¿Cómo hablar con los hijos sobre la muerte?
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Como padres hay muchos temas difíciles que nos tocan afrontar: las malas compañías, el descubrimiento de su sexualidad, las drogas… Y uno que preocupa mucho es cómo explicarle a un hijo la muerte (de un familiar por ejemplo), que es adecuado y que no, que puede entender y que le confundirá. Hoy veremos unos cuantos datos y consejos que os ayudarán a hacerlo mejor.
¿Cómo reaccionan los niños ante una muerte?
Por lo general los niños sentirán tristeza por lo que ha pasado, rabia por haber sido abandonados, miedo a que les dejen solos, temor a que pueda morir el progenitor superviviente y culpa por haber podido provocar la muerte. Estas serán las dudas y sentimientos que hay que aclarar cuando se le hable al niño de una muerte. Pero lo que piensen también dependerá de la edad del niño:
Hasta los 2 años:
No hay comprensión cognoscitiva de la muerte, lo ven como una separación o abandono, se siente desesperación por la interrupción del cuidado.
En edad preescolar (2-5/6 años):
No van a poder entender que es un concepto permanente o inevitable, sino que lo consideran algo reversible, temporal e impersonal. Tampoco entenderán que la persona deje de comer, dormir, respirar… (Pensaran que lo hace en el cielo). No entenderán que significa que el cuerpo ya no funciona. No verán la muerte como algo que les puede pasar a ellos y no comprenderán sus causas. Les costará comprender porque los adultos están tan tristes. Pueden ver la muerte como un castigo.
Es probable que tengan regresiones (por ejemplo que vuelvan a hablar como un bebe), que busquen más cariño o que se resistan a ir al colegio. Puede que tengan más rabietas como forma de expresar su tristeza o tensión. Pueden mostrarse enfadados con la persona fallecida, los familiares o las enfermeras.
Puede que hagan preguntas muy directas o frías, esto es normal. Puede que incluso se “hagan los muertos”, es su forma de experimentar con la idea, no les digas que no lo hagan. Es posible que se muestren distantes a las emociones de los adultos.
Pueden aparecer pensamientos mágicos de que los deseos se vuelven realidad (pueden creer que el desear algo lo puede hacer realidad y pensar que la muerte es culpa suya por haberlo pensado, etc…)
Entre los 5 y 9 años: Comienzan a ver la muerte como algo definitivo que les ocurre a todos los seres vivos pero no lo ven como algo que les pueda afectar a ellos. En estas edades empiezan a personificar la muerte (con un esqueleto, un ángel de la muerte o similar) y pueden empezar a tener pesadillas que abordan el tema.
Sobre los 9 o 10 años: Ya entienden la muerte como algo definitivo que les puede pasar a ellos, empiezan a elaborar teorías filosóficas al respecto, los adolescentes pueden tratar de buscarle el sentido a la vida. Algunos pueden reaccionar a su temor arriesgando su vida innecesariamente (“desafiando a la muerte”). A partir de estas edades ya es más fácil hablar con ellos y no hay tanto riesgo de “explicárselo mal”
¿Cómo comunicarle a un niño una muerte?
– Se sencillo y breve. Utiliza un lenguaje que entiendan y acorde a su edad. No entrar en explicaciones complicadas sobre enfermedades, explicar que su cuerpo ha dejado de funcionar y ya no come, bebe o respira pero ya no siente dolor. En niños mayores se puede entrar en más detalles (seguramente los pedirán pues ya entienden el concepto de muerte).
– Dale razones sencillas. Estaba viejo y su cuerpo ya no funcionaba bien, estaba enfermo y su cuerpo ha dejado de funcionar. Hay que explicarle que hay muchos tipos de enfermedades, que por ejemplo un resfriado no puede matar a nadie.
– Expresa tus propias emociones. No intentes ocultarlo, los niños se dan cuenta de todo. Explícale que los adultos también necesitan llorar a veces y están tristes. Debe entender que hay un luto y que el también puede expresar lo que siente, que eso es algo bueno.
– Evita eufemismos tipo “descansa en paz” o “sueño eterno”, los niños no entienden esto y les confunde mucho. No digas que está durmiendo o se ha ido. Siempre utiliza la palabra muerte y explica que su cuerpo ha dejado de funcionar.
– No evites sus preguntas. Respóndelas y si quieres puedes leerle cuentos que abordan el tema. Ten en cuenta que el tema surgirá repetidamente
– Ten cuidado cuando hables de Dios y el cielo. Por ejemplo se puede decir está con Dios, pero no Dios siempre se lleva a los mejores (el niño puede sentirse desmerecido).
– Dale seguridad. Deben saber que nada de lo que ellos hicieron tuvo que ver con la muerte. Hay que asegurarnos de que no se sientan culpables de nada.
– Recuerda al fallecido. Si el niño es muy pequeño para asistir al funeral podemos poner una vela en casa, soltar al aire un globo, hacer un dibujo, etc… Es importante que él pueda vivir su luto también, que le ayudemos a expresarlo. Debemos recordarle lo bien que lo pasaba con esa persona o las cosas que hacían juntos.
– No le restes importancia a la muerte de una mascota. Estos serán los primeros contactos con la muerte y servirán de aprendizaje para situaciones posteriores, no infravalores su tristeza.
– Ayúdale a reaccionar ante las noticias de un desastre natural o guerra (otra toma de contacto con la muerte). Asegúrale que estas ahí para cuidar de él, que no va a estar solo y que se va a cuidar de él.
– Intenta que el niño recupere la normalidad lo antes posible. Las rutinas y lo habitual le darán seguridad y es importante que no pierda su vida social habitual, que vuelva al colegio lo antes posible y siga con las actividades semanales.
Siempre hay que hablarles a su altura, mirándoles a los ojos y con tono suave. Debemos pedirles que repitan lo que les hemos dicho para ver si lo han entendido. Debemos pedirles que expresen lo que sienten o lo que piensan y si tienen alguna duda. Es mejor hablar con ellos en un lugar cómodo o familiar y sin que haya más gente.
Se le puede decir al niño que cuando una persona muere siempre nos queda su recuerdo y su amor.
¿Debemos dejar que un niño visite a un enfermo o moribundo en un hospital?
Puede ser bueno para ellos si la persona ha desempeñado un papel importante en su vida, siempre que se les mentalice claramente de lo que se van a encontrar (todo). Nunca se debe obligar o culpabilizar a un niño por no haber ido. Sólo deben ir si quieren. Si no siempre tenemos la opción de que hablen con el enfermo por teléfono o le escriban una carta. Realmente los niños deben entender el proceso y sentirse parte de los acontecimientos (les ayudará a sentirse menos impotentes). Deben tener la oportunidad de “despedirse” en cierta manera. Un niño puede no entender que alguien se muera de repente pero puede parecerle más lógico verle primero enfermo, débil y que luego fallezca, entender el proceso. Además suele ser una alegría para el que está enfermo la visita de un niño. Si el niño no está capacitado para asimilar lo que verá o no quiere ir, es mejor que no vaya.
¿Debe un niño asistir a un funeral?
Si el niño es lo suficientemente mayor como para comprender y participar puede ser bueno para él poder compartir el ritual con amigos y familiares. Se le debe explicar lo que ocurrirá y que hará la gente, que vera gente triste y llorando. Si es posible el niño debe ir con un adulto que vaya a poder mantener la calma y responder a sus preguntas. Nunca se obligará a un niño a asistir si no quiere.
¿Enviar a los niños lejos?
Muchas veces esto se hace porque no queremos que vivan ese sufrimiento o no nos sentimos capaces de estar pendientes de ellos. Esto puede crear inseguridad y descomprensión en los niños que se darán cuenta de que algo ocurre aunque no se lo digamos, les puede hacer sentirse inseguros y crear problemas posteriores. Siempre es mejor informarles de lo que ha ocurrido y dejarles ser parte de lo que ocurre para que puedan entenderlo. Necesitarán la proximidad de seres queridos pero sin sobreprotegerlos, deben poder seguir jugando con sus amigos o visitar a parientes, pero será más difícil para ellos afrontar los hechos si los apartamos de su entorno natural y de los cuidadores principales.
Resumiendo: Lo que el niño debe entender al final de la conversación con él es que la muerte es universal e irreversible, que el cuerpo ha dejado de funcionar y que los sentimientos no deben esconderse. Si vemos que el niño se muestra excesivamente deprimido o con conductas fuera de lo normal, que el luto se alarga demasiado o nos preocupa su reacción siempre podemos acudir a un profesional.
Fuente: Babycenter, Centro clínico de los institutos nacionales de salud, Solo hijos, todo bebé, El mundo, mamá psicóloga infantil.
Imagen: Wikipedia.