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Leyendas de la astronomía: La constelación de Pegaso

4 febrero, 2016 11:21

Hoy, en nuestra sección de leyendas de la astronomía os vamos a hablar de la constelación de Pegaso, un caballo que todos conocemos por la película de Disney  “Hércules”, aunque tiene muchas más historias interesantes detrás.

La leyenda griega

Pegaso fue el primer caballo que llegó a estar entre los dioses y, como tal, no podía ser un caballo cualquiera, sino un magnífico rocín con alas. Se cuenta que nació fruto de la sangre manada cuando Perseo, del que ya os hablamos en otro artículo de esta sección, le cortó la cabeza a la Gorgona Medusa.  Su mágico nacimiento le otorgó una serie de características únicas; como volar, hacer brotar el agua allí donde pisaba o ser indomable por cualquiera que lo intentara.

A pesar de ser conocido como el caballo de Zeus, las leyendas le atribuyen otros muchos dueños previos, entre los cuáles se encuentra el héroe Belerofonte. Éste era un joven prepotente, ambicioso y terco que, admirado por los grandes dones de Pegaso, no paró hasta conseguir que Atenea le diera una brida dorada con la que poder domarlo. Así, montado sobre su lomo, logró matar a la Quimera, una bestia caracterizada por poseer varias cabezas y que se encontraba devastando las tierras de Licia. Además, Belefronte también salió victorioso frente a las amazonas. Sin embargo, no contento sólo con ser admirado por su heroicidad, obligó a Pegaso a llevarlo hasta el Olimpo, donde quiso ser convertido en dios. Zeus, enfadado por la codicia que encerraba la petición del héroe, mandó un pequeño mosquito a picar el lomo de Pegaso, que se revolvió bruscamente dejando caer a su jinete, que no murió, pero quedó lisiado y vagó apartado del resto del mundo durante el resto de su vida.

Fue entonces cuando Zeus acogió al caballo en el Olimpo, nombrándolo portador del rayo y el trueno, sus dos símbolos más característicos. Además, le encargó conducir el carro de Aurora y, por último, le envió al firmamento, dónde dio lugar a la pequeña constelación compuesta por cuatro brillantes estrellas, que podemos admirar hoy en el cielo.

Muchas de las leyendas que os vamos contando parecen contener alguna historia de castigos ejemplares a personajes codiciosos, como Belerofonte. Sin embargo, Pegaso no tenía culpa de nada y, por eso, Zeus no sólo no lo castigó, sino que lo acogió, llegando a incluso a enviarle a las estrellas. Eso sí que es amor por los animales.