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El uso de productos con testosterona aumenta el riesgo de infarto e ictus

6 marzo, 2015 11:32

La Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU (FDA) ha pedido a los fabricantes de productos de reemplazo de testosterona, vendidos de forma masiva como solución a los hombres con síntomas de energía y líbido bajos, que adviertan a los consumidores que el uso de estos productos tiene un aumento del riesgo de infarto e ictus.

Además, pide que en las etiquetas de los productos se ponga que estos productos sólo están recomendados para el uso por aquellos hombres que tengan déficit de testosterona por algún tipo de enfermedad y no por el envejecimiento normal.

La testosterona y el aumento de riesgo de infarto e ictus

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Así como algunos trastornos genéticos y determinadas enfermedades que afecten a los testículos, hipófisis y al cerebro pueden cursar con defectos de testosterona, la edad también hace que estos niveles desciendan. La FDA recalca que no se han demostrado suficientes beneficios en los déficits relacionados con la edad que justifiquen el riesgo que se asume con el tratamiento.

Cerca del 3% de los hombres americanos mayores de 40 años aumentan sus niveles de testosterona consumiendo suplementos por el simple hecho de estar envejeciendo, a pesar de la evidencia del aumento del riesgo de infarto e ictus. Impulsados por diversas campañas publicitarias, las recetas se multiplicaron por 5 entre los años 2000 y 2011 aumentando en millones de dólares las ganancias de los fabricantes.

El riesgo de aquellos individuos que toman los suplementos no es del todo comprendido y los estudios han tenido problemas metodológicos en su desarrollo. Por ejemplo, un ensayo clínico de 2010, encontró un riesgo de infarto e ictus tan elevado en aquellos pacientes que tomaban testosterona que se vieron obligados a detenerlo. Los ensayos posteriores, sin embargo, no lograron encontrar tales riesgos.

Un estudio de noviembre del pasado año, publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA), dijo que los hombres que se sometieron a un procedimiento de limpieza de arterias y después de eso tomaron testosterona, tuvieron un 30% más de probabilidad de tener un infarto, un ictus o muerte en general que los pacientes que no tomaron testosterona, aunque estos resultados posteriormente fueron impugnados y los autores del estudio tuvieron que hacer aclaraciones que parecen haber debilitado estos hallazgos.

La testosterona se ha prescrito desde 1950 a una pequeña franja de hombres estadounidenses con problemas relacionados con enfermedades que interferían en su propia producción de la misma. Posteriormente, gracias a campañas publicitarias, el uso de los productos se amplió a hombres de 50, 60 y 70 años cuyos niveles de testosterona habían disminuido (conocido como hipogonadismo) y con ellos los efectos de la hormona. Así en el año 2013 el número de hombres que tomaban la hormona se había duplicado respecto a los que la tomaban en 2010 y casi un cuarto de estos, nunca había sido comprobado de tener hipogonadismo, simplemente la tomaban por la clínica que presentaban, como por ejemplo aumento de peso y disminución del deseo sexual y energía, síntomas comunes cuando los hombres envejecen.

Con el aumento del uso de estos productos, es necesario ser conscientes de todos los efectos secundarios que pueden aparecer del mismo, por lo que la FDA, en una futura reunión con los fabricantes de estos productos, sugerirá poner ciertas advertencias en los productos o limitar la venta de estos.

La gente, como siempre, busca la fuente de la juventud y la testosterona, como tantos otros productos, no es esa agua milagrosa que nos devolverá a ser unos veinteañeros llenos de energía y vitalidad.

Vía | LA Times.

Fuente | JAMA.