4 pruebas curiosas usadas en ciencia forense
Os contamos algunas técnicas curiosas utilizadas en ciencia forense y, además, finalizamos con un experimento que podéis realizar vosotros mismos en casa.
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La gran oferta de programas y series de televisión sobre crímenes, tanto ficticios como reales, está consiguiendo que las ciencias forenses, que tan poco interés despertaban hace unos años, aviven la curiosidad del público, con formación científica o sin ella.
Desgraciadamente a veces las películas tienden a exagerar un poco algunas técnicas de la ciencia forense, haciendo que los espectadores se alejen de lo que supone en la realidad.
Además, mientras que la búsqueda de sangre y huellas dactilares son métodos sobradamente conocidos, existen otros muchos que, siendo reales y dignos de la más interesantes de las películas, son totalmente desconocidos para mucha gente, por lo que hoy os vamos a contar algunos de ellos, para que veáis cómo mola la ciencia forense en la vida real.
Curiosidades sobre la ciencia forense
1. La huella de la oreja, tan fiable como la del dedo
Todos conocemos el uso de las huellas dactilares, causadas por unas protuberancias presentes en nuestros dedos, llamadas crestas papilares, cubiertas por una capa de grasa que se mezcla con el sudor, dejando su dibujo donde quiera que toquemos.
Este patrón es único de cada persona, por lo que es muy común utilizarlo para analizar la escena de un crimen en busca de sus responsable.
Sin embargo, esta no es la única huella corporal usada en ciencia forense; pues también es frecuente utilizar otras como la típica huella del pie o la de la oreja, bastante menos común; pero, precisamente por eso, mucho más interesante.
Esto se debe a que el relieve de la oreja es distinto entre individuos, incluso entre hermanos gemelos, por lo que su impresión puede utilizarse del mismo modo que se hace con las huellas dactilares.
¿Pero cómo se deja marcada la huella de la oreja?, os preguntaréis. Es cierto que no es tan común tocar objetos con la oreja como con los dedos, pero sí que es verdad que esta parte del cuerpo roza a menudo con más de una superficie sin que nos demos cuenta, al escuchar detrás de una puerta o al pasar junto a una pared, por ejemplo.
Por eso, han sido ya varios los juicios en los que se ha usado como prueba, aunque los profesionales advierten que no tiene un cien por cien de fiabilidad, por lo que sería aconsejable complementarlo con otros métodos.
2. El suicida que no puede soltar el arma
Es muy común, tanto en las películas como en la vida real, encontrarse con casos de personas muertas a causa de un tiro en la cabeza; que, a pesar de encontrarse con la pistola en la mano, son sospechosas de haber sido asesinadas.
Por este motivo, a lo largo de los años la ciencia forense ha avanzado en el estudio de técnicas de gran utlidad para diferenciar los casos de suicidio de los de asesinato.
Lógicamente, es necesario tener muchos puntos en cuenta, pero un dato muy curioso que puede acelerar mucho las pesquisas es el de un espasmo, común entre las personas que se suicidan de un tiro en la cabeza, que se caracteriza por una contracción de los músculos que lleva al fallecido a quedarse aferrado al arma.
Como consecuencia, si al llegar a la escena del crimen los investigadores encuentran un cuerpo sin vida, con un tiro en la cabeza y una pistola agarrada fuertemente entre sus dedos, lo más posible es que se haya suicidado, aunque esto por sí solo no vale como prueba en un juicio, debido a que podría ser falseado por un asesino.
3. Los isótopos que indican la procedencia de un cadáver
Los cadáveres no siempre llevan DNI en el bolsillo, y a veces tampoco son fácilmente identificables, por lo que uno de los primeros pasos en este tipo de casos consiste en buscar la procedencia de la víctima, para poder seguir tirando del hilo hasta conocer su identidad.
Para ello, unos de los mayores “chivatos” de los investigadores son los isótopos estables presentes en tejidos como el hueso o el cabello, pues pueden aportar muchísima información interesante.
Como sabéis, los isótopos son átomos de un mismo elemento químico; que, a pesar de tener el mismo número atómico, tienen distinta masa. Por ejemplo, es muy conocido el caso del carbono-12 y el carbono-14, que tienen un número atómico de 6, pero una masa atómica de 12 y 14, respectivamente.
Pues bien, tanto los isótopos del carbono como los de otros elementos, como el nitrógeno, el estroncio y el azufre, son de gran utilidad, tanto en arqueología como en ciencias forenses.
Esto se debe a que son compuestos que se encuentran en el agua y los alimentos, pero que, tras su consumo, quedan incorporados en los tejidos humanos, de modo que su análisis puede servir, por ejemplo, para saber de dónde procede un cuerpo sin identificar.
Otra gran utilidad del análisis isotópico es la determinación del origen de una muestra de explosivos, ya que, por un lado, la abundancia relativa de ciertos tipos de isótopos puede servir para saber si dos muestras proceden de una sola y, por otro, las proporciones de C-12 y C-13 ayudan en la identificación del origen geográfico de un explosivo concreto.
4. Pegamento para revelar huellas dactilares
Por último, vamos a ver un método muy usado en criminalística; que, además, podéis realizar vosotros mismos con materiales de andar por casa.
La técnica se basa en el poder de los vapores del cianocrilato, una sustancia química presente en algunos pegamentos, para el revelado de huellas dactilares.
No resulta de utilidad para la búsqueda de huellas en superficies grandes, puesto que lo óptimo es introducir el objeto de estudio en una cámara hermética, pero sí que se usa mucho para el análisis de utensilios como armas, bolsas de plástico y otros muchos objetos que no pueden estudiarse de la manera tradicional.
Esto se debe a que los vapores de este compuesto químico tienen el poder de adherirse a los rastros aceitosos de la piel, condensándose sobre ellos y creando una especie de marca plastificada de las crestas papilares y los espacios existentes entre ellas.
Los investigadores suelen utilizar una especie de armarios herméticos en los que se liberan los vapores, pero si queréis hacerlo vosotros en casa sólo tendréis que seguir unos pasos muy sencillos:
- Introducir el objeto cuyas huellas queremos analizar en un recipiente cerrado, lo más hermético posible.
- Añadir en su interior también una buena cantidad de pegamento tipo Super Glue, que contenga cianocrilato entre sus ingredientes (lo podéis poner sobre un trocito de papel de aluminio, por ejemplo) y un vasito con agua caliente.
- Dejar la caja cerrada durante unas cuantas horas, para que se produzca el revelado.
El número de horas no es exacto, por lo que lo ideal es usar un recipiente transparente, de modo que se pueda hacer un seguimiento del proceso sin tener que abrir la caja.
Por otro lado, una buena forma de acelerar el procesos es introducir en la caja un calentador que pueda activarse con ella ya cerrada, para que el pegamento se caliente más deprisa y libere antes los vapores, pero en principio con el agua caliente es suficiente.
Finalmente tendréis una marca traslúcida de las huellas dactilares sobre el objeto. En principio podréis verlo fácilmente, pero si el fondo es blanco quizás tengáis que echar sobre él un colorante en polvo, que facilite su observación.
Es un experimento muy interesante, que podéis realizar incluso con niños, pero tened cuidado, pues los vapores del pegamento son tóxicos, por lo que deberéis hacerlo en un lugar abierto.
Como veis, el trabajo de los investigadores de las ciencias forenses no es exactamente como lo pintan en muchas de las series de moda, pero no por eso deja de ser apasionante, ¿verdad?
Imagen oreja: rtve