3 mitos sobre el índice glucémico
Noticias relacionadas
Seguramente si estás leyendo este artículo es porque ya tienes unas nociones mínimas de lo que es el índice glucémico. Aún así y por si acaso hay algún despistado que no conoce este término vamos a definirlo. De forma muy simplificada podemos decir que el índice glucémico (IG a partir de ahora) es una forma de determinar como cada alimento aumenta nuestra glucosa en sangre después de su ingestión. Para ello se le asigna un valor en una escala que va de 0 a 100 (cuanto más próximo esté al valor 0, menor será en IG y por tanto, menos se elevará nuestra glucemia. En cambio, cuanto más próximo esté al 100, mayor será el IG y más nos aumentará el azúcar sanguíneo).
Como de forma general nos interesa tener estable los niveles de azúcar en sangre, podemos decir que los alimentos con un bajo IG son los más interesantes y los alimentos con un alto IG sería los que convendría evitar.
Parece sencillo, ¿no?. Pues realmente es un poco más complejo. El problema con el IG es que, como en todo, no siempre un valor tiene que ser totalmente positivo o totalmente negativo. Además del blanco y el negro hay una gran escala de grises y depende con la perspectiva en que se mire puede parecer más blanco o más negro. Y es que, realmente, el IG tiene muchos matices y para poder interpretar el valor de cada alimento desde una buena perspectiva, es necesario comprender más ámpliamente este término. Por ello, con la intención de ofrecer una mayor visión acerca del IG vamos a desmontar tres mitos sobre éste.
1. La sandía es de alto índice glucémico y por tanto debe evitarse su consumo:
Ciertamente, la sandía tiene un IG alto (72), pero no necesariamente esto debe significar que deba evitarse su consumo. Hay otro concepto que debemos introducir aquí (sí, la cosa todavía se enreda un poco más), y este concepto es la carga glucémica.
Y es que, el IG se halla al ingerir una determinada cantidad de hidratos de carbono (generalmente 50g de HC). Pero para ingerir 50g de HC a partir de la sandia es necesario tomar de 3 a 4 rodajas (algo que no suele hacerse habitualmente). Por ello, para darle una mayor perspectiva, es necesario que nos fijemos en la carga glucémica, que es un valor más completo ya que tiene en cuenta el IG pero también la cantidad de HC que estamos consumiendo. La carga glucémica se clasifica de un valor de 0 a 20, y si calculamos la carga glucémica de una rodaja de sandía obtenemos un valor de entre 4 y 7. Es decir, una carga glucémica más bien baja. Por tanto, no hay razón para “crucificar” a la sandía y más con lo que apetece a estas alturas de verano.
2. Cada alimento tiene un valor fijo de índice glucémico:
Seguro que si te has interesado en este tema, has llegado a ver diferentes tablas con valores de IG muy distintos para el mismo alimento. ¿Y a qué se debe estas inconsistencias? Pues a que hallar el IG de los alimentos no es una tarea fácil. La respuesta de cada persona a un alimento puede variar ligeramente. Por ello, si dos laboratorios distintos tratan de hallar el IG de cada alimento haciendo pruebas con individuos distintos, es muy probable que se vean pequeñas diferencias.
Pero no solo interfiere el metabolismo de cada persona. El IG de un mismo alimento puede variar dependiendo de su variedad, de donde éste se haya cosechado, su maduración, el clima que haya hecho… Sin embargo, pese a estas pequeñas diferencias, si un alimento tiende a un alto IG, acabará siendo de alto IG.
3. Todos los alimentos con bajo índice glucémico son buenos:
Aunque haya alimentos que no eleven en exceso nuestra glucosa sanguínea, no tienen porque ser la mejor opción. Por ejemplo, alimentos como los clásicos conguitos o los M&M’s, así como muchos alimentos para diabéticos que contienen grandes cantidades de fructosa, tienen un IG bajo, ¡pero esto no significa que podamos consumirlos de forma habitual!
Vía| Fooducate
Imagen| Fooducate/ Parentinghealthybabies