La historia de un periodista que accedió a una sala de Zoom sin permiso para enterarse antes que nadie de los despidos en un medio rival demuestra hasta qué punto están cambiando las cosas en tiempos de confinamiento.
Cuando hablo de "periodista de investigación", probablemente pensarás en la típica imagen del investigador que se patea las calles, habla con sus fuentes, se infiltra en los peores lugares, y acaba desvelando la verdad.
Pero hoy en día, el periodista de investigación trabaja mucho más delante de un ordenador, donde tiene herramientas no sólo para conseguir información, sino para garantizar su seguridad y la de sus fuentes con métodos de encriptado y anti-rastreo.
Periodistas en salas de Zoom
Y ahora parece que una nueva tendencia puede ser la infiltración en videollamadas grupales, y todo gracias a las inexistentes medidas de seguridad que aún vemos en la red, a tenor de la última historia publicada por el diario británico Independent.
El pasado 23 de abril, el periodista del Financial Times Mark Di Stefano publicó en Twitter toda una exclusiva: el Independent iba a aplicar duras medidas en respuesta a la situación económica por la crisis del COVID-19.
Entre estas medidas se encuentran una bajada de sueldo del 20% para todos los trabajadores que cobren más de 37.500 libras, y despidos temporales similares a los ERTE españoles. Además, Di Stefano pudo publicar detalles jugosos, como que los ingresos de publicidad del Independent habían caído entre un 30% y un 50%.
Sorprendentemente, Di Stefano había conseguido esos datos antes incluso que muchos de los trabajadores afectados por las medidas, convirtiéndose en una de las grandes primicias del sector en lo que llevamos de año. Sólo había un problema: cómo había conseguido esos datos.
Según ha revelado el Independent, Di Stefano se infiltró en una videollamada de Zoom que la dirección había organizado para comunicar estas medidas a los departamentos afectados.
Salas de Zoom desprotegidas, un objetivo fácil
Es una grave acusación, pero las pruebas son demoledoras: inicialmente, Di Stefano se conectó a la sala de Zoom con su propio nombre de usuario, por lo que todos los presentes pudieron verlo. 16 segundos después, se dio cuenta de su error y salió de la sala... sólo para volver a entrar unos minutos después. Había cambiado su nombre de usuario, pero estaba accediendo desde su mismo teléfono. Por lo menos había desactivado la cámara.
Este disfraz más propio de Mortadelo no hizo mucho para proteger su identidad, y evidentemente el Independent organizó su propia investigación.
No sabemos qué es más cómico. Que una empresa detrás de un diario de tirada nacional cometa un error tan básico como no proteger sus comunicaciones, o que un periodista crea que puede proteger su identidad cambiándose el nombre de usuario.