Los 7 mitos que debes conocer sobre las dietas
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La dieta forma parte de nuestra cultura; se ha ido modificando conforme a las exigencias de la sociedad y los cambios en ella. Con los años hemos ido conociendo que alimentos nos ayudan a llevar una vida saludable, cuales nos ayudan a bajar de peso, y cuales no debemos tomar si queremos seguir en nuestro peso ideal. Sin embargo, no todo lo que oímos es cierto, por ello os vamos a mostrar 7 mitos de los que habremos oído hablar sobre nuestra alimentación.
1. No debes tomar nada a partir de las siete de la tarde
No hay hora universal para dejar de comer. En los diferentes rincones del mundo la vida se ha desarrollado a diferentes horas; mientras nosotros nos levantamos y empezamos a preparar café, en otra parte del mundo están recogiendo los platos de la cena.
A menos que tengamos un trastorno alimenticio, no hay problema en seguir nuestro reloj interno, y tomar los alimentos cuándo nuestro cuerpo nos lo pida. Lo que sí debemos evitar es saltarnos una comida, como el desayuno, para luego tomar todo lo que no hemos comido en la cena.
2. Los carbohidratos engordan, tu cuerpo no los necesita
Muchas de las dietas actuales giran en torno a esto. A menos que necesitemos de una dieta que precise de carbohidratos por razones médicas, no hay ninguna otra razón para evitar su incorporación a nuestra alimentación. Los carbohidratos son esenciales para el organismo, solamente el cerebro de por sí consume aproximadamente 130 gramos de carbohidratos al día.
Si no abusamos de ellos y realizamos una actividad física moderada convertimos estas moléculas con tan mala fama en nuestros mejores aliados. El pan de grano entero, las frutas y verduras poseen estos carbohidratos y, además, poseen fibra, lo que las convierte en una genial elección a la hora de introducir carbohidratos en nuestra dieta.
3. La paleodieta es la dieta ideal, porque es la que tomaban nuestros ancestros
Para los que nunca antes habían oído hablar de ella, esta dieta consiste en tomar alimentos que puedan ser cazados, pescados o recolectados, como carne, pescado, huevos, raíces, frutas. En Estados Unidos es dónde más impacto ha tenido, siendo recomendada por muchos nutricionistas. Defiende que si volvemos a nuestros hábitos primigenios, no tendremos ningún problema en la alimentación.
¿Seríais capaces de rechazar una buena hamburguesa o un plato de espaguetis? Probablemente no. La evolución no solo ha tocado ámbitos genéticos, nuestra dieta también ha evolucionado (esperemos que a mejor) con los años. No tenemos las mismas necesidades alimenticias que nuestro amigo del paleolítico, ni mucho menos la misma tecnología, por ello es una argumentación pobre afirmar que nos iría igual de bien con la misma alimentación. Ya hicimos un análisis más profundo de esta dieta, que nos ayuda a argumentar en contra o a favor de ella.
4. La dieta dependerá de nuestro grupo sanguíneo
Hasta el momento, nos encontrábamos con noticias que afirmaban que nuestro grupo sanguíneo condicionaba nuestra dieta; había alimentos que nos afectaban de una manera u otra según fuésemos A, B, AB o O. Pues bien todo esto es completamente falso, pues carece de evidencia científica.5. Los zumos naturales son buenos y nos “limpian” por dentro
Se asocia estos zumos a un efecto purificador, o simplemente reductor de grasas. Pues bien, esto no es totalmente cierto; nuestro cuerpo posee multitud de mecanismos para la eliminación de toxinas o componentes innecesarios para nuestro metabolismo, y estos mecanismos poseen ya una elevada eficacia sin la actuación de dichos zumos.
Estos zumos poseen una cantidad insuficiente de proteínas, grasas, ácidos grasos esenciales y fibra, elementos cruciales para nuestra alimentación. Como contrapartida, al no disponer de la cantidad de proteínas necesarias, nuestro cuerpo cataboliza proteínas procedentes de músculos y órganos, por lo que perderemos masa muscular. Estaríamos sacrificando consistencia por peso, lo que no nos conviene en absoluto.
6. Las grasas nos hacen más gordos
Junto con los carbohidratos y las proteinas, las grasas se encuentran entre los componentes esenciales de nuestro organismo. Las grasas no engordan, lo hace el comer por gula, comer sin hambre, saltarnos las comidas para abusar luego en la siguiente o simplemente tener un ritmo de vida sedentario mientras abusamos de estos productos.
Un claro ejemplo de cuan beneficiosas pueden llegar a ser estas grasas, es la dieta mediterránea, dónde nos ayudan a combatir enfermedades cardiovasculares.
7. El gluten es malo para ti, para mí, y para todo el mundo
No tenemos que padecer de celiaquía para que nos recomienden alimentos libres de gluten en nuestra dieta. Sin embargo, no hay beneficio alguno que podamos obtener de esta dieta, ya que estos alimentos ni son perjudiciales ni aportan beneficios, es más, en mucho de los casos los productos libres de gluten están más tratados que los que sí lo contienen.
“Libre de gluten” no significa necesariamente “mejor para ti”; esta dieta se está siguiendo como moda, se piensa que es un método alternativo para la pérdida de peso. Si no nos diagnostican celiaquía, el gluten no nos hará daño.
En definitiva, antes de seguir dietas absurdas, debemos plantearnos realizar una actividad física diaria y comer los alimentos que nos produzcan placer (sin abusar de ellos claro está) que mejorarán nuestro estado de ánimo y con ello nuestra salud mental.