Descubren cómo los pájaros y otros animales saben dónde está el norte
Científicos han descubierto cómo los pájaros saben dónde está el norte: la clave está en una proteína que hace de brújula interna.
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Los científicos por fin pueden responder la cuestión de cómo los pájaros saben dónde está el norte.
Es un comportamiento que vemos continuamente pero que al mismo tiempo era algo misterioso: muchos animales son capaces de saber hacia dónde tienen que ir sin ningún tipo de ayuda.
Por ejemplo, las aves migratorias hacen dos veces al año un larguísimo trayecto de Norte a Sur y viceversa en busca de climas más cálidos; los animales marinos como las tortugas y los mamíferos marinos también se enfrentan a este tipo de migración, sin muchas referencias. Incluso se sabe que organismos mucho más simples como los insectos y los gusanos también son capaces de orientarse al norte.
Cómo los pájaros saben dónde está el norte
¿Cómo lo hacen? Un equipo de científicos de la Universidad de Pekín aseguran haber encontrado la respuesta: con una proteína que hace de brújula. Por lo tanto, estos animales hacen uso del campo magnético de la Tierra, una conclusión a la que otras teorías, que hablaban de partículas de hierro y de sensores de luz, ya llegaron. Pero este descubrimiento unifica estas teorías bajo una sola.
Para llegar a este descubrimiento los investigadores trabajaron sobre el genoma de la mosca de la fruta, buscando un gen que crease una proteína que se uniese al hierro, apareciese en el interior de la célula y no en la membrana, y que perteneciese a la cabeza del animal. Lo que encontraron fue una proteína que encajaba perfectamente con la descripción, y la llamaron MagR. Cuando MagR se une con criptocromos (proteínas sensibles a la luz), forman un cilindro.
Cuando los investigadores aislaron este cilindro de proteínas a partir de células de palomas y mariposas, pudieron comprobar que su alineación cambiaba dependiendo del campo magnético que se aplicase. De hecho, la reacción fue tan fuerte que se pegaron a los instrumentos de los científicos, que tenían hierro.
Aunque el mecanismo concreto de cómo funciona este cilindro aún no se ha concretado, parece claro que sirve como una especie de brújula interna que ayuda a los animales a orientarse.
Fuente | New Scientist