Si estás leyendo estas palabras, es muy probable que se lo tengas que agradecer a los ganadores del premio Nobel de Química; no en vano, cada vez más internautas usan un dispositivo móvil para navegar por la Web.
Dispositivos que son móviles precisamente gracias a la invención de la batería de ion-litio (o ion de litio), probablemente la pieza de tecnología más común de las últimas décadas. Porque no es sólo que nuestro smartphone tenga una; es que hasta nuestros coches las usan.
Como apuntó el comité de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, es una creación que ha permitido un "mundo recargable", que permite seguir usando nuestros dispositivos una y otra vez sin diferencias apreciables.
La batería de ion-litio, el invento que lo cambió todo
La batería de ion-litio tiene tres características que la hacen única respecto a otras tecnologías: es recargable, es densa, y es ligera; si no tuviese cualquiera de estas tres características, nunca hubiera conseguido expandirse tan rápidamente.
La clave está, cómo no, en el uso del litio para el movimiento de iones desde el electrodo negativo hasta el positivo (cátodo y ánodo), pasando por un electrolito. Este movimiento de iones produce la descarga de la batería, lo que permite usar la energía eléctrica en la función que necesitemos; y por supuesto, el movimiento contrario de iones permite la recarga de la batería, que recuperará la energía que tenía.
Este proceso no es perfecto, y con el paso del tiempo y de los usos la batería perderá capacidad y rendimiento; pero es inmensamente superior a otras alternativas. Precisamente en los últimos años hemos visto muchos intentos de dejar atrás las baterías de ion de litio, con el uso de otros materiales y elementos, pero hasta ahora ninguna ha conseguido destronar a la reina.
Todo esto fue posible gracias a John Goodenough, Stanley Whittingham, Akira Yoshino, y muchos otros científicos que trabajaron en el desarrollo de este tipo de batería; un desarrollo que empezó en la década de los 70, pero que continuó hasta principios de los 80.
Las baterías de ion de litio tuvieron un papel vital para el desarrollo de dispositivos electrónicos portátiles, desde ordenadores a teléfonos. Pese al paso del tiempo, siguen demostrando su valía en diferentes aplicaciones; como por ejemplo, en los coches eléctricos como los Tesla.
Ahora el trabajo de estos científicos ha sido reconocido con el premio Nobel de Química. Goodenough se convierte de esta manera en el premiado de mayor edad, con sus 97 años. Un reconocimiento más que merecido por el impacto que esta tecnología ha tenido en nuestras vidas.