Consiguen implantar falsos recuerdos en ratones dormidos
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Probablemente más de uno, y más de dos, habréis sufrido una especie de déjà vu al leer lo de poder implantar falsos recuerdos, y no es para menos, pues no es la “primera vez” que se consigue. El pasado año 2013 ya se consiguió la implantación de falsos recuerdos en ratones, pero de forma diferente, pues en aquella ocasión se uso la manipulación genética y la luz (optogenética) junto al dolor mediante suaves descargas eléctricas (miedo). En esta ocasión el método ha sido curiosamente cómodo al respecto, pues los investigadores han logrado implantar falsos recuerdos a los ratones, pero mientras estos dormían (sí, habéis acertado, el mismo argumento que sigue la película Origen, que ilustra también la portada de hoy). Las aplicaciones del descubrimiento pueden ser inmensas.
Implantar falsos recuerdos… mientras dormimos
Nuestro cerebro tiene la curiosa costumbre de volver a reproducir todas las actividades que hemos llevado a cabo durante el día mientras dormimos. En el caso de los ratones, su patrón de actividad reproducirá las zonas que ha explorado ese día, de forma acelerada. Se cree que esta sería una parte esencial del aprendizaje, pues es una forma de que nuestro cerebro “practique” lo aprendido: Mientras dormimos. Así pues, si se interrumpe el proceso (nos despertamos), se interrumpe el aprendizaje, y también la capacidad para recordar, tanto en humanos como en ratones.
Sabiendo esto, Karim Benchenane y sus colegas de Física y Química Industrial, de la Institución Educativa Superior de Paris, en Francia, usaron este proceso para crear nuevos recuerdos en ratones dormidos dirigiéndose específicamente a un grupo de neuronas especializadas en la memoria espacial, cuya función se cree que ayuda a la formación de mapas internos, y que otorgaron un premio Nobel a sus descubridores.
Así pues, Benchenane y sus colegas usaron electrodos para controlar la actividad de estas células en especial, en ratones, mientras exploraban un espacio cerrado. Se identificó una célula activa por cada espacio determinado de la arena explorada. Más tarde, mientras los ratones dormían, los investigadores monitorizaron su actividad cerebral (ya que debían reproducir las experiencias del día). Se identificaron las neuronas activas del área dedicada a la memoria espacial, y cada vez que se activaban, otro electrodo estimulaba las áreas cerebrales asociadas a la recompensa.
Cuando los ratones despertaron, llevaron a cabo una línea totalmente recta hacia la posición que representaba la célula espacial estimulada de forma simultanea al circuito de recompensa cerebral durante su sueño, mediante los electrodos: Se habían implantado falsos recuerdos gracias al uso del sistema de recompensa.
Las posibilidades terapéuticas de poder implantar falsos recuerdos durante el sueño
Aunque en investigaciones previas se sugería que esta forma de implantar falsos recuerdos de manera subconsciente habría tenido como resultado una exploración aleatoria por parte de los ratones, con una posible parada en la ubicación marcada por el circuito de recompensa, la realidad es que los ratones se dirigieron justo al punto exacto que había sido estimulado durante el sueño y vinculado a dicha recompensa, sugiriendo una memoria consciente y no subconsciente, como comenta Benchenane.
“El ratón desarrolla un comportamiento dirigido con el objetivo de ir hacia un lugar en particular. Esto demuestra que no es una conducta automática, hemos creado una asociación entre un determinado lugar y una recompensa a la que el ratón accede de forma totalmente consciente”
Por el momento, los investigadores no creen que esta técnica pueda ser usada para implantar otro tipo de recuerdos, como las habilidades (que residen en la memoria implicita, localizada en el cerebelo), al menos de momento. Los recuerdos espaciales son mucho más fáciles de modificar, pues hoy por hoy los entendemos mejor.
De todas formas, en un futuro, Benchenane espera que esta técnica pueda desarrollarse para alterar los recuerdos de la gente, como podrían ser los trastornos de estrés postraumático, depresión o trastornos de amnesia entre otras enfermedades neurológicas y psiquiátricas, como la esquizofrenia o el trastorno obsesivo compulsivo.
Vía | NewScientist.
Fuente | Nature Neuroscience.