Alimentación saludable en tres pasos
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Para una alimentación adecuada, no sólo basta con fuerza de voluntad y educación en buenos hábitos. No en vano, cerca del 95% de las dietas fallan. A lo largo del día, pensamos en la comida mucho más de lo que nos pensamos: 200 decisiones de las que tomamos están relacionadas con la alimentación, y la mayor parte de las mismas son decisiones rápidas e instintivas. Así pues, la mayoría no nos paramos a analizar si aquello que estamos comiendo es saludable o no, o si nos satisface o no. En este contexto de realidad, ¿cómo podemos maximizar las opciones de comer de forma saludable?
La respuesta es reorganizando nuestro ambiente para que éste trabajo para nosotros, y hacer que nuestras decisiones (automáticas) acaben siendo buenas gracias a un entorno más saludable: no comeremos una galleta de chocolate cuando abramos el armario si esa galleta no está ahí, por ejemplo. Parece sencillo y de sentido común, pero el fracaso en las dietas constata que no lo es tanto.
En un nuevo estudio publicado en la revista Psychology and Marketing, investigadores de la Universodad de Cornell han identificado tres elementos que podrían ayudar a elegir alimentos más saludables. La comida, así pues, debería ser conveniente (C), atractiva (A) y normal (N). Se remarcan las iniciale sde cada palabra para crear una pnemotecnia fácil de recordar y que, además, coincide con el verbo “can” (“poder” en inglés).
Los científicos, que trabajan en el Food and Brand Lab de la Universidad de Cornell, han revisado 112 estudios para llegar a esta conclusión. Según ellos, el acercamiento “CAN” es más efectivo que decir a las personas lo que no pueden comer o pedirles que dependan de su fuerza de voluntad para resistirse a los alimentos tentadores. Porque, al parecer, la fuerza de voluntad sólo funciona con del 5% al 10% de la población.
CAN en el día a día
-Alimentos convenientes (C): hay que rodearse de alimentos considerados convenientes en todas las dietas, como frutas, por ejemplo. Los investigadores sugieren colocar un plato con fruta a menos de dos pies de distancia de dónde camina la gente, así como tener al menos dos opciones disponibles: manzanas y plátanos, por ejemplo. También sugieren, por ejemplo, colocar el plato cerca de las llaves de casa o del coche, para poder coger una fruta al salir de casa y tener una opción de comida salidable horas más tarde.
-Alimentos atractivos (A): siguiendo el ejemplo de la fruta, es más atractivo tenerla en un plato delante de nosotros que en el cajón de la nevera, donde queda fuera de la vista y de la mente.
-Alimentos normales (N): una mayor accesibilidad a los alimentos, haciéndolos visibles y presentes, hace que estos sean cada vez opciones más normales, de acuerdo con el estudio. Y, conforme la comida se vuelve más normal y accesible, podría convertirse en una opción potencialmente más popular. Cuando elegir una manzana es conveniente y normal, la gente puede sentirse inclinada a elegir una manzana sobre una galleta.
Los científicos han puesto a disposición de quien lo desee un algoritmo en el cual se ofrecen recomendaciones para el paso de una estrategia no CAN a la estrategia CAN. Lo hacen a través de diferentes ejemplos cotidianos que pueden ser útiles para muchas personas.
CAN en escuelas
Según el estudio, el acercamiento “CAN” también puede ser útil en las escuelas. Estudios previos han constatado que algo tan sencillo cómo colocar leche regular, en lugar de leche con chocolate, en la parte frontal de los refrigeradores (conveniente) y en una botella bien hecha (atractiva), así como darle al menos la mitad del espacio en el refrigerador (normal) podría incrementar el consumo de leche entre los estudiantes de un 30% a un 60%.
Una aproximación parecida es la de las máquinas expenedoras con alimentos saludables, que crean un entorno saludable y limitan las decisiones a opciones saludables. Como ya indicamos en otro artículo de Medciencia, en los países donde las máquinas expendedoras se ubican de forma frecuente en las escuelas, el 20% de los niños toma más de cuatro bebidas azucaradas al día, algo que se traduce en casi un kilo de azúcar semanal.
Fuente | Medline