
Imagen del asteroide Bennu. Omicrono
Científicos simulan cómo sería el impacto del asteroide Bennu de 500 metros contra la Tierra: "Sería catastrófico"
Expertos de Corea del Sur han llevado a cabo esta simulación utilizando un superordenador y datos de colisiones anteriores.
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La comunidad astrofísica en España y en el resto del mundo vive alerta por la proximidad del asteroide 2024 YR4, un cuerpo que podría impactar contra la Tierra en el año 2032. Después de provocar que del asteroide 2024 YR4, un cuerpo que podría impactar contra la Tierra, el temor sobre el impacto de un asteroide se ha multiplicado enormemente. Científicos de Corea del Sur han llevado a cabo simulaciones para vislumbrar las consecuencias de que un asteroide como Bennu, de 500 metros de tamaño, chocase contra nuestro planeta. Y es toda una catástrofe.
Así lo han revelado científicos e investigadores del Instituto IBS de Física Climática de la Universidad Nacional de Pusan de Corea del Sur, que han publicado una preocupante investigación en el portal Science Advances de la prestigiosa revista Science. Titulada "Respuestas climáticas y ecológicas a las colisiones de asteroides tipo Bennu", los científicos relatan cómo las consecuencias de este hipotético impacto modificarían nuestro planeta de forma drástica.
Estas simulaciones se llevaron a cabo en un superordenador IBS Aleph, un potentísimo sistema de 1,43 petaflops de rendimiento con 18.720 núcleos. Todos los resultados del modelo y los códigos, que ya han sido publicados, estiman que esta posible colisión podría entre otras cosas inyectar cantidades masivas de polvo en nuestra atmósfera, con consecuencias "desconocidas" para los ecosistemas terrestres y marinos de la Tierra.
¿Qué pasaría si el asteroide Bennu impactara?
Primero hemos de entender qué es exactamente Bennu. Este es un asteroide de unos 500 metros de diámetro, que cuenta con una órbuta cuyo perihelio se sitúa en el interior de la órbita de la Tierra. Este es el famoso asteroide que la sonda OSIRIS-REx visitó hace ya unos años, y que trajo muestras de su superficie en el año 2023. Fue descubierto en el año 1999, y se considera como un asteroide próximo a la Tierra.
Si bien es cierto que el asteroide que más temores ha causado en este sentido ha sido Apofis 99942, Bennu está siendo estudiado debido a la escasísima probabilidad de colisión que tiene contra la Tierra: de un 0,037%, según los investigadores coreanos. De esta forma, queda claro que la posibilidad de que Bennu acabe chocando contra nosotros es ínfima, pero no queda duda de que las consecuencias de este impacto serían, como mínimo, catastróficas.

Asteroide Omicrono
Según la simulación, la colisión de un asteroide de tamaño mediano podría levantar cantidades ingentes de polvo a la atmósfera, lo que afectaría radicalmente a los entornos marinos y terrestres de todo el planeta. En total, estiman que se inyectarían hasta 400 millones de toneladas de polvo en la estratosfera, modificando el clima, la fotosíntesis a nivel global y la propia composición química atmosférica.
Una de las consecuencias más importantes recaería sobre las temperaturas globales. Ante este escenario, la temperatura media global caería hasta un 4% y las precipitaciones globales caerían un 15%. Esto se debería sobre todo al bloqueo de la luz solar por la cantidad de tierra lanzada contra la atmósfera, lo que abocaría al planeta entero a una bajada generalizada de las temperaturas. No es para menos, ya que la luz del Sol se vería lo suficientemente opacada como para afectar al clima y a la fotosíntesis global.
La capa de ozono se perdería en un nada desdeñable 32%, y la fotosíntesis global se reduciría en un rango de entre un 20 y un 30%. Es decir, que todas las especies del planeta (incluyéndonos a nosotros) estarían expuestas a valores muy problemáticos de radiación ultravioleta, impactando directamente en la vida terrestre y devastando de forma potencial la vida vegetal del planeta.
Obviamente, que todos los ecosistemas marinos y terrestres de la Tierra sufrieran este escenario generaría una caterva de crisis sociales, alimentarias y geográficas difíciles de detallar. Lan Dai y Axel Timmeman, autores principales de la simulación, reconocen que existen posibilidades de que los efectos de este evento se mantengan a largo plazo. De hecho, no sería el estllido como tal lo que devastaría la vida, sino lo que vendría después.

Representación artística de asteroides pasando cerca de la Tierra
El invierno generado por el impacto, afirman los investigadores, "generaría condiciones climáticas desfavorables para el crecimiento de las plantas", de ahí la reducción del 20 o 30% de la fotosíntesis. Este hecho "causaría enormes trastornos en la seguridad alimentaria mundial", generando estragos en la producción de alimentos en todo el mundo.
Lo más sorprendente es que el impacto tendría efectos positivos inesperados. La simulación revela que las algas que viven en las masas de agua se podrían rcuperar en cuestión de unos pocos meses, e incluso podrían llegar a crecer hasta alcanzar volúmenes que no se habrían alcanzado en condiciones climáticas normales. Esto se relacionó directamente con el hierro ubicado tanto en el polvo del asteroide como en el polvo expulsado de la Tierra por el impacto.
El aumento de nutrientes no solo permitiría que los ecosistemas marinos pudieran recuperarse en apenas unos pocos meses, sino que daría lugar a una proliferación enorme de organismos como el zooplancton o el fitoplancton. La investigación abriría la puerta a que la crisis alimentaria pudiera aliviarse progresivamente, gracias a la rápida recuperación de los ecosistemas marinos. Eso sí, los terrestres sí tardarían al menos unos pocos años en recuperarse del todo.
Los investigadores también mencionan a Chicxulub, el asteroide que impactó sobre la tierra hace unos 66 millones de años y que saltó a la fama por provocar la extinción de los dinosaurios. El cuerpo de 10 kilómetros de diámetro generó ingentes alteraciones climáticas que perduraron en el tiempo, las cuales han sido estudiadas hasta el día de hoy para comprender los efectos del impacto de Chicxulub sobre el planeta, basándose en registros geológicos, fósiles y arbóreos.