Nunca me cansaré de abrir y cerrar el Samsung Galaxy Z Flip. Aunque estuve en la presentación del dispositivo en Londres y haya tenido entre mis manos otros teléfonos plegables de diferentes formatos, creo que Samsung ha dado en el clavo con su propuesta. Incluso después de un par de semanas en mi bolsillo como teléfono principal me he sorprendido plegándolo despacio para intentar descubrir el secreto del ingenio que hace doblarse una pantalla como si de un libro se tratara.
El teléfono se lanzó hace ya unos meses prácticamente a la par que el resurgimiento del mítico Motorola Razr. Ambos emplean el mismo formato de 'concha' y huyen radicalmente de otras propuestas que podemos encontrar en España como el Galaxy Fold o Huawei Mate X. Porque quizá para algunas personas un teléfono plegable debe convertirse en tablet, pero para otras puede servir para regresar a los tiempos en los que un teléfono cabía en cualquier parte.
Bajo estas premisas llega la segunda apuesta plegable de Samsung que no pretende 'reventar' el mercado a base de ventas sino ser el punto de apoyo de un concepto que posiblemente marque el futuro del sector móvil.
Plegable como seña
Aunque la principal característica del Galaxy Z Flip es que se puede doblar, la marca coreana no ha descuidado ninguno de los otros apartados estéticos y nos encontramos delante de un producto excelente. Una vez recuperados del 'shock' al tener entre las manos un teléfono plegable, lo segundo en lo que nos fijamos es en lo reducidas de sus dimensiones.
En la mano se nota compacto y consistente, aunque es más delgado de lo que nos podíamos imaginar en un primer momento. En la cara superficial, destacan la doble cámara (de la que hablaremos luego), el flash LED y una pequeñísima pantalla en elipse que nos parece un auténtico acierto, aunque mal ejecutado. En el canto derecho tenemos la botonera clásica de subir y bajar el volumen al tiempo que el de desbloqueo, que alberga también el lector de huellas. En el inferior tenemos el altavoz junto al puerto USB Tipo C.
Sin todavía abrir el teléfono, la pequeña pantalla inferior nos resulta demasiado simple. En ella podemos visualizar de un vistazo el día, la hora, controlar la reproducción de música, ver las notificaciones e incluso puede actuar como un 'espejo digital' de la cámara principal. Y es en estas dos últimas situaciones donde echamos de menos una pantalla un poco más grande o, al menos, con un factor de forma más cuadrado que permita más líneas de texto para las notificaciones y más amplitud de visión para la cámara.
Abrimos por fin el terminal y nos encontramos un diseño 'todo pantalla' a excepción de la cámara delantera, agujereada en la parte superior central. En cuanto al formato, nos encontramos con una pantalla más larga y estrecha de lo habitual con una relación de aspecto 22:9 penalizado además por un marco que rodea la totalidad del terminal y que protege la pantalla.
En la mano es muy cómodo y se siente ligero. El hecho de que sea plegable se nos olvida por completo cuando estamos navegando por su interfaz y solo notaremos la bisagra si deslizamos el dedo por encima. Porque, efectivamente, se nota el mecanismo que permite el pliegue. Visualmente no, a menos que la luz incida en cierto ángulo, pero al tacto se nota mucho. No es algo para nada molesto ni notaremos escalones pronunciados y nos acostumbraremos sin mayores problemas.
Pasando a la pantalla principal, se trata de un panel Super AMOLED firmado por la propia Samsung que se ve realmente bien, incluyendo el negro puro tan característico de estos paneles. Los ángulos de visión son excelentes, hecho que tampoco nos sorprende teniendo en cuenta de que se trata de un teléfono muy caro, exclusivo y fabricado por un especialista en pantallas como es Samsung. En cuanto a la resolución, tenemos FullHD+ con 2636 x 1080 píxeles integrados en el panel de 6,7 pulgadas en la pantalla principal y otro Super AMOLED en la pantalla externa con 1,1 pulgadas y una discreta aunque suficiente resolución de 112 x 300 píxeles.
Rendimiento top, batería no tanto
Pasamos al apartado de rendimiento en el que este Samsung Galaxy Z Flip saca un sobresaliente. En su interior tenemos un procesador Qualcomm Snapdragon 855+ fabricado en 7 nm y 8 núcleos. Sin duda, la marca ha querido apostar por el caballo ganador recurriendo al procesador más potente disponible cuando el smartphone se diseñó. El rendimiento, por tanto, es extraordinario y puede literalmente con todo.
En el uso más habitual de redes sociales, mensajería, navegación no encontramos ni un atisbo de debilidad, lo mismo ocurre si lo estrujamos corriendo juegos exigentes. Eso sí, no es un teléfono especialmente diseñado para jugar a títulos pesados. No sabemos si es por su delgadez o factor de forma, pero el Galaxy Z Flip se calienta mucho cuando le requerimos poner a funcionar su procesador a plena máquina y no es un teléfono especialmente frío en el manejo más mundano. Seguro que Samsung ya está trabajando en ello y en la siguiente versión afina este aspecto. O simplemente es un fallo de software que arreglarán en próximas actualizaciones.
En el apartado de la memoria, nos encontramos on 8 GB de RAM acompañados de 256 GB UFS 3.0 de almacenamiento sin posibilidad de ampliación por tarjeta de memoria. También perdemos otro punto importante, no tiene soporte para Dual-SIM.
El software, representado por One UI 2.1 sobre Android 10, nos parece otro de los absolutos aciertos de la compañía. La interfaz es muy clara y desde Samsung afirman que la han adaptado para que sea más accesible con una mano. En el día a día se muestra como un sistema operativo muy sólido con una capa de personalización muy rápida y con muchas opciones. Eso sí, al contrario de lo que pasa con marcas como Xiaomi, el Galaxy Z Flip tiene muy pocas aplicaciones preisntaladas. Cosa que desde aquí agradecemos.
La batería de 3.300 mAh es suficiente para pasar el día, pero sin excesos. Si somos de esos que estamos todo el día mirando el teléfono seguramente tendremos que darle un pequeño empujón a la batería a media tarde si nuestra jornada se alarga más de la cuenta. Lo mismo ocurre si nos gusta echar unas partidas a algún juego complejo. Lo que sí tiene es carga rápida a 25W y lograremos recuperar buenos porcentajes en poco tiempo. No es de las mejores cargas rápidas del mercado y eso también se nota si lo ponemos frente a smartphones de la competencia que alcanzan en algunos casos los 35W.
Cámaras
Pasamos al penúltimo apartado y uno de los menos apasionantes de este Galaxy Z Flip. Contamos con una cámara principal de 12 megapíxeles con estabilizado óptico y un f/1.8 a la que se suma otra con una lente gran angular de otros 12 megapíxeles.
El rendimiento de la primera es más que suficiente para casi todas las situaciones aunque no destaca especialmente si la comparamos con una competencia feroz en este aspecto. Cumple sobradamente y sorprende la inteligencia artificial capaz de reconocer escenas y aplicar los retoques correspondientes. Aunque en ocasiones se torna demasiado 'pesada' y resta calidad a la foto o la hace menos natural.
Por la noche, la cámara principal es relativamente buena y consigue sacarnos del apuro. Las cámaras, heredadas del Samsung Galaxy S10, están muy bien equilibradas pero se nota el paso de una generación.
El gran angular funciona igualmente bien exceptuando en escenas con poca luminosidad donde se queda atrás respecto a su compañera de viaje. Pero en pleno día consigue sacar muy buenas instantáneas.
En este apartado echamos de menos una tercera lente de telefoto que nos permita jugar mejor con el zoom que, con esta carta de sensores, se queda en un discreto zoom 8x con una calidad regular.
La cámara delantera (porque la trasera también se puede usar para selfies) es de 10 megapíxeles f/2.4 que cumple, sin demasiadas pretensiones, su papel para selfies en redes sociales y videollamadas.
Ideal para pioneros
¿Pero tú te lo comprarías? Ha sido una de las preguntas que más me han hecho familiares y amigos al enseñarles las bondades de un teléfono plegable. Y la respuesta ha sido negativa en todas las circunstancias. El Samsung Galaxy Z Flip es un teléfono para aquellos que quieran tener lo último en tecnología y, básicamente, puedan afrontar sin dolor los 1.500 euros de su etiqueta.
Como experimento está muy bien y felicitamos a la marca por lo valiente de sacar al mercado un teléfono que, sin ser de lo mejor, es realmente bueno. Esperamos que esta primera versión sea solo la punta del iceberg de todo lo que está por llegar y consigan en sucesivos capítulos un teléfono más redondo capaz de protagonizar los bolsillos del público general.