Medicación en agresividad, autolesiones e impulsividad. ¿Por qué utilizarla? y ¿realmente funciona?
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Este es un tema que aunque parezca obvio no lo es, es bien cierto que la impulsividad, la agresividad y las autolesiones hoy en día se medican pero que algo se medique no quiere en absoluto decir que ese tratamiento sea el más recomendado o que de hecho tenga alta efectividad. Por ello vamos a analizar los aspectos más importantes a tener en cuenta en este tipo de casos.
¿Cómo son estos cuadros?
Pues de hecho suelen frecuentemente aparecer de forma conjunta, la agresividad va de mano de la impulsividad y las autolesiones son más frecuentes en personas impulsivas. Además las autolesiones son un gesto de auto-agresividad y como tal más probables en personas con tendencias agresivas, y por supuesto los impulsivos es más fácil que lleguen a la agresión. Esta claro que no todos los casos son así y hay personas que solo presentan uno de los tres aspectos sin aparecer los otros dos, pero es frecuente la comorbilidad (aparición conjunta). Es por esto que agrupamos los tres en un mismo artículo.
Para saber más sobre las autolesiones podéis acceder a un artículo anteriormente publicado en Medciencia.
Otra cosa importante es entender que ninguno de estos tres síntomas es un trastorno. Sí aparecen en otros trastornos como parte del cuadro pero por sí solos no son un trastorno determinado. Lo que suele ocurrir es que son síntomas graves y que requieren atención inmediata (no se puede esperar a tener un diagnóstico completo muchas veces) y frecuentemente peligra la vida de la persona o la de los que le rodean o implica un deterioro severo, además son síntomas muy llamativos por ello se tratan en ocasiones de forma separada al trastorno. De todas formas incluso cuando están englobados dentro de otros trastornos (Trastorno límite de personalidad, trastorno bipolar, etc…) el tratamiento habitual suele centrarse en el resto del cuadro siendo frecuentemente pocas las estrategias específicas para estos síntomas. Quizás como excepción el tratamiento del trastorno límite es el que más se enfoca a este tipo de síntomas pero aún así frecuentemente se consideran como síntomas a tratar aparte (aparte de la terapia principal o en un bloque separado de la misma por ejemplo) ya que no está tan claro como enfocarlos y cuando lo está pueden requerir un tratamiento algo diferente al del resto de síntomas.
Tal vez esta urgencia en la necesidad de tratamiento es la que resulta en el uso de medicación, de primeras una solución inmediata y más breve.
Si los síntomas requieren hospitalización (suele ser puntual) se entiende que la medicación estará de seguro indicada y es lógico pues en ese momento la conducta ha alcanzado una proporción peligrosa, se utilizarán por ejemplo dosis más altas que las que se utilizarían de forma terapéutica a largo plazo, pero aquí la función de esta medicación debemos entender que es algo diferente.
¿Qué medicamentos se dan? Y ¿Cuál es la efectividad de estos medicamentos?
No es necesario separarlos por bloques pues en los tres grupos de síntomas se utilizan el mismo tipo de medicamentos, esto se debe a que las causas o alteraciones fisiológicas son muy parecidas y que los neurotransmisores implicados también.
Los medicamentos con eficacia terapéutica demostrada son: Los antidepresivos, casi siempre ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), por ejemplo Fluoxetina, Paroxetina o Citalopram. Los estabilizadores del estado de ánimo como el litio o los anticonvulsionantes que tienen este efecto estabilizador (Lamotrigina, Divalproato y Carbamacepina). Los antipsicóticos atípicos como la Clozapina, Risperidona u Olanzapina.
En ocasiones se han utilizado los antagonistas opioides (naltrexona) y los betabloqueantes (propanolol) pero estos no han demostrado su eficacia ya que los estudios realizados no son estadísticamente significativos.
Los antidepresivos triciclicos (Amitriptilina), ciertas benzodiacepinas (Alprazolam) y los psicoestimulantes han demostrado desarrollar ciertos efectos secundarios no deseables sobretodo asociados a los impulsos que pueden poner en peligro la vida del paciente, luego no están indicados en estos casos.
Sabemos que la agresividad y la impulsividad están relacionadas de forma biológica (o causadas) por un desajuste asociado a los neurotransmisores serotoninérgicos, dopaminérgicos y adrenérgicos, luego es lógico que los medicamentos antes citados como efectivos sean aquellos que afectan a estos sistemas de neurotransmisores.
Está claro que los medicamentos en cierta manera van a funcionar. El problema está en que no enseñan a la persona estrategias para afrontar su problema y no está claro que los beneficios de la misma perduren una vez retirada la medicación. En cambio las estrategias psicológicas tienen mayor efectividad a largo plazo. Además los medicamentos tienen efectos secundarios importantes así como riesgos en el uso que el paciente le da (ver complicaciones más abajo).
Esta claro que si yo sedo a una persona va a ser menos agresiva pero esta solución a mi parecer no es la más adecuada como tratamiento (sí en un momento puntual, tipo contención del ataque), pero por esta misma regla si yo le doy un chute a alguien que le deja grogui tampoco será ansioso, ni obsesivo, ni fóbico, pero solo estamos tapando el problema con una solución temporal. Queda clara mi opinión de los sedantes en grandes cantidades… En dosis mínimas los veo útiles solo hasta que otros tipos de medicación inicien su efecto (por ejemplo los antidepresivos que pueden tardar entre 3 y 4 semanas).
Una de las formas de elegir qué medicamento usar es tener en cuenta el estado médico y psicológico de la persona e intentar que la medicación sirva para otros síntomas también. Por ejemplo si a la agresividad se suma una ideación paranoide (los demás están en mi contra, me observan…) pues puede que nos decantemos por los antipsicóticos, si hay síntomas depresivos elegiremos antidepresivos, si hay inestabilidad emocional tal vez un anticonvulsionante… Etc…
Complicaciones y aspectos a tener en cuenta:
Una de las complicaciones más obvias es que una persona que es impulsiva, agresiva o se autolesiona puede fácilmente incurrir en una sobredosis o utilizar la medicación para hacerse daño.
Otra complicación frecuente es que estas personas pueden consumir alcohol u otras drogas que interaccionarán de forma peligrosa con la medicación. A parte es probable que sean poco cumplidores con las dosis o que tengan poca adherencia al tratamiento.
Algunos fármacos como el antiepiléptico topiramato pueden en algunos casos incrementar las ideas suicidas (causar síntomas depresivos), lo cual en este tipo de personas es bastante peligroso. Son pocos los medicamentos que tienen estos efectos secundarios y los médicos suelen estar atentos pero por si acaso siempre está bien leer un poco sobre lo que nos recetan porque todos somos humanos y alguna vez se les puede pasar.
Otra complicación son los efectos secundarios de este tipo de medicaciones: Somnolencia, letargia, inhibición del deseo sexual, mareos, boca seca, aumento de peso en algunos, problemas de memoria… (Esto sin tener en cuenta las reacciones más fuertes de intoxicación).
Muchos de estos medicamentos requieren controles médicos frecuentes y rigurosos (por ejemplo el litio) y lleva tiempo conseguir la dosis adecuada justa para obtener los mayores beneficios terapéuticos con el mínimo de síntomas secundarios.
Otro aspecto a tener en cuenta es descartar otros problemas más severos como lesiones o tumores que pueden causar este tipo de síntomas, las lesiones en el área prefrontal del cerebro son el ejemplo más claro ya que esta área regula la impulsividad, también el sistema límbico, el hipotálamo, etc…
Tratamientos alternativos (complementarios):
La alternativa más efectiva es la terapia psicológica (dentro de ellas la terapia cognitivo conductual es de las más utilizadas), luego se puede utilizar también la hipnosis, las intervenciones familiares…
Los fármacos deberían tener la función de apoyar el tratamiento psicológico y no sustituirlo, de cualquier forma mi punto de vista es que una persona medicada debería haber recibido terapia de alguna forma en algún momento por lo menos. De la misma forma si la terapia no fuera suficiente se podría introducir la medicación. Y por supuesto cuando la terapia empiece a ser efectiva la medicación debería ir intentando reducirse.
Estas personas suelen tener problemas de autocontrol en general y el autocontrol es una conducta que solo puede ser aprendida a través de la terapia y el entrenamiento de la misma, la medicación inhibe la impulsividad mientras hace efecto pero no soluciona el problema.
Debemos tener en cuenta que la terapia es capaz también de producir modificaciones fisiológicas pero en un plazo más largo de tiempo.
Fuente: Soyborderline, autolesión.com, trastornolímite.com.
Imagen:Wikimedia.