Las impresoras 3D pueden ser bombas mortales cuando son controladas por hackers
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Creo que hablo por todo el mundo cuando digo que tengo ganas de que las impresoras 3D bajen de precio lo suficiente como para que se popularicen; la gran cantidad de posibilidades que ofrecen aún están por explorar. Lo malo es que los hackers lo ven de otra manera: todo nuevo dispositivo que entra en nuestras casas y oficinas es un nuevo vector de ataque que puede ser aprovechado, aún mas en el caso de un aparato diseñado para conectarse con otros como una impresora. La diferencia es que si un atacante consigue hacerse con el control de una impresora normal lo máximo que podrá hacer será gastarnos la tinta, pero si consigue hacerse con una impresora 3D podría incluso matarnos.
Bombas a control remoto en nuestra casa
Así lo ha revelado un informe publicado por el Instituto nacional de estándares y tecnología de EEUU (NIST), en el que se explica que un fallo de seguridad puede comprometer la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de la información que pasamos a la impresora. Esto tiene sentido, por ejemplo, sería posible sabotear nuestras creaciones para que incluyesen imperfecciones en su interior difíciles de detectar a menos que estemos vigilando el proceso, o ser víctimas de espionaje industrial si los planos de nuestros productos acaban en manos de la competencia. Pero sin duda alguna, lo que mas llama la atención es que un hacker podría hacer que la impresora funcionase de manera inadecuada para provocar una explosión.
El problema está en los materiales en polvo que se suelen utilizar en las recargas para estas impresoras, y que al ser tan finos podrían volverse volátiles dependiendo de su composición química y del entorno con el que entren en contacto. No sería la primera vez que ocurre algo semejante: en Noviembre de 2013 un trabajador de la compañía de impresión 3D Powderpart sufrió quemaduras de tercer grado por una explosión de los materiales usados, como titanio y aleaciones de aluminio. Powderpart fue multada con 64.000 dólares por las autoridades por exponer a los trabajadores a productos peligrosos y no contenerlos de manera adecuada y segura. Es una historia que podría repetirse en nuestras casas si los hackers modifican la composición de nuestras creaciones o provocan que el hardware se sobrecaliente; el sobrecalentamiento es un peligro conocido en las impresoras 3D, sobre todo después de mucho uso. Existen sensores para evitarlo, pero un hacker podría hacer que la máquina los ignorase con consecuencias catastróficas.
Fuente | NextGov