Científicos descubren cómo hacer que el músculo queme más grasa
La pérdida de peso se está convirtiendo en un gran problema en la sociedad del siglo XXI, pues la gran epidemia de nuestra época ya no son las infecciones como en el año 1900, sino que se trata de una enfermedad “no contagiosa”, al menos no de la misma manera: La obesidad. Sin embargo, nuestro cuerpo no está preparado para la pérdida de peso, más bien todo lo contrario, ya que la evolución nos ha dotado de mecanismos biológicos capaces de compensar el hambre. Por ello, cuando intentamos llevar a cabo una dieta baja en calorías, nuestro cuerpo no sabe distinguir entre “dieta” y “hambruna“, activando los mecanismos de eficiencia metabólica, y por tanto gastando menos energía en cada proceso. ¿La consecuencia? Llega un punto donde, aunque hagamos más ejercicio físico y disminuyamos las calorías de la dieta, hacer que nuestro músculo queme más grasa es casi imposible. Pero un nuevo estudio puede tener la solución a esta resistencia para perder peso.
Cómo hacer que el músculo queme más grasa
Evitar la activación de este “modo ahorro” energético del organismo sería la clave para nuevos tratamientos contra la obesidad. Por ello, un nuevo estudio publicado en Molecular Therapy, a cargo de la Universidad de Iowa y el Centro Médico Iowa City, ha desarrollado un enfoque específico para desactivar esta función y permitir así que nuestro músculo queme más grasa y gaste más energía, incluso realizando ejercicio físico moderado.
Así lo explica Denice Hodgson-Zingman, profesor de medicina interna de la Universidad de Iowa y coautor del estudio:
“Nuestros cuerpos están orientados a la eficiencia energética y esto a menudo trabaja en nuestra contra si intentamos controlar o disminuir nuestro peso. Este estudio demuestra por primera vez que esta eficiencia energética puede manipularse clínicamente. Este enfoque no tendría como objetivo reemplazar la dieta saludable o el ejercicio físico, sino que su objetivo sería ser un complemento para saltarse los obstáculos que acaban produciéndose en el proceso de pérdida de peso por causas fisiológicas de eficiencia energética”
Por otra parte, en anteriores investigaciones ya se demostró que una proteína potasio sensible a ATP (llamada K-ATP) podía funcionar como un potente modulador de la eficiencia energética en el músculo esquelético, incluso con una baja intensidad física. Si se alteraba esta proteína, los músculos eran capaces de quemar más calorías, aún siendo menos eficientes.
Pero, eso sí, para conseguir esto mediante un tratamiento controlado era necesario interrumpir el canal de forma aislada, y esto se consiguió con terapia genética en ratones, algo que no es factible en humanos; y la interrupción del canal de este tipo en humanos mediante fármacos no sólo desactivaria los canales K-ATP de los músculos, sino también los que se encuentran en el corazón, dando lugar a efectos secundarios peligrosos y graves.
En el nuevo estudio la solución fue más simple. Se desarrolló un compuesto que suprimía la producción de proteínas K-ATP, se inyectó de manera aislada en los músculos de ratones, produciendo así la pérdida de este tipo de proteína de manera local, y sin afectar a los canales de otros órganos o músculos vecinos. Así, los músculos afectados quemaron más calorías, sin afectar a su eficiencia para tolerar ejercicio.
Como podéis ver, aunque el método es más factible que la terapia genética o el uso de fármacos, sigue siendo complicado. Las inyecciones puntuales en ratones son relativamente asequibles al ser animales pequeños, pero si pensamos en tener que realizar inyecciones musculares a cada músculo por separado, en humanos, las cosas no son tan sencillas. Veremos cómo se desarrolla la investigación al respecto, y cómo se investiga en humanos.
Vía | News Medical.