Los animales son más empáticos de lo que creíamos
La empatía es una cualidad difícil de encontrar en muchas personas. A menudo, cuando esperamos un poco de comprensión por parte de amigos y familiares, nos demuestran tener la inteligencia emocional de un ladrillo y, precisamente por eso, valoramos mucho$ la capacidad de aquéllos que son capaces de ponerse en nuestro lugar y consolarnos. Esto es algo que, por lo general, sólo se atribuye a las personas; pero, ¿y si os dijera que algunos animales han demostrado ser bastante más empáticos que muchos de los seres humanos que conocéis?
La empatía de los ratones de campo
Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Emory, los ratones de campo son capaces de sentir empatía por individuos a los que conocen.
Para llegar a estas conclusiones, tomaron varias parejas de ratones y los separaron, sometiendo a uno de ellos a situaciones estrés. Cuando se les volvió a juntar, el ratón que no había sufrido la perturbación lamía a su compañero durante más tiempo que en el caso de las parejas que también se separaron pero no padecieron ningún tipo de shock. Además, también comprobaron que esta situación sólo se daba si ambos ratones se conocían previamente; si no, la respuesta era totalmente diferente. De aquí se deduce que los animales no reaccionan simplemente ante la aversión, sino que tratan de consolar a lo que podríamos llamar “un ser querido”. Todo esto podría explicar, además, por qué los ratones de campo suelen tener relaciones exclusivamente monógamas y cuidar a las crías después de su nacimiento.
¿Para qué sirve este hallazgo?
Hasta ahora, los científicos sólo asociaban la empatía con primates como los humanos y algunos grandes mamíferos de cerebros muy desarrollados, como los delfines. Jamás se había pensado que también pudiese ocurrir con ratones. Además, se comprobó que si se bloqueaba la producción de oxitocina, asociada a la capacidad de sentir empatía en humanos, los comportamientos de consuelo cesaban, por lo que los mecanismos serían similares en ambas especies. Así, se puede deducir que los comportamientos complejos típicos de los humanos pueden tener sus raíces en los procesos cerebrales básicos de los roedores, de modo que éstos podrían ayudarnos a estudiar mejor nuestra propia mente.
Esto es, sin duda, un gran descubrimiento para la ciencia y, además, un gran alivio. Sí, un alivio, porque si alguna vez necesitamos desahogarnos con alguien y nuestros amigos no nos hacen caso, siempre podemos hablar con un ratón.
Vía: Telegraph