Tarde o temprano, vas a tener que llamar al servicio técnico. Es ley de vida y no podemos hacer mucho al respecto, aunque evitemos darle patadas a la impresora, o aunque no pulsemos en ese banner tan brillante cuando navegamos por Internet. Las cosas se rompen, y eso es más cierto en el sector informático, donde a veces no está muy claro porqué algo ha dejado de funcionar. Pero no deberíamos obsesionarnos con ello; al fin y al cabo, hasta los informáticos tienen que comer.
Pero incluso sabiendo eso, puede que alguna vez hayas sospechado que todas esas visitas del técnico no han hecho nada para solucionar tu problema; incluso es posible que creas que lo ha empeorado, aunque la mayoría de las veces es algo psicológico. Es lo que al principio creían en las oficinas de Siemens en Monroeville, Pensilvania (EEUU), cuando a partir de 2014 empezó a fallar el sistema que tenían para llevar la cuenta de los pedidos.
Cuando el informático sabotea el negocio
Durante años, estas oficinas usaban hojas de cálculo para gestionar los pedidos de equipamiento sin problemas; estos archivos tenían scripts personalizados que actualizaban el contenido de las celdas automáticamente, dependiendo de los pedidos y el inventario que tenían en el almacén. Todo esto estaba automatizado y los empleados sólo tenían que actualizar la hoja con cada nuevo pedido, así que era una gran ayuda; además, en caso de cualquier problema, sólo tenían que llamar a David Tinley, el informático.
Tinley llevaba diez años ofreciendo sus servicios a estas oficinas, y era de fiar; al fin y al cabo, él fue el creador de estas hojas de cálculo tan útiles. Sin embargo, últimamente tenían que llamarle cada vez más; por algún motivo, a veces cuando usaban las hojas de cálculo el programa se cerraba solo y no podían trabajar. Nada que Tinley no pudiese arreglar en pocos minutos, pero aún así, como era un contratista externo, tenían que pagarle por los servicios y el viaje. Pero era mejor que perder los ingresos y el inventario de todo un día, por supuesto.
Un plan perfecto… hasta que no lo fue
Lo que entonces no sabían en la oficina es que Tinley arreglaba estos problemas tan fácilmente porque era él mismo quien los provocaba. En efecto, en algún momento del 2014 a Tinley se le ocurrió un esquema para que le pagasen más: instalar “bombas lógicas” en las hojas de cálculo, ocultas a la vista de los empleados, que se activaban en determinados días. Al activarse, las bombas hacían inservible el archivo y alguien que no supiese qué estaba pasando no iba a poder arreglarlo. Tinley sólo tenía que deshacer el entuerto que él mismo había provocado, y meter una nueva bomba que se activase cuando él quisiera.
Un plan arriesgado pero que tuvo éxito: durante dos años, Tinley recibió más trabajo y por lo tanto, más ingresos por no hacer nada. Pero este plan dependía sólo de un detalle: que fuese él el encargado de “arreglar” el problema; y sí, así es como le pillaron. Una de estas bombas lógicas se activó un día que Tinley no estaba en la ciudad, así que en la oficina llamaron al servicio técnico de la empresa en vez de a él; Tinley tuvo que darles la contraseña de administrador a los técnicos, que encontraron fácilmente la causa de los problemas.
Tinley fue arrestado y se ha declarado culpable de los actos; eso no le salvará, y su situación no es envidiable: el juzgado le puede condenar a hasta 10 años de prisión, una multa de 250.000 dólares, o ambos.