El último informe de basura electrónica revela que el 2019 fue el peor año de la historia en lo que respecta a la cantidad de dispositivos electrónicos que acabaron en los vertederos.
Puede que el hecho de que tiremos cada vez más aparatos electrónicos a la basura parezca algo obvio, teniendo en cuenta que nunca antes la humanidad había consumido tantos productos electrónicos como hasta ahora; pero también indica que las medidas tomadas en los últimos años para atajar este problema aún no han dado resultado.
Por ejemplo, el mero hecho de reciclar dispositivos electrónicos sigue siendo una tarea difícil, cuando no imposible; y aunque hay propuestas interesantes para reutilizar dispositivos, no dejan de ser una anécdota.
Nunca se tiró tanta basura electrónica
Ahora un estudio en el que ha participado la ONU revela hasta qué punto la basura electrónica (o 'e-waste' en inglés) es un problema.
Las cifras son impactantes: el pasado 2019 se produjeron 53,6 toneladas de basura electrónica, más que el peso combinado de todos los adultos europeos; es la mayor cifra de la historia.
La mayor parte de esta basura está compuesta por smartphones tirados a la basura, junto con ordenadores, electrodomésticos, y otros dispositivos. El director del Programa de Ciclos Sostenibles de las Naciones Unidas explica que estamos en el inicio de una "explosión" por el incremento en la "electrificación" que domina nuestras vidas. En otras palabras, cada vez usamos más dispositivos electrónicos, y por lo tanto más de estos acaban en los vertederos.
La peor noticia es que la tendencia va al alza; la cantidad de basura electrónica subió un 21% respecto al 2014, todo un indicador de que el problema se ha agudizado en apenas unos años.
Se recicla, pero no lo suficiente
Con esta tendencia, se espera que la cantidad de basura electrónica se multiplique por dos cuando termine la década; y no estamos hablando sólo de un problema de espacio, sino que los componentes de los dispositivos electrónicos son especialmente contaminantes, y pueden ser una seria amenaza para la salud en contacto con el agua y el entorno.
Como ejemplo están las 50 toneladas de mercurio que se han 'perdido' y que probablemente han acabado en el entorno; el mercurio es especialmente tóxico para las personas y todos los seres vivos. Decimos que se ha 'perdido' porque el rastro se pierde, ya sea porque acaba en vertederos no controlados, se incinera, o simplemente desaparece de los registros.
Curiosamente, no es sólo un problema medioambiental sino también económico; los componentes electrónicos también usan oro y otros metales en pequeñas cantidades, y si se reciclan correctamente, se puede recuperar.
El estudio calcula que, sólo con la basura electrónica generada en el 2019, se podrían conseguir 57.000 millones de dólares en oro, cobre, hierro y otros minerales valiosos.
De hecho, originalmente el estudio se iba a centrar en cómo el reciclaje y el tratamiento de la basura electrónica ha mejorado en los últimos cinco años; pero los investigadores se encontraron esas 'desapariciones'. Como resultado, oficialmente sólo el 17% de la basura electrónica se recicla, pese a las promesas de la industria de que cada vez aprovechan mejor los componentes.