han diseñado varios modelos con cargas que llegan a los 230 kilogramos. También mantiene el rango efectivo con hasta 300 kilómetros de alcance.
Parte de los M39 antes mencionadas se han convertido en los M57E1, la última de todas las variantes presentadas por el contratista. Cuenta con un nuevo sistema de guiado por GPS, propulsor mejorado y software y hardware de navegación actualizado. La producción de esta versión comenzó en el año 2017.
Los misiles M57E1 han demostrado ser una munición fiable y con potencia suficiente en ataques a más largo radio. La potencia de su ojiva junto a la gran velocidad le confiere capacidades para atacar a nodos logísticos, infraestructura estratégica, carreteras y puentes. Misiones tácticas más concentradas en el espacio pero también con un mayor requerimiento de carga de explosivos.
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