La eyaculación femenina: De mito a realidad
Hasta hace poco, la eyaculación femenina, también conocida como squirting, parecía algo más propio de la ficción y del porno que de la vida real, pero hoy en día se sabe que, al contrario de lo que muchos piensan, las mujeres también podemos eyacular.
El orgasmo femenino
Como ya sabemos, el orgasmo femenino se asocia a nivel fisiológico con una serie de contracciones muy placenteras en la zona de la vulva, la vagina, el útero, el periné y el esfínter anal. Sin embargo, mientras que en el caso masculino se asocia siempre con una posterior eyaculación, no ocurre lo mismo en el caso de las mujeres, siendo ambas ideas equivocadas, pues el hombre puede sentir orgasmos sin eyacular (orgasmo seco) y la mujer puede experimentar una eyaculación similar a la masculina.
La eyaculación femenina
Si bien es cierto que no todas las mujeres son capaces de experimentar esta eyaculación del mismo modo, muchas que sí pueden hacerlo no son conscientes, pues la desinformación en muchos casos las lleva a confundirla con orina.
De hecho, Deborah Sundahl, autora del libro Female Ejaculation and the G Spot, afirma que en sus clases, cuando habla de eyaculación femenina, pide a sus alumnas que levanten la mano si han tenido que parar en mitad de un encuentro sexual para ir al baño o si han acudido nada más terminar. Aproximadamente un 30% afirman haberse visto en la primera situación y otro 30% en la segunda, de lo que se concluye que un 60% de mujeres han retenido inconscientemente una eyaculación por miedo a orinarse. De hecho son muchos los casos en los que, al sentir esa sensación, contraen los músculos pélvicos haciendo que sus relaciones sexuales sean más incómodas.
Por otro lado, para comprobar que, efectivamente, la sustancia resultante no es orina, investigadores del hospital de Parly II de Le Chesnay, en Francia, llevaron a cabo un estudio en el que participaron siete mujeres capaces de practicar squirting a voluntad. En primer lugar se les pidió una muestra de orina, después de la cual se comprobó con una máquina de ultrasonidos que la vejiga estaba completamente vacía. A continuación, se les pidió que se masturbaran y se volvió a repetir la operación justo antes e inmediatamente después del orgasmo. Los resultados fueron sorprendentes, a la vez que clarificadores, pues se comprobó que, a pesar de haber orinado justo antes, las vejigas se habían llenado completamente justo antes del orgasmo y aparecían vacías después. Lo primero explica por qué la mayoría de mujeres sentimos la necesidad de ir al baño tras finalizar una relación sexual y lo segundo se descubrió al analizar la muestra. No sólo se analizó esta muestra, sino también la primera, en la que se había pedido a las mujeres que orinaran. Si bien en esa primera solo se encontraban sustancias típicas de la orina, en la segunda además de éstas, se encontró el antígeno prostático específico. Este antígeno no sólo es producido por la glándula prostática masculina, sino que también lo producen las glándulas de Skene, que por lo tanto son las responsables de la eyaculación femenina. Básicamente podríamos decir que las glándulas de Skene son “la próstata de las mujeres” y el nuevo punto G.
¿Cómo conseguir la eyaculación femenina?
En primer lugar debemos identificar las glándulas de Skene, que se encuentran rodeando el orificio de la uretra (claro, por eso la confundimos con ganas de orinar). Estas glándulas no tienen siempre el mismo tamaño, razón por la cual no todas las mujeres pueden conseguir la eyaculación con la misma facilidad y algunas incluso no llegan a conseguirlo nunca.
A continuación, se debe masajear la zona, combinándolo con los ejercicios de Kegel, consistentes en la contracción de los músculos de la vagina. Si comenzamos a sentir ganas de orinar es que lo estamos haciendo correctamente.
Pero, sobre todo, lo más importante es no sentir miedo ni asco a la reacción. Es cierto que no estamos acostumbradas y que al principio puede parecer algo muy escatológico, pero no olvidemos que los hombres lo hacen continuamente sin sentir pudor y, ¿qué demonios?, si ellos pueden nosotras también.
Fuente: El Confidencial Muy interesante