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El hombre que se volvió alérgico al kiwi tras un trasplante de médula

Os contamos la historia que se volvió alérgico tras un trasplante de la médula ósea de su hermana compatible... ¡y alérgica al kiwi!

22 marzo, 2016 20:23

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A veces, cuando los médicos realizan un trasplante, pasan de un individuo al otro más caracteres de los que se creen.

Este es el caso de un paciente de 46 años de edad, que recibió un trasplante de médula ósea de su hermana, gracias al cual pudo salvar la vida; pero, también, volverse alérgico al kiwi, como ella.

Es la primera vez que se observa un caso similar y, más allá de resultar algo simplemente anecdótico, puede ayudar a los investigadores a conocer mejor el mecanismo por el que se originan las alergias y, así, buscar una forma de tratarlas más eficiente que las conocidas hasta el momento.

¿En qué consiste un trasplante de médula ósea?

medula

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En la médula ósea hay dos tipos de células madre. Por un lado, están las células madre mesenquimales, que darán lugar a todo tipo de células esqueléticas, como las óseas, las musculares o las del cartílago.

Por otro lado, también hay células madre hematopoyéticas, que son todas aquellas que darán lugar a las células sanguíneas; es decir, los glóbulos rojos, los blancos y las plaquetas.

Cuando una persona está afectada por alguna enfermedad relacionada con la sangre, como la leucemia, tiene un conteo anormal de células sanguíneas, por lo que el tratamiento más efectivo suele pasar por realizar un trasplante de médula, consistente en sustituir los precursores defectuosos de las células sanguíneas por los de otras persona sana.

Aunque hasta hace poco, estas células se obtenían de la médula ósea, últimamente se están comenzando a extraer directamente de la sangre de personas sanas, pues ésta también contienen este tipo de células madre y, además, el proceso de obtención es menos invasivo.

¿Cómo pudo este hombre volverse alérgico tras un trasplante?

muestra-sangre

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El paciente, de 46 años de edad, padecía leucemia; por lo que, tras comprobar que era compatible con su hermana, se procedió al trasplante de médula ósea.

Todo fue un éxito; pero, poco después, el hombre fue a comer un kiwi y, tras los primeros mordiscos, comenzó a sentir los síntomas típicos de la alergia. Él nunca había sido alérgico a esta fruta, pero su hermana sí, por lo que parecía claro lo que había pasado.

Las alergias se producen cuando, al entrar en contacto con alguna sustancia concreta, nuestro sistema inmunológico (que incluye los glóbulos blancos que se renuevan a partir de las células madre) la reconoce como extraña y la destruye, dando lugar a un conjunto de síntomas que pueden llegar a ser muy peligrosos si no se tratan.

Las células madre de la hermana reconocían el kiwi como extraño y al entrar en contacto con las del paciente les transmitieron esta señal, de modo que todo su organismo se volvió en contra de la pobre fruta.

En algunos casos, muy poco habituales, se han observado transmisiones de alergias tras la realización de transfusiones sanguíneas durante una cirugía. Por ejemplo, se dio el caso de un chico que, de este modo, se volvió alérgico a los cacahuetes, aunque  la alergia remitió poco tiempos después.

Esto se debe a que las células sanguíneas que recibió fueron sustituidas, ya que el joven conservaba sus propias células madre hematopoyéticas. Sin embargo, en el caso de estos dos hermanos, la transmisión se debió a las células madre, que desde ese momento reemplazarían todas las células sanguíneas del hombre, por lo que no había posibilidad de remisión.

¿Por qué es tan importante este descubrimiento?

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Más allá de ser algo anecdótico, este descubrimiento puede ayudar a médicos e investigadores de dos maneras.

Por un lado, ya se sabe que existe la posibilidad de transmisión de alergias y debe comprobarse después del trasplante, para asesorar al paciente en caso de que haya nuevos alimentos o sustancias con los que no pueda entrar en contacto.

Además, si se pueden transmitir alergias a través de un trasplante de células madre, es posible que éstas también puedan ayudar a tratarlos. Por lo tanto, la reacción alérgica que este señor mostró al intentar comerse un kiwi ha abierto la puerta a nuevas investigaciones que podrían dar con la cura para esas alergias que, además de molestas, pueden llegar a ser muy peligrosas.

Así es la ciencia. Muchos grandes descubrimientos tienen lugar, simplemente, por casualidad. Por eso es necesario estar atentos a todos los detalles.

Imagen Médula: Proyecto biosfera