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Tecnología

El Drone biodegradable que se convierte en azúcar

Este drone es muy especial: está fabricado en materiales biodegradables que pasan a la tierra cuando deja de usarse.

14 diciembre, 2014 13:30

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Entrega en puerta compras online, atiende a víctimas en casos de urgencia, reparte comida a domicilio e incluso se biodegrada tras un accidente, ¿eso último os ha despistado? Pues sí, la última moda en drones pasa por el biodegradado de sus componentes.

La idea de crear bio-drones parece una consecución lógica considerando los lugares tan recónditos a los que se puede acceder gracias a estos pequeños robots, o al menos eso ha debido pensar el equipo de ingenieros formado por estudiantes de distintas universidades norteamericanas como Stanford, Brown y Spelman, los cuales diseñan este proyecto en colaboración con la NASA.

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“Si accidentalmente queda perdido en un lugar medioambientalmente sensible, como un arrecife de coral en medio del océano, acabará biodegradándose sin un gran impacto medioambiental en el lugar.”

Cuando tecnología y el medio ambiente van de la mano

El bio-dron esta fabricado a partir de un hongo suficientemente rígido y liviano como para crear un chasis capaz de cargar con el resto de componentes, que van desde circuitos impresos en plata, hasta una serie de enzimas que ayudan a acelerar su biodegradado. Aunque sigue habiendo piezas irremplazables como el pequeño motor, sin duda reduce en gran medida el efecto nocivo que producen los clásicos componentes electrónicos en un ecosistema.

En el futuro el se plantean cuestiones como diferentes opciones en el material usado para el chasis, la utilización de sensores biológicos o biocélulas de energía, todo ello podría adecuarse en cierta medida al entorno en el que el equipo va a ser utilizado, aumentando de esta manera las capacidades y resistencias del bio-dron.

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“Podemos enviarlo a lugares a los que no esperamos que pueda regresar, como a través de un incendio forestal o un accidente nuclear, y el dron puede mandarnos los datos necesarios sin necesidad de preocuparse por el viaje de vuelta.”

Este proyecto del equipo Stanford-Brown-Spelman forma parte de una candidatura a la competición anual iGEM (International Genetically Engineered Machine), y su idea resulta un verdadero soplo de aire fresco en relación a las soprendentes hazañas alcanzadas últimamente por esta tecnología.

Fuente | FastCoExist