¿Cómo afectan las agresiones sexuales al cerebro de las mujeres?
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Este tipo de experiencias suponen un trauma enorme que cambia la vida de una mujer, especialmente si lo sufre a una edad temprana; pero, curiosamente, hasta ahora no existía ningún estudio científico que investigara los efectos que conlleva, más allá de la obvia depresión. Por eso, un grupo de científicos de la Escuela de Artes y Ciencias de Rutgers ha llevado a cabo uno, publicado en la revista Scientific Reports.
Un modelo animal para el estudio de las agresiones sexuales
Por lo general, cuando se estudia el estrés en modelos animales, se hace utilizando machos, de modo que las bases biológicas en hembras son menos conocidas. Además, no existe ningún modelo animal establecido para el estudio de la violencia sexual . Sin embargo, estos científicos, encabezados por la profesora Tracey Shorts, tuvieron una gran ocurrencia para solventar ese problema. Tomaron parejas de ratones, de los cuáles la hembra se encontraba en plena pubertad y nunca había tenido relaciones sexuales, mientras que el macho sí era más experimentado.
Por esta causa, al encontrarse, el ratón sometía rápidamente a la ratona, montándola sin previo aviso y creando una gran situación de estrés en ella. Como consecuencia, ésta mostraba un nivel de aprendizaje asociativo más bajo y un menor interés por sus crías después de la pubertad. Estaríamos, por lo tanto, ante un modelo animal estresado a través de agresión sexual, que puede ayudar a comprender mejor las bases de los cambios generados.
¿Qué ocurre después de las agresiones sexuales?
En las ratonas del experimento anterior se comprobó un gran incremento de los niveles de corticosterona, durante y después de la agresión. Esta sustancia es una hormona asociada al estrés, que puede estar relacionada con el resto de síntomas. Además, también se observó un menor número de neuronas en el hipocampo, que es la región cerebral asociada a las emociones, la memoria y el sistema nervioso autónomo.
Si extrapolamos estos resultados a humanos, podríamos comprender por qué las mujeres que han sufrido agresiones sexuales a menudo experimentan trastorno por estrés postraumático, acompañado de dificultad para aprender y concentrarse si la agresión ha tenido lugar en etapas tempranas. Esto se debe a que el cerebro de los adolescentes aún conserva mucha plasticidad, por lo que resulta muy vulnerable a las situaciones estresantes. De hecho, en el hipocampo se producen miles de células diariamente durante esa etapa, por lo que estas experiencias traumáticas podrían alterar este desarrollo.
Gracias a este nuevo modelo animal, los investigadores pueden comprender mejor los cambios generados y buscar formas de ayudar a las mujeres que han pasado por estas experiencias. Por desgracia, lo más probable es que se encuentre antes un método para tratar los cambios cerebrales asociados que una forma para evitar las agresiones. Aunque ojalá me equivoque.
Fuente: Scientific Reports
Imagen cabecera: Fundación Integra