Todo lo que deberías saber sobre la hepatitis
Os damos información sobre la hepatitis, desde sus causas hasta síntomas, tratamientos y formas de prevenirla, como el sexo con precaución o la vacunación.
28 julio, 2016 20:20Noticias relacionadas
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Aprovechamos el Día Mundial contra la Hepatitis para contaros algunos de los rasgos más importantes de este grupo de enfermedades.
Se trata de un conjunto de enfermedades que, como sabéis, afectan principalmente al hígado, aunque como consecuencia pueden dañarse otras partes del organismo a un plazo más o menos largo.
Puede ser de causa inmunitaria, tóxica o causada por microorganismos y en muchos casos puede prevenirse, por lo que hoy no sólo os vamos a describir sus síntomas y su procedencia, sino que también vamos a ver cuáles son las formas de prevención que tenemos en nuestra mano, con el fin de unirnos a las campañas de concienciación que pretenden acabar poco a poco con esta terrible enfermedad.
Información sobre la hepatitis: ¿En qué consiste?
Como su propio nombre indica, la hepatitis es una inflamación del hígado que puede deberse a factores tales como la infección por microorganismos, la acción de sustancias tóxicas, la contracción de trastornos tanto autoinmunes como hereditarios o el padecimiento de lesiones o traumatismos.
Dentro de cada una de estas causas nos podemos encontrar con diversos subtipos, pero en este artículo sólo vamos a ver algunos de los más importantes.
Hepatitis vírica
Son muchos los microorganismos que pueden causar daño hepático; pero, lógicamente, a la cabeza se encuentra el virus de la hepatitis, que a su vez se divide en siete tipos, bautizados como las siete primeras letras del diccionario.
De todos ellos, los que causan la hepatitis A, B y C son los más conocidos, debido a que son los responsables de la mayoría de casos de esta enfermedad, aunque también se han descrito suficientemente el D y el E, mientras que apenas hay información sobre F y G, ya que son mucho menos comunes. Por lo tanto, nos vamos a centrar en los tres primeros tipos.
- Hepatitis A (causada por el VHA): Al transmitirse por vía fecal y oral, es común el contagio en zonas poco higiénicas, donde es fácil el consumo de alimentos contaminados, bien por estar mal lavados o bien por haber estado en contacto con organismos transmisores, como moscas o cucarachas. Además, también puede deberse al consumo de aguas sin tratar, por lo que es habitual en países donde no se dispone de infraestructuras de limpieza de aguas.
- Hepatitis B (causada por el VHB): Se trata de una variante muy grave de la enfermedad, que se transmite por contacto con la sangre o los fluidos sexuales de personas enfermas o portadoras del virus. Puede dar lugar a consecuencias muy graves como cirrosis o cáncer de hígado, e incluso puede terminar en la muerte del paciente, pero afortunadamente existe una vacuna para prevenirla de la que hablaremos más adelante.
- Hepatitis C (causada por el VHC): Se transmite del mismo modo que la anterior y la variante crónica posee un cuadro clínico similar, aunque en este caso un gran porcentaje de enfermos no llegan a padecer síntomas. Sin embargo, los que sí lo hacen también corren el peligro de morir por cirrosis, insuficiencia hepática o cáncer de hígado.
Hepatitis causada por drogas o toxinas
A menudo, el daño hepático puede provenir del consumo excesivo de fármacos tan comunes como el paracetamol, los estrógenos y algunos antibióticos y antifúngicos, por lo que es muy importante seguir en todo momento las instrucciones del prospecto y de nuestro médico.
También existen otras sustancias cuya toxicidad puede afectar a este órgano, como las toxinas de la seta Amanita phalloides, algunos compuestos organoclorados o sustancias producidas por ciertos tipos de bacterias.
Por último, si hay una sustancia que puede destrozar el hígado si no se toma con medida es el alcohol, ya que su consumo excesivo puede ocasionar exactamente los mismos síntomas que las variedades más graves del virus de la hepatitis.
Hepatitis causada por otras enfermedades
Como os decía, en ocasiones la hepatitis se asocia a enfermedades autoinmunes en las que, como hemos visto otras veces, el sistema inmunológico del paciente ataca a algunos componentes de su propio organismo, como el tejido hepático, por ejemplo.
Puede deberse a causas genéticas o a una sobre estimulación de las defensas producida después de la lucha contra una infección y es importante detenerla a tiempo, pues si no se hace las consecuencias pueden ser muy graves.
Por otro lado, algunas enfermedades como la fibrosis quística o la enfermedad de Wilson también pueden afectar al hígado; que, además, puede dañarse a consecuencias de obstrucciones causadas por cálculos, cánceres o parásitos.
Por último, también cabe destacar el caso de la hepatitis isquémica, que se produce cuando tiene lugar una disminución brusca en el flujo de sangre hacia los hepatocitos a consecuencia de una bajada de la presión sanguínea conocida como shock hepático.
Síntomas y diagnóstico de la hepatitis
El cuadro clínico de la hepatitis se divide en dos fases, representadas por la primera y la segunda semana.
En la primera los síntomas son aún leves y se caracterizan por cansancio, anorexia, falta de concentración, febrícula y problemas leves tanto digestivos como respiratorios (tos, faringitis, etc)
En la segunda semana la enfermedad se hace más grave y comienzan a aparecer rasgos como ictericia (piel amarilla), orina oscura, heces teñidas o decoloradas, vasculitis manifestada por manchas de color púrpura en la piel, picores o ictericia en la conjuntiva.
Lógicamente, no tienen por qué darse todo estos síntomas, pero suelen darse gran parte de ellos a la vez.
Pero aún falta mucho por suceder, ya que una vez que pasan estas dos semanas, y dependiendo en gran medida de si se comienza a tratar a tiempo, la enfermedad puede hacerse más y más grave hasta desencadenar consecuencias como la cirrosis, el cáncer o el fallo hepático que decía al principio.
Por otro lado, también comenzará a presentarse problemas de coagulación y algunas encefalopatías, manifestadas a través de dificultad para dormir, pérdidas de memoria, desorientación o temblores.
Todo esto dará datos a los sanitarios para poder llevar a cabo un diagnóstico, que además irá acompañado de una analítica de sangre, en la que se encontrarán elevados los niveles de transaminasas, bilirrubina, fosfatasa alcalina y algunos otros marcadores bioquímicos.
Además, en el caso de la hepatitis vírica, también se buscará la presencia de anticuerpos frente al agente infeccioso; pero, ojo, si por lo que sea os hacéis una analítica en busca de enfermedades como la hepatitis debéis tener en cuenta si estáis vacunados, ya que si lo estáis la presencia de estos anticuerpos será una señal totalmente normal.
Tratamiento frente a la hepatitis
La enfermedad se tratará a través de tratamientos sintomático o dirigido expresamente al origen de la enfermedad, siendo los más habituales los que actúan frente al virus.
En el caso del HVB es común el tratamiento con interferones (proteínas producidas por el sistema inmune para luchar contra agentes externos) y antivirales análogos de nucleósidos o de nucleótidos, que son componentes del material genético del virus.
En cuanto al HVC, se suele usar biterapia o terapia triple, estando la primera compuesta por interferón y un nucleósido sintético llamado ribavarina y la segunda por esos dos compuestos más un inhibidor de la proteasa, que es una proteína esencial para el correcto funcionamiento del virus.
Prevención de la hepatitis
Aunque existen cada vez más tratamientos frente a la hepatitis, nuestros mayores son sabios cuando afirman que “prevenir es mejor que curar”, por lo que es muy importante saber cómo evitarlo, para no tener que tomar estos tratamientos de por vida.
Como os decía, en el caso de la hepatitis A, es importante la higiene, especialmente en lo que a alimentación se refiere, por lo que se deben consumir los alimentos lavados y evitar que hayan estado en contacto con cualquier tipo de material fecal.
En el caso de la B y la C, la transmisión a través de la sangre se va haciendo afortunadamente cada vez menos común, tanto a nivel de las jeringuillas compartidas en drogodependientes como a nivel sanitario, en el que las transfusiones de sangre contaminada eran una práctica muy común en el pasado, pero están erradicadas en el presente.
Sin embargo, aún se siguen dando casos por vía sexual y resulta lamentable, ya que podrían evitarse con el simple uso del preservativo.
Por eso, como os hemos dicho en tantas ocasiones, es muy importante peomover la educación sexual entre los más jóvenes, para hacerles conscientes de que éstas y otras muchas enfermedades pueden evitarse fácilmente, pero está en sus manos hacerlo, ya que nadie estará ahí para darles el preservativo cuando llegue el momento.
Por último, no debemos olvidar que los virus no son los únicos agentes causantes de hepatitis, por lo que deben evitarse otras prácticas dañinas como el consumo desmedido de alcohol o la automedicación.
La vacunación, una gran arma para prevenir la hepatitis
Afortunadamente, los avances que han tenido lugar en los últimos años en el campo de las vacunas han favorecido el desarrollo de opciones muy efectivas para prevenir las variantes tipo A y B y, además, la realización de ensayos experimentales con la C.
Las más extendida es la vacuna frente al VHB, que consiste en la administración de una proteína presente en la envoltura del virus, de modo que el sistema inmunológico del paciente cree anticuerpos frente al patógeno, sin que exista peligro de infección.
Dicha vacuna, que en un principio se administraba en tres dosis esparcidas entre los 10 y los 14 años de edad, llegó a España en 1982, aunque en un inicio sólo se administraba a poblaciones de riesgo, pasando a formar parte del calendario de vacunación de todas las comunidades autónomas entre 1991 y 1996. A día de hoy su administración sigue vigente, aunque en el último calendario las tres dosis se sitúan en el nacimiento y en los meses dos y seis.
En cuanto a la vacuna frente al VHC, en 2014 fue desarrollada de mano de científicos de la Universidad de Oxford la primera opción segura; pero, a pesar de que los primeros resultados en humanos fueron prometedores, aún no se ha implementado del mismo modo que la vacuna frente al VHB, por lo que se hacen más importantes el resto de formas de prevención.
Por último, aunque existe una vacuna efectiva pata el VHA, su administración en países con un buen nivel de salubridad no es obligatoria, aunque sí se recomienda a niños que vayan a viajar a regiones en las que pueda existir posibilidad de contagio o a aquellos que puedan estar en contacto con enfermos.
28 de julio: el día mundial contra la hepatitis
Aunque se debe concienciar a la población de la necesidad de prevención durante todo el año, cada 28 de julio el mundo se inunda de campañas en las que se pretende aumentar la concienciación en torno al empleo de prácticas tan simples como la vacunación y el uso de preservativo durante las relaciones sexuales.
Todo esto sin olvidar a los pacientes que desgraciadamente ya están enfermos y que, en algunas ocasiones, han sido marginados por los gobiernos de algunos países, que han hecho poco accesibles los fármacos que pueden suponer la diferencia entre vivir con una calidad de vida aceptable o morir.
¡Ojalá algún día la ciencia haya conseguido erradicar esta enfermedad! Seguro que hay cosas más bonitas que celebrar un 28 de julio.