"Don't be evil" (no seas malvado) fue algo más que el lema de Google durante aproximadamente una década; era la gran diferencia de la compañía respecto al resto de tecnológicas, y uno de los motivos por los que atrajo a tantas mentes geniales durante tanto tiempo.
Todo el mundo quería trabajar en Google, ya sea para revolucionar Internet tal y como la conocemos, para descubrir el futuro de la robótica, o para desarrollar IA que ayudase al ser humano. Pero todo cambió en 2018.
Ese fue el año en el que ocurrieron dos actos que cambiaron la imagen de Google para siempre, y el inicio de un cambio de filosofía en la compañía que provocó la salida de muchos de esos empleados que entraron con ilusión.
Google, contra sus propios empleados
La primera de estas revelaciones fue todo un aviso: la frase "Don't be evil" desaparecía del código de conducta de la empresa, sustituida por "Do the right thing" (haz lo correcto). Pocos meses después, Google confirmaba la existencia de Project Dragonfly, un buscador diseñado para China que bloqueaba contenido censurado y potencialmente rastreaba a los usuarios.
Ahora veteranos que salieron de Google en respuesta a estos cambios afirman que esos momentos fueron clave para su decisión; en entrevistas a la CNBC, muestran su frustración por la manera en la que Google llevó Dragonfly en secreto. Google cambió su política de hacer reuniones con todos los empleados para explicar sus planes, a llevar proyectos secretos.
"Es imposible que hace unos años hubiésemos tenido un proyecto secreto con ese tipo de cuestiones éticas", afirma un ingeniero que estuvo más de una década en Google. Un nuevo recluta, que entró entusiasmado, duró menos de un año sin que su propio proyecto terminase; como él, muchos "googlers" como se llamaban a si mismo, organizaron protestas contra la dirección.
Ross LaJeneusse, que fuera ejecutivo de Google centrado en relaciones internacionales y derechos humanos, también ha revelado hoy en una entrada de su blog que descubrió la existencia de Dragonfly en 2017; se sorprendió no solo de que existiera, sino que ninguno de los involucrados le informase. Ahora acusa a la compañía de perseguir los beneficios olvidándose de su compromiso en derechos humanos.
Aunque Google terminó descartando Project Dragonfly, lo hizo tarde y de nuevo sin explicar la situación a sus empleados; muchos ya se habían ido, enfadados no tanto con las decisiones tomadas, sino cómo la dirección las tomó. En ese sentido, el crecimiento de Google ha jugado en su contra, y hay quien apunta a Recursos Humanos como uno de los grandes culpables de la situación.
El pasado diciembre, los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, se desentendieron de todo y dejaron sus puestos de CEO de Alphabet, la casa madre de Google; pero no dejaron la junta directiva, donde aún tienen el poder "en las sombras".