¿Por qué me entran ganas de orinar cuando escucho el agua?
¿Te dan muchas ganas de orinar al oír el sonido del agua? Te contamos las dos causas a las que puede deberse.
4 mayo, 2016 12:53Noticias relacionadas
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Seguro que todos tenéis ese amigo molesto que imita el sonido del agua cuando os morís de ganas de orinar y no tenéis ningún baño cerca.
La verdad es que normalmente sólo consiguen quedar en ridículo, porque cualquier parecido entre el sonido real del agua y el siseo que emiten con los labios es pura coincidencia, pero sí que es cierto que el ruido que produce el líquido elemento cuando fluye en forma de gotas o directamente a caño hace que nos invada una necesidad horrible de hacer pis que sólo se alivia cuando el sonido cesa o cuando conseguimos ir al baño.
Es algo que todos hemos experimentado, ¿pero os habéis parado a pensar a qué se debe? La verdad es que hay dos posibles causas, por lo que en este artículo os voy a contar las dos, para que vosotros mismos decidáis cuál os parece más probable.
Ganas de orinar debido a la relajación del esfínter
Como sabéis, el paso de la orina de la vejiga a la uretra y de ahí al exterior, está controlada por unos músculos, denominados esfínter interno y esfínter externo, que se contraen frenando el paso del líquido, como si de un grifo que se abre y se cierra se tratara.
El esfínter interno, que se encuentra justo a la salida de la vejiga, es controlado inconscientemente por nuestro sistema nervioso parasimpático, pero el externo, que es el que media en la salida al exterior, debe controlarse de forma consciente; de modo que, por ejemplo, los niños nacen sin saber y necesitan llevar pañal hasta que aprender a controlarlo.
Hasta aquí todo bien, ¿pero qué pasa si la parte que se supone que se enciende y se apaga inconscientemente escapa a nuestro control? Se conoce que el sistema nervioso parasimpático, encargado de relajar el esfínter, se activa con más intensidad después de un momento estresante, durante el estado de relajación. Por esa causa, una situación relajante, como la escucha del sonido del agua, puede relajar demasiado el esfínter interno, haciendo que debamos concentrarnos con todas fuerzas en mantener bloqueado el externo si no queremos pasar por una situación un poco vergonzosa.
Necesidad de orinar por un reflejo condicionado
La segunda hipótesis gira en torno a los reflejos condicionados, conocidos principalmente por el experimento del perro de Pavlov; que, como sabéis, comenzaba a salivar sólo con escuchar la campanita que le anunciaba la llegada de la comida.
Pues resulta que cuando escuchamos el sonido del agua todos nos convertimos en perros de Pavlov, ya que imita un gran número de eventos relacionados con la necesidad de ir al baño, desde el ruido de la orina hasta el del agua de la cisterna y la del lavabo.
Por eso, nuestro cerebro crea una asociación similar a la del perro con la campana y la comida, haciendo que no podamos contener las ganas de vaciar nuestra vejiga.
Todo esto, por supuesto, queda anulado por la ley de Murphy cuando tenemos que orinar sí o sí, para realizarnos una analítica, por ejemplo. En ese momento, ni el sonido de cien grifos abiertos es capaz de conseguir que nos entren ganas. Seguro que también os ha pasado alguna vez, ¿verdad?
Imagen esfínteres: dfarmacia