No siempre una contraseña puede resultar más seguro que un PIN, aunque parezca algo obvio. Te mostramos una situación en la que claramente el PIN gana.
Nadie diría que un PIN de 4 dígitos puede ser más seguro que una contraseña de 12 caracteres (de los cuales la mitad son caracteres extraños), pero lo cierto es que es así. Eso sí, solo en algunos casos y bajo determinadas circunstancias, pues está claro que la complejidad de una contraseña bien elaborada puede ofrecernos mucho más seguridad que una simple combinación de 4 números.
Para ponernos en situación, pensad en la contraseña de Facebook, Instagram, Twitter… lo más probable es que la contraseña sea la misma. Aún no siéndolo, está muy expuesta, pues estemos desde el teléfono móvil, desde el PC, o incluso desde un ciber, tendremos que introducirla. Esto implica que si hay un keyloger en cualquiera de esos dispositivos, ten por seguro que la persona encargada de haberlo instalado ahí podrá tener acceso total a la cuenta de esa red social.
Un PIN puede resultar más seguro
Un PIN, en cambio, debería ser exclusivo para cada uno de los gadgets. Es decir, tendremos que usar un PIN para el smartphone, otro para el ordenador, y otro para lo que sea. Nunca deberemos poner un PIN que hayamos usado en cualquier otro sitio. Y es que la cuestión está aquí: si ponemos una contraseña en vez de un PIN, lo más probable es que esa misma la usemos para cualquier otra cuenta, por lo que en caso de estar expuesta, nuestro ordenador también lo estaría.
Ahora vamos a imaginarnos una situación mucho más específica: imaginad que tenemos un ordenador con Windows. Para iniciar sesión tendremos que poner la misma contraseña que usamos en Outlook, pues así funciona en el sistema operativo de Microsoft. Volvemos a lo mismo de antes: si por algún casual nuestra cuenta de correo ha sido hackeada, nuestro ordenador de forma completa estará en peligro.
Aquí es donde entra el PIN, pues si usamos uno exclusivo evitaremos precisamente eso. Por supuesto, el PIN no es el método más seguro, está claro, pues este puesto está ocupado, de momento, por los sistemas de autentificación biométricos (un sensor de huellas, por ejemplo).
Ahora podríamos pensar: si ponemos una contraseña exclusiva para cada uno de los servicios y para cada uno de nuestros dispositivos, será tan segura como un PIN exclusivo. Esto sí es así si estamos en Android, por ejemplo, pero no si estamos en Windows, donde la contraseña, gran parte de las veces, tiene que ser la misma que el correo electrónico, pues si no no podremos sincronizar la información.
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