Así funciona el código de barras
Si ayer celebrábamos los 40 años desde que se realizó la primera llamada con un teléfono móvil, hoy toca celebrar los 40 años desde que se creó el código de barras.
Conocido en aquella época como el Estándar GS1, una asociación estadounidense de la industria agroalimentaria decidió etiquetar a sus productos con este sistema, tal y como nos recuerdan hoy en Xataka. Así, continúa usándose en la actualidad en todo tipo de productos de todo el mundo.
A simple vista, el código de barras se presenta como una pegatina con barras blancas y negras y un código numérico en la parte inferior con el que, al pasar el lector por encima, podemos ver de qué producto se trata, su precio y más información. Pero, ¿cómo funciona realmente?
Como carácter general, la distancia y el grosor entre barras define una serie de caracteres que nos aportan información al leerlos. Los números que aparecen debajo es el código de barras traducido, que se utilizan cuando no se ha podido leer el código de barras por algún tipo de problema.
Para conocer los primeros pasos de este sistema nos remontamos unos 50 años atrás cuando un par de estudiantes de Philadelphia crearon el primer código de barras con tinta ultravioleta, que se borraba con facilidad. Continuaron experimentando y, tomando las pautas de punto y raya del código morse, crearon un sistema de lectura mediante una lámpara de 500 vatios modificada consiguiendo así leer códigos de barras más elaborados. Rápidamente, crearon una patente (que acabó en manos de Radio Corporation Of America) y fueron muchas las empresas de la época que empezaron a invertir en este proyecto.
Así, comenzaron a crearse prototipos y pruebas menos rudimentarias y con mayor funcionalidad, hasta que en 1967 se publicó el que sería el lector de código de barras definitivo, bautizado como Kartrak y creado por un estudiante del MIT para la compañía Pennsylvania Railroad.
Continuaron pasando los años y las disputas para su adaptación, debido a la desinformación, algunos sectores de la población achacaba este sistema a una herramienta expiatoria del gobierno, mientras que otros grupos católicos lo relacionaban con el número del demonio.
Actualmente, el código de barras se ha asentado de manera universal y es aceptado por toda la población. Paralelamente, la tecnología ha logrado que podamos convivir con este sistema, consiguiendo que con nuestro dispositivo móvil y una aplicación podamos leer los códigos de barras. Por otro lado, ha surgido un nuevo sistema que promete sustituir a las etiquetas con barras. Conocido como los códigos QR o BiDi, capaces de guardar mucha más información (vídeos, imágenes, documentos…). Son ya muchas las empresas de publicidad que lo utilizan en sus campañas.
Finalmente, es interesante destacar lo curioso de que una simple etiqueta haya podido llegar a “controlar” el comercio de cada uno de los productos que salen a la venta y circulan por todo el planeta, desde automóviles hasta cupones de lotería.