La posibilidad de que los ransomware sean actos de guerra es real, y las cosas pueden acabar mal si se acaba demostrando.
2017 está siendo el año del ransomware, programas diseñados para “secuestrar” nuestros archivos y pedir un rescate (normalmente en Bitcoin) a cambio.
Wannacry y NotPetya son los primeros que nos vienen a la mente por el gran alcance que consiguieron, afectando a una enorme cantidad de ordenadores de alrededor de todo el mundo. Los creadores de estos ransomware están siendo perseguidos, pero no hay muchas pistas sobre su identidad.
Wannacry y NotPetya pueden tener consecuencias más allá de nuestros PCs
El alcance que está teniendo este tipo de malware es tal, que podría provocar una guerra; esa es la advertencia de los investigadores de la OTAN, que han revelado que Wannacry y otros ransomware pueden ser atribuidos a un estado.
Por el momento no tienen pruebas para señalar a nadie; pero advierten que si una nación es considerada responsable, podría tener consecuencias nefastas.
En concreto, el problema llega cuando el ransomware afecta a sistemas gubernamentales importantes; en esos casos, no es tan diferente como si un misil hubiese destruido esos sistemas, y la respuesta que puede tener es la misma.
Por el momento esto no está ocurriendo porque Wannacry y otros malware se expanden por Internet sin un objetivo concreto; pero los investigadores alertan de que están apareciendo nuevas versiones especializadas en atacar objetivos y en expandirse por redes locales una vez que entran en un sistema.
La importancia de que los ransomware sean actos de guerra
Hay quien ve estos ransomware como una “demostración de poder”, como lo serían unos ejercicios militares; es por eso que, si el efecto que tienen en un país es lo suficientemente grave, se podría invocar el artículo 5 del tratado del Atlántico Norte, por el que todos los países aliados deben acudir en ayuda y responder como si fuera un ataque armado.
Pero, ¿contra quién responderían? Esa es la gran duda. Los investigadores no quieren dar nombres, ya sea porque sólo tienen sospechas o porque no quieren provocar un incidente internacional; hay otros que no tienen esas consideraciones, como el gobierno de Ucrania, que no dudó en acusar a Rusia de crear NotPetya y lanzarlo contra sus sistemas.
Este debería ser un recordatorio de que las guerras digitales tienen consecuencias en la “vida real”.
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