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Tecnología

Anna Atkins, la mujer que hizo eternas a las algas

Hoy os hablamos de la vida y la obra de Anna Atkins, una botánica que en su época despuntó también en el campo de la fotografía.

13 septiembre, 2016 11:25

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Dicen que cuando hacemos una foto, en cierto modo lo que aparece en ella se hace eterno, pues pasen los años que pasen habrá alguien que pueda recordarlo, sin ni siquiera haber estado allí.

Por eso, la fotografía se ha convertido en una herramienta indispensable en un gran número de disciplinas, entre las que no podía faltar la ciencia, en la que la zoología y la botánica fueron los primeros ámbitos en despuntar.

Como suele ocurrir en todos estos casos, la mayoría de personas que tuvieron la oportunidad de convertirse en pioneros de la fotografía fueron varones, pero se dieron algunas excepciones, como la de la botánica Anna Atkins, que está considerada como la primera mujer fotógrafa, además de ostentar también el honor de ser la primera persona que publicó un libro cuyo contenido se basaba únicamente en fotografías, en este caso de algas marinas.

Primeros años de Anna Atkins

anna-atkins

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Anna Atkins, nacida como Anna Children, vino al mundo en Reino Unido en 1.799, quedando medio huérfana en ese mismo momento, después de que su madre muriera durante el parto.

Por este motivo, la persona que se hizo cargo enteramente de su educación fue su padre, un reputado zoólogo, químico y minerólogo, conocido por haber dado nombre a un mineral y una especie de pitón australiana.

Movida durante sus primeros años por la dedicación a la ciencia de su padre, la joven comenzó a interesarse en ella, formándose como botánica. Más tarde, después de su matrimonio con un adinerado propietario de plantaciones de café, nació también en ella una creciente pasión hacia el arte, que la llevó a unir ambas disciplinas en la realización de grabados e ilustraciones de plantas.

Anna Atkins y el maravilloso mundo de la fotografía

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Pero la cosa no quedó ahí, pues por esa época en todos los círculos de aficionados al arte se comenzaba a hablar de la fotografía, que le pareció a Anna un medio excelente para sustituir a los clásicos dibujos con los que a menudo había ilustrado algunos de los libros de su padre.

Y así fue como, investigando, aprendió todo lo necesario sobre la cianotipia, una técnica, basada en la elaboración de copias en azul de la imagen original, que comenzaba a extenderse por aquel entonces entre los fotógrafos y que sirvió para publicar “Fotogramas de cianotipos de algas“, el primer libro compuesto únicamente por fotos de toda la historia.

No hizo un gran descubrimiento, ni ganó un premio Nobel, pero Anna Atkins supo cómo despuntar en un mundo considerado de hombres y, sobre todo, también supo como reunir la ciencia y el arte en una sola disciplina; algo que, aún a día de hoy, sigue dando resultados magníficos.