¿La tolerancia al dolor depende del género?
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¿Quién no ha escuchado alguna vez que las mujeres tienen más resistencia al dolor debido a las molestias ocasionadas por la menstruación y la agonía del parto? ¿Es esa afirmación cierta? Quizás en el imaginario popular sí, pero no en el entorno de la evidencia científica. Como indica el estudio que enlazamos, varios estudios epidemiológicos de los últimos 10 a 15 años constatan que las mujeres podrían tener un mayor riesgo de padecer diversas afecciones con dolor clínico, y hay algunos indicios de que el postoperatorio y el dolor durante los procedimientos pueden ser más graves en mujeres que en hombres.
Asimismo, los hallazgos hasta la fecha con respecto a las diferencias de sexo en la experiencia del dolor indican una mayor sensibilidad en las mujeres en comparación con los hombres. Por último, los hallazgos de la mayor parte delos estudios relacionados presentan conclusiones inconsistentes con respecto de las diferencias de sexo en las respuestas a los tratamientos tanto no farmacológicos como farmacológicos para el dolor. Otros indicios científicos aseguran que las mujeres toman más analgésicos y acuden más a menudo a un médico con quejas relacionadas al dolor, así como existirían mecanismos biológicos, como las hormonas, que influyen en la sensibilidad al dolor, por lo que puede variar a lo largo del ciclo menstrual.
Por otro lado, si bien algunas investigaciones aseguran que los hombres presentan un umbral del dolor más alto que las mujeres, éstas podrían presentar un sesgo importante relacionado con los estereotipos relacionados con el sexo, al esperarse que el hombre, en muchas culturas, reprima ciertas emociones y acciones, como llorar, y no admita con facilidad un estado de dolor. Lógicamente, estas creencias afectan a cómo los hombres expresan y responden al sufrimiento físico.
¿Factores ambientales?
La cuestión es que quizás hay otros factores mucho más vitales que el género que incidirían en la experiencia del dolor. El investigador Tim Spector, del King’s College de Londres, aseguraba en una investigación que algunos factores ambientales, como la dieta, la contaminación, fumar o consumir alcohol, pueden alterar los genes y modificar la tolerancia al dolor.
También la resiliencia, es decir, la capacidad de las personas para sobreponerse a situaciones adversas, podría afectar en la experiencia del dolor, como asegura un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Málaga y publicado en la revista The Journal of Pain. Según los expertos que han llevado a cabo el trabajo, la resiliencia es la primera cualidad relacionada con el manejo adecuado del dolor y la adaptación del paciente a sentirlo de forma crónica. Como conclusión, añaden que las diferencias de género en la experiencia del dolor crónico son mínimas.
La resiliencia de una persona determinaría la alta o baja capacidad de aceptación del dolor al verse relacionada con el conjunto de características que dotan al individuo de recursos para afrontar el sufrimiento crónico. Según los investigadores, los pacientes que “aceptan” la presencia del dolor manifiestan percibir una menor intensidad del mismo, tienen un mayor nivel de actividad diaria y un mejor estado de ánimo, con independencia del género. Porque las personas más resilientes acaban por entender que su dolencia es crónica y, como consecuencia, dejan de enfocarse en la posible desaparición del dolor para centrar la atención en lograr una vida más satisfactoria. El trabajo se ha realizado en una muestra de 400 pacientes con dolor crónico espinal.
Por el contrario, los pacientes con más miedo al dolor experimentan mayores niveles de ansiedad y depresión. La única diferencia entre géneros se ha detectado precisamente en este aspecto, puesto que sólo en la muestra de hombres el miedo se ha relacionado con una mayor intensidad de dolor.
Fuente | Plataforma SINC