La antimemoria, la revolución de las neurociencias
Después de que la antimateria revolucionará el campo de la física, el descubrimiento de la antimemoria podría hacer lo propio en el de las neurociencias.
6 abril, 2016 13:14Noticias relacionadas
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En la naturaleza, casi todos los procesos tienden a buscar el equilibrio, sean del área que sean.
Este hecho ha sido la base de descubrimientos tan revolucionarios como el de la antimateria, según la cual todas las partículas subatómicas componentes de la materia tienen una partícula contraria, con carga opuesta.
Y si la antimateria revolucionó el campo de la física imaginad lo que podría pasar en el de las neurociencias si las investigaciones sobre la antimemoria, descritas recientemente en un artículo de la revista Neuron, llegaran a buen puerto.
¿Qué es la antimateria?
Antes de adentrarnos en la definición de antimemoria, no estaría mal recordar qué es la antimateria.
Como os decía, a grandes rasgos, la antimateria es una especie de imagen especular de la materia que conocemos y está formada por partículas iguales a las de la materia, pero de carga opuesta. Por ejemplo, mientras que el electrón tiene carga negativa; su opuesto, llamado antielectrón, la tiene positiva.
Seguro que sabréis que en la materia que conocemos, un átomo de hidrógeno tiene un electrón y un protón, de modo que la carga total es neutra. Entonces, ¿qué pasa con la antimateria? Pues pasa exactamente lo mismo, la carga se anula, pero esta vez debido a un antielectrón de carga positiva y un antiprotón negativo.
¿Qué tiene que ver la antimemoria con la antimateria?
Realmente hablar primero de la antimateria nos sirve para comprender la necesidad de que algunos procesos tengan un opuesto que equilibre sus efectos.
En el caso de la memoria, cuando nuestro cerebro crea un recuerdo, establece y afianza nuevas conexiones cerebrales. Esto supone una dosis de actividad eléctrica que puede dar lugar a patologías como epilepsia, autismo o esquizofrenia; por lo que es lógico pensar que debe haber algún proceso compensatorio que evite sobreestimulaciones dañinas.
Esto es lo que pensaron un grupo de científicos de la Universidad de Oxford y el University College de Londres, que decidieron comprobar si existe algún mecanismo cerebral que compense el exceso de actividad eléctrica generado por la creación de nuevos recuerdos.
Los resultados de estudios previos en ratas y ratones fueron positivos, pero su objetivo principal era la mente humana, algo que no era fácil, dada la necesidad de colocar electrodos en el interior del cerebro, un proceso sencillo en animales modelo; pero, lógicamente, mal visto en humanos.
El experimento que permitió encontrar la antimemoria en humanos
Tras los resultados positivos en roedores, estos científicos diseñaron un ingenioso experimento que permitía localizar la presencia de antimemoria en cerebros humanos.
Para ello, tomaron a un grupo de voluntarios, a los que se hizo aprender la asociación de una serie de cubos de colores; generando, por lo tanto, nuevos recuerdos en su cerebro.
Pocas horas después de enseñar la nueva tarea a los sujetos, se sometió su cerebro a una resonancia magnética, comprobando que no había ningún tipo de actividad cerebral en las regiones implicadas en la memoria, posiblemente debido a la estabilización producida por la antimemoria. Sin embargo, al aplicar un débil flujo de electricidad en dichas regiones, se consiguió inhibir el efecto de la antimemoria, logrando que se revelara la memoria oculta.
Este proceso se puede entender bien si nos retrotraemos a nuestra época de instituto cuando nos decían que si hacíamos alguna operación a un lado de una ecuación teníamos que hacer lo mismo al otro, de modo que pudiésemos generar cambios, pero manteniendo el resultado. Aquí pasa algo similar. Nuestro cerebro genera nuevos recuerdos, pero la actividad cerebral se mantiene, evitando excitaciones excesivas que pudiesen generar daños.
De todos modos, a pesar de las comprobaciones realizadas en este experimento, estas hipótesis son muy teóricas, por lo que requieren de un mayor tiempo de experimentación antes de poder asegurar firmemente la existencia de la antimemoria. Pero si se consigue, estaríamos ante una nueva revolución, similar a la que se produjo tras el descubrimiento de la antimateria, pues gracias a esto podrían tratarse un gran número de enfermedades mentales desde la raíz del problema. Esperaremos expectantes.