Oliendo el cáncer: Narices electrónicas contra la enfermedad
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En alguna ocasión hemos comentado en nuestro blog hermano MedCiencia la posibilidad de realizar diagnósticos más precoces de determinadas enfermedades mediante el olor, e incluso el caso de la mosca de la fruta y su infalible olfato para oler el cáncer. Eso si, cabe puntualizar que lo que nosotros catalogamos como “olor” realmente son interacciones entre moléculas de tamaño micrométrico y receptores que se encuentran en nuestras fosas nasales. Son uniones molécula-receptor en esencia. Partiendo de esta base, habría muchas enfermedades que se podrían diagnosticar mediante pruebas médicas por dicho olor, y su precisión sería bastante alta (similar a la detección actual del cáncer de mama, para que os hagáis una idea).
El olor como diagnóstico
Curiosamente, la posibilidad de realizar diagnósticos mediante el olor lleva mucho tiempo teniéndose en cuenta, y se suele usar en la medicina de forma habitual: Se huele el aliento de los pacientes, la orina, las heces u otros fluidos. Pero claro, esto son experiencias subjetivas, pero bastante clarificadoras en muchas ocasiones. Algunos ejemplos de la relación enfermedad y olor podrían ser los siguientes:
Infección anaerobia: Olor de manzanas podridas en piel y sudor.
Infección de vejiga: Olor de amoniaco en orina.
Diabetes: Olor de quitaesmalte (acetona) en aliento.
Insuficiencia hepática: Olor de pescado crudo en aliento.
Rubeola: Olor de plumas recién arrancadas en sudor.
Esquizofrenia: Olor a vinagre en sudor.
Escrófula: Olor de cerveza rancia corporal.
Fiebre tifoidea: Olor de pan integral recién horneado en piel
Fiebre amarilla: Olor de carnicería en piel.
Fuente: Alphus D. Wilson, Manuela Baietto, “Advances in electronic-nose technologies developed for biomedical aplications”, publicado en Sensors
Como veis, es algo ya investigado. De hecho hubo una reciente investigación publicada en Psychological Science de la mano de Mats Olsson, del Instituto Karolinska de Estocolmo, el cual quería demostrar como el olor es más importante de lo que pensamos
Para dicho experimento vistió a 28 voluntarios con camisetas ajustadas de algodón y a la mitad les inyectó un placebo, y a la otra mitad una sustancia química que provocaba una reacción similar a la gripe. Un mes más tarde, todos los participantes regresaron y se les inyecto la sustancia contraria a la primera vez (a los del placebo la sustancia química, y viceversa). Todas las camisetas fueron posteriormente recogidas, se cortó la zona de las axilas y se colocó en botellas. Estas fueron usadas para ser olidas por otro grupo de voluntarios y que las clasificaran según el olor (intensidas, desagrado u olor saludable). Como se esperaba, el olor de los enfermos era más desagradable.
La detección temprana del Cáncer mediante el olor
Por otra parte, George Preti tiene su propia investigación de olores, esta vez en cáncer (concretamente el cáncer de ovario), pues su detección temprana es crucial:
“Si te imaginas un grano de pimienta y una cebolla, la diferencia de tamaño entre los dos es la diferencia entre el momento en el que se debería diagnosticar el cáncer, y cuando se diagnostica realmente en la actualidad”
Para ello, Preti se basa en el hecho de que cada día, nuestro cuerpo produce sustancias químicas procedentes del metabolismo que se evaporan en el aire, y las células cancerosas no son una excepción. De hecho, tienen un metabolismo diferente, y por lo tanto sus productos químicos liberados son diferentes, y su olor también. Aunque dicho olor es demasiado sutil para la mayoría de los seres humanos, los perros si serían capaces de reconocerlo (si los humanos tenemos alrededor de 5 millones de receptores olfativos, los perros tienen 300 millones de dichos receptores, cosa que no está nada mal).
Perros y narices electrónicas
Para aprovechar esto, Preti está trabajando con el Penn Vet Working Dog Center, entrenando a perros para detectar cánceres de ovario con hasta un 90% de precisión. Pero, evidentemente, el plan no es llevar perros a los servicios de oncología de los hospitales, pero si pueden ayudar a poder etiquetar un “olor concreto de cáncer”, ya que funcionan como un bioensayo peludo con cuatro patas.
Estos amigables animales ayudarán a Preti y a su colega Charlie Johnson a programar sensores de un dispositivo que funcionara como nariz electrónica. Este prototipo imita a los receptores de la nariz mediante cientos de nanotubos de carbono, cada uno con una cadena de ADN. Estos filamentos pueden transformar la mezcla de sustancias químicas del aire en una señal electrónica. Es decir, tendríamos el poder de una nariz de un perro en un chip del tamaño de una uña, y este si puede ser usado en los hospitales.
Narices electrónicas en medicina
Actualmente ya existen dispositivos de este tipo en otros campos como en la detección de gas venenoso en zonas de guerra, pero ahora han pasado al campo médico gracias a un prototipo llamado BreathLink, desarrollado por la empresa Menssana, capaz de oler el cáncer de mama gracias al aliento de las pacientes. Su capacidad de diagnostico es similar a una mamografia, lo que mejorará el diagnostico de aquellas mujeres que no quieren desnudarse o por el simple hecho de evitar radiación. Además, es tremendamente rápido, pues los resultados se obtienen en apenas 10 minutos.
Existen otros dispositivos, como el de la compañía Owlstone, que puede oler el cáncer de colón u otras enfermedades digestivas mediante un dispositivo llamado Lonestar, evitando así las incómodas colonoscopias.
Parece que poco a poco este tipo de dispositivos se van asentando, y su precisión es buena, por lo que en los próximos años podemos soñar con pruebas mucho más fáciles de realizar, y cómodas para los pacientes que las reciben.
Vía | BBC.