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Saliva de mosca para combatir la leishmaniasis

22 octubre, 2015 20:28

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Una de las endemias que afecta a más de 12 millones de personas en todo el mundo es la leishmaniasis. Sólo en nuestro país se registran unos 110 casos anuales en humanos, siendo al mismo tiempo una afección bastante común entre la población animal, especialmente la canina. Durante mucho tiempo, se han intentado desarrollar, a partir de formas inocuas del parásito del género Leishmania causante de la enfermedad, vacunas que permitiesen remitir el alto índice de individuos afectados. Sin embargo, recientemente un grupo de investigadores del INAEI (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas) de Estados Unidos, ha descubierto que la saliva de la mosca que actúa como transmisora de la leishmaniasis podría ser un elemento clave para desarrollar una vacuna potencialmente eficaz en humanos.

 La mosca de la arena: de enemiga a salvadora

Ya hace algún tiempo en Medciencia hablábamos sobre el origen y los principales síntomas de la leishmaniasis, y explicábamos que la transmisión de dicha enfermedad era causada por la hembra de un flebótomo, (también conocido como mosca de la arena), que comenzará a portar el parásito en el momento en el que pique a un individuo infectado. En el tubo digestivo del insecto, este protozoo tan aprovechado crecerá y se desarrollará hasta que la mosca pique a otro huésped, y estará listo para reproducirse en su nuevo hogar, desencadenando una cruenta batalla contra nuestro sistema inmune. Como primera línea de defensa, el cuerpo enviará neutrófilos para intentar detener la infección.

Pero Leishmania, adoptando una estrategia de camuflaje estilo “Caballo de Troya”, logra pasar desapercibido camuflándose temporalmente en el interior de estos neutrófilos. Cuando éstos son posteriormente fagocitados por macrófagos, el parásito hace de estas células de mayor tamaño su hogar definitivo. De este modo, logra infiltrarse en el organismo sin riesgo de desatar ningún otro ataque por parte del sistema inmune. Es decir, tiene vía libre para propagarse y dar lugar a las formas cutánea o visceral de la afección.

En 2011 científicos procedentes de Brasil (uno de los países foco de la endemia) emprendieron ciertos estudios para prevenir o al menos reducir la severidad de los síntomas en los pacientes. Fue entonces cuando comenzaron la búsqueda de pistas en el flebótomo, ya que esta mosca es el único intermediario entre el parásito y el huésped. La investigación reveló que moléculas específicas presentes en la saliva del insecto evitan que el parásito se cuele en los neutrófilos, y permiten que nuestro organismo pueda de esta manera combatirlo a tiempo.

 Vacuna más eficaz y un futuro prometedor 

Hoy día se está diseñando una vacuna basada en una proteína contenida en la saliva de la mosca de la arena. El insecto que en un principio podía parecernos el “causante indirecto” de la leishmaniosis se ha convertido ahora en nuestro mejor aliado contra esta epidémica lucha.Ya conocemos los nombres y apellidos de la proteína estrella: PdSp15, que combinada con antígenos de Leishmania, es capaz de producir una respuesta protectora más temprana en el huésped, dificultando el establecimiento del parásito y disminuyendo notablemente los síntomas de la enfermedad. Aún quedan pruebas por realizar para demostrar que esta proteína es segura en humanos, pero todo apunta a un futuro en el que podrán producirse vacunas adaptadas para las distintas especies que padecen leishmaniasis en todo el planeta.

Este descubrimiento aporta por otro lado una nueva visión para hacer frente a enfermedades parasitarias de la misma naturaleza, ya que en ciencia la causa y el remedio a menudo van de la misma mano.

Fuente | FASEB