El consumo de azúcar procesado también está relacionado con la hipertensión
La relación entre la sal y la hipertensión es bien conocida. Es la recomendación principal y generalizada de todos los médicos para el tratamiento de dicha afección: reducir el consumo de sal, lo que implica una reducción de la ingesta de sodio. Tanto los niveles relativamente altos de sodio en la dieta como sus aumentos graduales están asociados, con base en una gran cantidad de literatura científica, con futuros aumentos en la presión arterial y la incidencia de hipertensión.
La medida preventiva se basa en una reducción de la sal en las comida hasta de 3 a 6 gramos de sal al día. ¿Qué ocurriría si varios estudios comienzan a desmentir esta teoría ampliamente conocida?
La sal no es la única responsable de la hipertensión
En Medciencia ya hablamos de un estudio que aseguraba que la sal podría no provocar hipertensión. El estudio, publicado en el American Journal of Hypertension, recogió información de 8.670 adultos de nacionalidad francesa y encontró que el consumo de sal no tenía una relación directa con el aumento de la presión sanguínea sistólica, ni en hombres ni mujeres.
Otro nuevo estudio estadounidense, que no dementía la relación directa entre la sal y la hipertensión, sí que apuntaba a un nuevo culpable que probablemente se estaría subestimando: el azúcar añadido, sobre todo a la fructosa, uno de sus componentes junto con la glucosa. El trabajo se publicó en la revista Open Heart.
Según la investigación, un alto consumo pareció constatar un aumento significativo de la presión sistólica y la presión arterial diastólica en ensayos de 8 semanas o más. Así, las personas que consumieron el 25% o más de calorías de azúcar mostraron un riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular casi tres veces mayor. Incluso dosis moderadas de azúcar en cortos períodos de tiempo podían causar daños.
Es necesario aclarar que el estudio se centró en las cantidades de azúcar provenientes de los alimentos procesados. Los autores apuntaron sobre todo al sirope de maíz alto en fructosa, que es el edulcorante empleado con más frecuencia en los alimentos procesados, en especial en las bebidas refrescantes y con sabor a frutas.
El equipo señala que los estudios epidemiológicos y experimentales con animales y seres humanos sugieren que los azúcares agregados aumentan la frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco, la retención renal de sodio y la resistencia vascular. Todo ello puede interactuar y culminar con un aumento de la presión arterial y de la demanda de oxígeno del miocardio.
Hay que dejar claro, no obstante, que la ingesta de azúcares de origen natural como el que proviene de las frutas no solo no es perjudicial sino que es beneficioso para el organismo.
Alimentos procesados e hipertensión
Como conclusión, tanto la sal como el azúcar agravan sus efectos cuando se toman a través de alimentos procesados. El azúcar porque ni lo notamos, y la sal porque acostumbra a agregarse en mayores cantidades de como lo haríamos si pudiéramos agregarla nosotros. Por lo tanto, limitar la cantidad de alimentos procesados parece vitar para reducir las probabilidades de desarrollar hipertensión y todas las consecuencias posteriores.
Fuente | Muy interesante