El carácter de los demás, lo más importante en la primera interacción social
Se tiende a pensar que casi siempre priorizamos los beneficios que podemos sacar de las amistades con los demás, frente a otros factores como su carácter, por ejemplo. Sin embargo, las investigaciones niegan este mito, y lo que nuestra mente tiende a buscar en los demás como potenciales amigos o socios de negocios no es un beneficio material o de otro tipo, sino que encontrar un buen carácter en los demás nos importa mucho más que cualquier recompensa.
El carácter, la pieza clave en la primera interacción social
Al menos eso es lo que ha concluido un reciente estudio a cargo de los investigadores de la Universidad de Nueva York (NYU), pues sus resultados afirman que no nos limitamos a evaluar a nuestros potenciales amigos a partir de los beneficios o recompensas que podamos obtener de dicha amistad, sino que nos centramos precisamente en sus rasgos de carácter; en otras palabras, preferimos un potencial amigo con buen carácter que alguien que pueda dotarnos de recompensas en cualquier ámbito.
Así lo comenta Leor Hacker, autora del estudio, del Departamento de Psicología de la NYU:
“Cuando aprendemos a tomar decisiones acerca de los demás, no nos limitamos a evaluar los resultados positivos o negativos que nos pueda ofrecer una amistad con ellos, como un posible préstamo o alguna ayuda para avanzar en la vida. En cambio, a menudo miramos más allá de los resultados concretos y formamos nuestras impresiones a partir de sus rasgos de carácter, tal como su generosidad, y dichas impresiones llegan a tener mucho más peso en nuestras futuras decisiones sociales”
Como podéis observar, esta investigación nos hace ver las interacciones sociales desde otra percepción, alejándonos de las creencias anteriores donde se pensaba que la tendemos a evaluar a los demás en términos de potenciales beneficios o recompensas, y no por lo obvio: Su carácter.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores usaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), donde se monitoreo la actividad cerebral de una serie de voluntarios a los que se les pidió realizar una serie de decisiones basadas en una recompensa.
El carácter va primero, las recompensas son secundarias
El experimento consistió en hacer jugar a los participantes a un juego de tipo económico donde se les permitía observar y aprender acerca de los demás jugadores. En cada ronda del juego, uno de los participantes veía como jugaban otros dos, y podía elegir uno para interactuar con el posteriormente; el jugador elegido entonces compartía una cantidad de dinero a su elección (mucho, o poco).
Algunos de los jugadores disponían de mayores cantidades de dinero que otros, por lo que la cantidad que compartían podía significar una fracción grande o pequeña de sus fondos de base, y la porción compartida con los demás era lo que representaba su generosidad (independientemente del valor absoluto del dinero compartido).
El objetivo en esta parte del estudio era determinar cómo se formaban impresiones los participantes respecto a la generosidad de los demás.
Posteriormente, los resultados revelaron que los participantes recortaban mejor la generosidad (la proporción total que cada jugador compartía, en comparación al total de dinero que poseía) que el valor real y absoluto del dinero compartido (cantidad total donada).
En otras palabras, si un jugador poseía 100€ y compartía 40€ era mejor visto que otro que tuviese 200€ y compartiese 50€. El primero de ellos ha compartido el 40% de su total de fondos, mientras que el segundo tan solo el 25%; la cantidad absoluta de dinero es mayor, pero la “generosidad” o porcentaje compartido es significativamente menor.
Los investigadores determinaron que había una zona cerebral, el estriado ventral, cuya actividad aumentaba frente al aprendizaje del valor de la compensa. Además, dicha zona cerebral también estuvo implicada en el aprendizaje sobre la generosidad característica de cada jugador, más allá de la dotación monetaria que compartía, lo que sugeriría que el estriado ventral juega un papel más amplio en el aprendizaje de lo que se pensaba.
Para finalizar el experimento, se preguntó a los participantes a qué jugador elegirían para una tarea de cooperación futura, y como cabía esperar, sus preferencias se vieron fuertemente influenciadas por los rasgos de carácter anteriormente mencionados: La generosidad se priorizaba frente a la recompensa.
Vía | Psych Central.