Descubren una relación biológica entre dolor crónico, ansiedad y depresión
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El dolor crónico, a pesar de no ser una “enfermedad” por si mismo, es innegablemente el gran mal de nuestra época. Es la enfermedad intratable, el único síntoma de algunos incomprendidos males como el recientemente confirmado Síndrome de Fatiga Crónica, o la más incomprendida aún hoy en día, y sin origen claro, la Fibromialgia. El dolor crónico acompaña a muchísimas enfermedades a modo de “daño colateral”, y se relaciona con trastornos mentales como la ansiedad y la depresión (si te duele, te entra ansiedad o depresión, o ambas, por la impotencia de no saber que hacer; y esto a su vez produce más dolor, cerrando un terrible círculo vicioso).
Ahora, gracias a un nuevo estudio por parte de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), sabemos que esto no es una casualidad, y que la relación entre estos tres factores tiene un origen físico y biológico totalmente real. El dolor crónico, la ansiedad y la depresión tienen una clara conexión en el cerebro.
La relación cerebral entre dolor crónico, ansiedad y depresión
Según este reciente estudio, a cargo de la UCI y la UCLA y publicado en el Journal of Neuroscience, el dolor crónico provocaría una inflamación tal en el cerebro que se extendería alterando la actividad de otras regiones que regulan el estado del ánimo y la motivación. En otras palabras, la investigación sugiere que el dolor crónico a largo plazo provoca de forma biológica estados de depresión, ansiedad o abuso de sustancias. No es algo puramente mental, como creíamos hasta ahora.
Como podréis imaginar estos hallazgos podrán ayudar a desarrollar nuevos enfoques para el tratamiento del dolor crónico, solo superado por el trastorno bipolar entre las primeras causas de suicidio actuales.
En este caso, Catherine Cahill, profesora de anestesiología y cuidados intensivos, junto a Christopher Evans, del Instituto de Investigación del Cerebro de la UCLA, estudiaron los cerebros de ratones, detectando cómo la inflamación cerebral derivada del dolor crónico provocaba el crecimiento acelerado y la activación de las células inmunes cerebrales, la microglia. Dichas células activan señalizaciones químicas a nivel neuronal, restringiendo la liberación de la dopamina (relacionada con el circuito de recompensa y placer del cerebro).
Además, el estudio también reveló cómo las drogas opioides, como la morfina, pueden llegar a ser ineficaces en los casos de dolor crónico. Dichas drogas estimulan la liberación de dopamina, pero durante la investigación los roedores estudiados parecían no responder a dicha dopamina, pues el dolor crónico parece deteriorar el comportamiento de recompensa y motivación desencadenado por el neurotransmisor. Es como poner gasolina a un coche sin ruedas.
El tratamiento en estos casos, según comenta Cahill, sería inhibir la activación microglial, restaurando así la correcta liberación de la dopamina cerebral y también las consecuencias en el comportamiento, como la motivación y la recompensa.
“Durante más de 20 años, los científicos han intentado usar los opioides para aliviar el dolor, la depresión y la adicción. Nuestros hallazgos representan un cambio de paradigma que tendría grandes implicaciones, no limitándose solo al dolor, sino también a otros trastornos”
Ahora el próximo objetivo de este equipo de investigadores es detectar estas mismas alteraciones cerebrales en humanos, es decir, la relación entre dolor crónico, ansiedad y depresión en nuestra especie, y por tanto poder llegar a desarrollar nuevas formas de diagnóstico mediante neuroimagen y, evidentemente, nuevos y potenciales tratamientos para los tres trastornos.
Vía | News Medical.
Fuente | Journal of Neuroscience.