Esta noche del jueves 11 de julio, un cohete Falcon 9 despegaba para llevar a la órbita 20 satélites Starlink que proporcionan el servicio de conexión a internet de Elon Musk. El plan era el mismo que el pasado 3 de julio y el anterior 27 de junio, pero esta vez algo ha salido mal. El despegue, que se ha podido seguir en directo desde España, ha transcurrido sin problemas, pero el cohete no ha podido llevar los satélites hasta su altitud habitual, por lo que estos podrían perderse antes de tiempo.
Es posible que en los próximos días se pueda ver en el cielo una peculiar lluvia de estrellas, como ya ocurrió en 2022, cuando la frecuencia de las reentradas aumentó en un corto periodo de tiempo, principalmente impulsada por los 40 satélites que se vieron afectados por una tormenta solar según se disponían a llegar a la órbita terrestre. Esta vez serían 20 satélites, si no consiguen posicionarlos correctamente.
"Estamos actualizando el software del satélite para ejecutar los propulsores de iones en su equivalente a warp 9. A diferencia de un episodio de Star Trek, esto probablemente no funcione, pero vale la pena intentarlo" ha informado el multimillonario, Elon Musk. Los ingenieros de SpaceX tratan de elevar la órbita más rápido de lo que la resistencia atmosférica los empuja hacia abajo para que no terminen carbonizados antes de tiempo.
La compañía espacial de Musk utiliza los cohetes Falcon 9 prácticamente todas las semanas para colocar en órbita los satélites Starlink así como otras cargas. Hace años que no se recuerda un fallo como este, en ese momento, el vehículo fallaba su primer aterrizaje en cuatro años.
Esta vez, el despegue y el regreso de la primera etapa ha sido un éxito, como de costumbre. Es la segunda etapa, una vez liberada, la que ha sufrido el fallo. Según explica la compañía, el motor no ha completado su segundo encendido, provocando que los satélites se desplegarán antes de tiempo o en una órbita más baja de lo que les corresponde.
Ahora depende de que sus propios propulsores de iones sean capaces de salvarles de un final anticipado contra la atmósfera. Por ahora, solo se sabe que SpaceX ha conseguido contactar con cinco de las 20 unidades. SpaceX suele lanzar los satélites a una órbita inicial de 273 kilómetros y después se dirigen a una órbita final de 550 kilómetros hacia arriba, pero no indica cómo habrían quedado en este último viaje.
Starlink se ha propuesto colocar 42.000 satélites en la órbita terrestre para 2030 y cubrir todo el planeta con su conexión satelital. De ahí, que el ritmo constante de lanzamientos, teniendo en cuenta que algunos fallan y caen, mientras que otros acaban quedando obsoletos y también se dejan caer con el tiempo contra la Tierra para no aumentar el problema de basura espacial existente. Su masa de 260 kilogramos choca con la capa protectora de la Tierra a una velocidad de 27.000 kilómetros por hora y se desintegra en llamas hasta llegar al suelo o el mar.