Corticoides: ¿Qué son y para que sirven realmente?
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Es bastante peculiar la drástica forma de pensar que puede llegar a tener un médico respecto a un paciente. Supongo que será como todo, cuando desconoces algún ámbito y solo lo ves desde fuera no puedes pensar y opinar de la misma forma que desde dentro. En medicina esto sucede con los medicamentos, pues entre las publicidades engañosas de hoy en día, o lo que le pasó al hermano del amigo de la vecina del quinto al tomar tal pastillita, la verdad es que no hay más que bulos y mitos al respecto.
Hoy quiero centrarme en un tipo de medicamento que, para mi sorpresa, parece acarrear algún que otro mito consigo: Los corticoides. Al tratarse de medicamentos potentes, cuyo uso necesita receta y orden médico, y no se pueden consumir ni adquirir por voluntad propia (como los típicos antiinflamatorios o analgésicos), parecen haber desatado muchas leyendas a su alrededor. Veamos algunas cosas clarificadoras al respecto.
¿Qué son los corticoides?
Los corticoides son hormonas pertenecientes al grupo de los esteroides. Pero todos los esteroides no son iguales (y es un error identificar “esteroides” con “musculación”, como suele ocurrir). Los esteroides son hormonas necesarias para el buen funcionamiento de nuestro organismo, y en este caso los corticoides se producen en dos glándulas llamadas glándulas suprarrenales (justo encima de ambos riñones, habéis acertado).
Los corticoides o corticoiesteroides tienen una gran variedad de funciones fisiológicas, como bien son regular la inflamación, el sistema inmune, el metabolismo de carbohidratos, el catabolismo de proteínas, los niveles de electrolitos en el plasma, e incluso participan en la regulación y respuesta al estrés.
Como bien sabéis, no existen solo a nivel fisiológico (no os voy a aburrir con las variedades y nombres raros que tienen en nuestro organismo, calma), sino también hemos sido capaces de crearlos de forma artificial, en forma de medicamentos, y muchos de ellos en forma de inyecciones, pastillas, inhaladores, cremas… Veamos algunos de sus usos.
¿Para qué sirven los corticoides?
La capacidad de los corticoides es muy variopinta, casi a la par que sus diferentes formas de medicamento. Por ello, entre sus usos tenemos:
Corticoides inhalados: Sobre todo en casos de asma o enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Aunque también se usan de forma puntual en algunos casos de bronquitis agudas, pero estos dos primeros ejemplos son a más largo plazo y con un seguimiento médico activo.
Corticoides tópicos: Eccemas, dermatitis atópica o psoriasis son algunos de los ejemplos de uso de los corticoides en forma de crema. Por su parte, en algunas ocasiones se usan también en casos de inflamaciones locales (por sus efectos antiinflamatorios).
Corticoides orales: Los coticoides en forma de comprimidos o pastillas se pueden usar en enfermedades inflamatorias (enfermedad de crohn o colitis ulcerosa), o incluso en algunos tipos de dolores crónicos como la artrosis o las lumbalgias o lumbociatalgias. Aunque en estos últimos casos los tratamientos son cortos, y en pautas descendentes (la dosis se disminuye cada día, y apenas duran una o dos semanas máximo, por la potencia de la medicación).
Corticoides inyectables o por vía parenteral o intramuscular: En este caso hablamos de los corticoides endovenosos o los intramusculares. Los primeros se usan en algunas enfermedades sistémicas de tipo autoinmune, y los corticoides intramusculares suelen reservarse para dolores articulares (como sucede con las infiltraciones).
Cabe destacar que EN TODOS LOS CASOS, la pauta de corticoides tiene un seguimiento activo por el médico. SIEMPRE se pauta un tratamiento claro, pues los corticoides jamás deben tomarse durante un período continuado a largo plazo (el máximo ideal, sin descansos, son solo 6 meses y en enfermedades concretas).
En casos de dolores como las lumbalgias, por ejemplo, las pautas son de apenas unos días y de forma descendente (la dosis disminuye cada día o dos días, hasta dejar el tratamiento), requiriendo una explicación clara por parte del profesional sanitario. Son medicamentos potentes, y sus efectos secundarios también lo son, pero funcionan realmente bien para muchas enfermedades como habréis podido observar.
¿Qué efectos secundarios pueden tener los corticoides?
Para finalizar, hablaremos de la parte que más preocupa a los pacientes, al menos a los que he tenido la ocasión de tratar en urgencias últimamente. Dejemos claro que los efectos de casi cualquier medicación dependen de la dosis (una sola dosis de corticoides no es igual que su consumo a largo plazo, y sus efectos secundarios tampoco).
A nivel inmunológico: Aumento de la susceptibilidad a infecciones, por disminución de la respuesta inflamatoria y de las células de defensa (neutrófilos y linfocitos).
A nivel musculo-esquelético: Dolor muscular y osteoporosis (necrosis ósea en algunos casos extremos).
A nivel gastrointestinal: Pancreatitis y úlceras pépticas.
A nivel cardiovascular: Hipertensión (por retención de líquido) y aterosclerosis.
A nivel dermatológico: Acné, estrías, hirsutismo (exceso de vello), fragilidad de la piel, equimosis (hematomas).
A nivel neuropsiquiátrico: Alteraciones del estado del ánimo (depresión o euforia, labilidad emocional), insomnio o psicosis (casos extremos).
A nivel oftalmológico: Cataratas, glaucoma.
A nivel endocrinológico y de metabolismo: Intolerancia a la glucosa o diabetes, exceso de grasas en sangre, aumento de peso, amiotrofia, disminución de potasio…
La pregunta lógica sería: ¿Se producen todos estos efectos secundarios? Evidentemente NO. Depende en gran medida del tipo de corticoide usado, y para qué enfermedad se use; y en su gran parte del tiempo. Como comentaba anteriormente, no es igual una inyección puntual de corticoides en una lumbalgia (que eliminará por completo el dolor en ese momento), que tomar corticoides durante varios meses. Debemos ser conscientes del termino “dosis-respuesta”.
Por la poca experiencia que os puedo contar, de estos efectos secundarios los que más parecen producirse son la retención de líquidos, la intolerancia a la glucosa o incluso diabetes, el acné, las estrías, el aumento de peso, y en algunos casos he visto la alteración de la respuesta inflamatoria con susceptibilidad a infecciones (este último caso en un paciente con cáncer, que por su enfermedad previa ya tenía cierta predisposición a infecciones y puede inducirnos a error).
Son efectos secundarios molestos, sí, pero los más graves son precisamente eso, graves y poco comunes, coincidentes en gran medida en enfermedades de base graves también (como el cáncer, donde se usan corticoides en algunas ocasiones). Os los cuento todos por puro conocimiento, pero como veis los más típicos, aunque molestos, no tienen mayor trascendencia si no se sufre ya una enfermedad previa que pudiese agravarse.
Espero que este resumen os sirva para perder el miedo a la medicación. Siempre que los tratamientos se expliquen correctamente, tanto beneficios como riesgos, y se lleve a cabo un correcto seguimiento médico, no hay que preocuparse.