Siete errores en tecnología que probablemente estarás cometiendo en tu trabajo
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La tecnología ha llegado a formar una parte casi imprescindible de los puestos de trabajo de muchísima gente: a día de hoy cosas como el dominio de una suite de ofimática o conocimientos sobre bases de datos se dan casi por hecho en muchos trabajos, por ejemplo.
El caso es que este uso de la tecnología puede llevar a cometer unos cuantos errores que pueden traducirse en disgustos, incluso suficientes para tener que ir a juicio. Estos son los siete fallos que probablemente estés cometiendo en el trabajo.
1. Utilizar contraseñas que puedas recordar
Probablemente, y después de disgustos que la gente se ha podido llevar con casos como la filtración de datos de Adobe, hayas comprendido que utilizar una contraseña que se aparte de lo común es lo mejor para evitar ataques. Pero, si lo piensas, si recuerdas con facilidad tu contraseña, probablemente no será todo lo segura que pensabas.
La posible solución a esto es utilizar contraseñas como las que podemos generar con random.org, y almacenarlas todas en un gestor de contraseñas que las guarde todas y las introduzca automáticamente. 1Password o LastPass deberían cumplir con este cometido perfectamente.
2. Evitar la verificación en dos pasos
Ya tenemos una contraseña segura, pero no nos cuesta nada tomar un paso más y seguir teniendo segura nuestra cuenta en caso de que nuestra contraseña resulte comprometida: la verificación en dos pasos nos da un código temporal que debemos introducir justo después de nuestra contraseña, para así aumentar la seguridad con un nivel más.
Lo más común es dar nuestro número de teléfono para que nos envíen un SMS con el código cada vez que nos identifiquemos, aunque hay sistemas como Steam con Steam Guard que nos lo envían en forma de email o Google que utiliza una aplicación para Smartphones además de los SMS como opción. Lo ideal es activarlo en todos los servicios que lo admitan.
3. No estar al día en actualizaciones
Venga, vamos a admitirlo: actualizar nuestros programas de escritorio o nuestras aplicaciones móviles puede dar toda la pereza del mundo, y que se vayan acumulando sólo dificulta las cosas. El caso es que estas versiones anteriores pueden contener errores o vulnerabilidades que un atacante puede utilizar para hacerse con el control o robar datos.
Las actualizaciones suelen corregir todos esos fallos conocidos, así que tomarnos la molestia de actualizar cuando nos lo piden (o de vez en cuando, poniéndonos a nosotros mismos una rutina) nos podría ahorrar esos disgustos.
4. Utilizar una versión antigua de Microsoft Office
Aquí, vinculando con la anterior afirmación, toca hacer otra confesión: no cambias de Office ya sea porque estás a gusto en la versión que sea, o porque directamente no quieres pagar por la nueva versión (algo completamente comprensible, por cierto). El caso es que, personalmente, ya me ha pasado infinidad de veces encontrarme a gente que no es capaz de leer un simple .docx por ser “nuevo”, y cansa bastante.
Además la última versión incluye sincronización con la nube y guarda a medida que vas escribiendo, por lo que se elimina la necesidad de ir guardando copias de seguridad a mano. Y si sigue sin convencerte, existen alternativas de ofimática en la nube gratuitas como Google Drive que promueven el trabajo en equipo.
5. Eliminar las suites de seguridad de tu ordenador
Vale, los antivirus pueden causar problemas de compatibilidad y los análisis resultar ser cansinos y ralentizar el sistema. Pero claro, cuando nos las vemos con algún tipo de malware es cuando desearíamos haber tenido alguna capa de seguridad.
Los antivirus y demás son casi imprescindibles en un entorno doméstico gracias al sentido común (y algo de ayuda de programas del sistema como Windows Defender nunca esta de más), pero en un entorno empresarial es casi imprescindible contar con capas de seguridad extra que nos protejan de posibles amenazas.
6. Llevar auriculares in-ear durante todo el trabajo
Hay gente que tiene los auriculares puestos durante todo el día: ya estén en el trabajo o en la calle, quieren escuchar música, y eso es algo bastante lógico. El caso es que tu oreja no esta hecha para tener el auricular puesto todo el día, y a la larga puede suponer algún que otro problema por muy cómodos que parezcan.
La recomendación para este caso (escuchar música sin que el resto de compañeros estén obligados a soportarla) es utilizar auriculares over-ear, ya sean abiertos o cerrados. De esa forma no tienes el auricular introducido en el oído todo el día, el sonido no llega tan directamente al oído e incluso puede sonar mejor.
7. Trabajar todo el día en una silla vieja e incómoda
El último fallo que comentamos hoy parece una estupidez, pero en realidad podría ser el más importante: si estás sentado en el ordenador todo el día en una silla vieja y que se rompe por todos los lados, probablemente tu espalda esté sufriendo mucho más de lo que piensas.
En estos casos lo recomendable es invertir un poco en nuestra salud y hacernos con una buena silla que nos ayude a soportar las largas horas de trabajo. Las tonterías y pijadas se pueden dejar de lado: lo importante es que estés a gusto en ella.
Fuente | Business Inside