Bases militares secretas y rutinas que quedan al descubierto por las sesiones de ejercicio de los propios militares y ponen en peligro misiones en zonas de conflicto. No, no es el argumento del último episodio de Black Mirror, es la última polémica que rodea los ‘mapas de calor’ de Strava y, por supuesto, la falta de cuidado de los propios usuarios con su privacidad.
Strava es una de las aplicaciones deportivas más conocidas y valoradas. Se trata de una app para el smartphone que nos permite registrar nuestras salidas corriendo, en bicicleta o practicando cualquier tipo de deporte, y nos ofrece una gran cantidad de información y datos de interés de la sesión, así como la ruta que hemos seguido gracias al GPS del móvil (o si se ha utilizado un reloj GPS dedicado).
Con decenas de millones de usuarios de todo el planeta, es obvio que Strava recopila una ingente cantidad de información. Desde el año 2015 la compañía crea anualmente unos preciosos mapas mundiales de calor que reflejan las rutas de millones de actividades muy curiosos. La polémica llega porque en dichos mapas quedan a la luz bases militares, rutinas de los que allí se encuentran y también bases secretas en zonas de conflicto, que no aparecen en otros mapas.
Actividades militares en Strava, ¿para qué están las opciones de privacidad?
Fue el pasado mes de noviembre de 2017 cuando Strava publicó sus ‘heatmaps’ o mapas de calor de 2017. Con el auge de la aplicación, se trataba del conjunto de datos más completo y ‘rico’ en información que la compañía jamás había recopilado. Los datos hablan por sí solos: estos mapas de calor recopilan puntos de rutas de más de 1.000 millones de actividades, más de 27.000 millones de kilómetros entre todos los usuarios y cientos de millones de puntos GPS recopilados por Strava.
El resultado son unos preciosos mapas de calor a los que todos podemos entrar y que cubren todo el mundo. En ellos se pueden ver zonas de paso en actividades como correr o ciclismo. Una forma muy curiosa de explorar nuestras ciudades y ver cuáles son las rutas más comunes.
Ahora bien, el problema llega cuando los mismos militares y soldados que están usando Strava publican sus actividades sin ningún tipo de medida de privacidad activa (muy importante este matiz). El resultado es quedan al descubierto las rutinas y sesiones en las bases militares y dejan a la luz incluso bases secretas y puestos avanzados en zonas de conflicto.
Los usuarios no cuidan su privacidad
Bases rusas, americanas, puestos temporales en Afganistán… solo hay que navegar por zonas aparentamente vacías para ver pequeños trazos ‘iluminados’ indicando que en esas zonas ha habido actividad deportiva.
Obviamente esto representa un problema de seguridad y comparando dichos trazos con mapas por satélite es fácil identificar edificios, rutinas y zonas de paso. ¿Es un problema de Strava o de los propios usuarios de la aplicación?
Desde Strava dejan claro que es decisión de los propio usuarios configurar sus opciones de privacidad. En los mapas de calor se indica que están excluidas todas las actividades privadas y aquellas zonas que los usuarios hayan configurado como privadas (en Strava se puede establecer un perímetro alrededor de la dirección postal para que no se puedan identificar domicilios).
Por tanto, una vez más estamos ante una falta de educación sobre la privacidad. Tanto desde las aplicaciones de Strava en dispositivos móviles, como en su versión web, encontramos opciones para marcar nuestras actividades como privadas por defecto, añadir un modo de privacidad mejorada, evitar ser metidos en ránkings y además una opción específica para que los datos no se incluyan en el mapa de actividades y en el plan Strava Metro.
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