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Jubilación ¿un comienzo o un final? Factores clave para vivirla mejor

5 diciembre, 2013 17:33

Algunos datos:

Un factor clave a la hora de adaptarse en esta nueva etapa de la vida, tiene que ver con cómo las personas perciben la jubilación y qué ideas asocian a ella. Un 29% de los jubilados asocia la jubilación con las ideas de muerte, viejo enfermo, dependiente y problemas de salud frente a un 16 % de los trabajadores. Por el contrario existe otro porcentaje importante, un 33% de jubilados y 34% de trabajadores, que asocian esta etapa de la vida con descanso, paz y tranquilidad.

Datos recientes del IV Estudio internacional sobre jubilación del grupo AXA, indican que la mayor parte de los trabajadores (un 55%) se jubila antes de los 65 años y de forma voluntaria (67%), versus un 33% que lo hace de manera impuesta por la empresa. Y este hecho es importante ya que las circunstancias del abandono del trabajo, van repercutir en la manera en la que se adapte la persona a la nueva etapa.

España es el quinto país que más tarde se jubila con una media de 61 años (4 más tarde de lo deseado), es el país con una menor tasa de trabajo remunerado entre los mayores pero se sitúa entre los primeros en actividades de ocio (hobbies, pasear, viajar) que también desempeñan un papel importante en la adaptación.

¿Final o comienzo?

Las consecuencias positivas derivadas de la jubilación se relacionan en su mayoría con la mayor cantidad de tiempo libre (realización de actividades recreativas, culturales y de ocio; oportunidad de relación más frecuente con la pareja; tranquilidad, descanso, etc), aunque también le acompañan consecuencias negativas de diversa índole (estrés, depresión, problemas económicos, disminución de las relaciones sociales, aburrimiento, aislamiento, baja autoestima, problemas de salud, dificultad para encontrar actividades fuera del trabajo que sean gratificantes…).

Respecto a los factores psicológicos y sociales que inciden en el ajuste emocional de este periodo, destacan la influencia positiva del apoyo social (real y percibido) y la planificación, encontrando que los de mayor nivel educativo, económico, posición profesional y autoeficacia percibida planifican mejor su retiro.

Como factores sociales se encuentran diferencias de género, derivadas principalmente de la desigualdad de salarios y mantenimiento de roles de género tradicionales. En este sentido el que la mujer continúe trabajando y el hombre se jubile puede convertirse en una fuente de conflicto siempre que no sea coherente con los roles y valores adoptados, especialmente por el hombre. Además factores como el tener bajo cargo a personas dependientes propician la jubilación anticipada, especialmente en las mujeres.

Otros los autores han relacionado la autopercepción negativa (visión negativa de uno mismo) y la obligatoriedad del cese de la actividad laboral con mayores niveles de ansiedad y depresión en prejubilados, pero observándose niveles más bajos entre los que hacían ejercicio físico en comparación con los que llevaban una vida más sedentaria.

Sin embargo existen estudios que apuntan a la existencia de consecuencias positivas en la salud derivadas de la jubilación. Como consecuencia del cese del estrés relacionado con el trabajo y del incremento de las actividades físicas y de ocio.

Fases de adaptación  a la jubilación

Atchley define la jubilación como un acontecimiento, un proceso y un rol, distinguiendo una serie de etapas en las que el individuo iría experimentando cambios en la relación entre sus expectativas y resultados:

Prejubilación: la persona considera la posibilidad de jubilarse, y es precisamente en esta fase donde tienen un mayor efecto o representatividad los mitos y creencias en torno a la jubilación.

Luna de Miel: se caracterizaría por un alto nivel de motivación. Se alternan periodos de actividad y descanso.

Desencanto: principalmente disminuye el nivel de satisfacción. Una vez en esta fase puede darse bien una estabilización, caracterizada por un mantenimiento en el descanso o por la búsqueda de una nueva rutina. O bien, darse una dependencia caracterizada por limitaciones con periodos de estabilidad y reorientación.

Actualmente se considera que no todas las personas pasarían por todas las fases y no necesariamente en este orden.

Otros autores, Ross y Drentea, diferencian tres formas de vivir la jubilación:

– Jubilación como liberación: predominarían los efectos positivos en el bienestar psicológico y el control personal. Las actividades son más autónomas y satisfactorias.

– Jubilación como aislamiento: predominan los efectos negativos en el bienestar psicológico y el control personal. Las actividades llevadas a cabo se realizan en solitario y son rutinarias.

– Jubilación como compensación: no se producirían diferencias con la etapa anterior y el patrón de actividades es mixto.

Un interesante estudio de Agullo-Tomás (2001) analizó el discurso de las personas mayores sobre la jubilación, obteniendo cinco actitudes predominantes: rechazo, aceptación, liberación, oportunidad y ambivalencia. La actitud de rechazo o negación se presentaría fundamentalmente entre personas con niveles educativos altos, muy vinculadas emocionalmente y satisfechas con su actividad profesional. La aceptación se encontraría principalmente entre las personas de estatus medio y bajo. En la liberación la jubilación sería vivida como un premio al trabajo realizado y bajo la actitud de oportunidad, la jubilación sería vista en su sentido más positivo ya que le permite al individuo iniciar nuevas actividades.

De ello se puede deducir que la actitud que se mantiene hacia la jubilación puede determinar en parte el éxito con el que el individuo se adapta a ella.

 

Fuente: Revista Española de Geriatría y Gerontología; Psicothema; Journal of Health and Social Behavior